Investigadores de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), Argentina, están trabajando con la empresa Punta Diseño, con el objetivo de desarrollar una nariz electrónica para la detección de enfermedades no transmisibles.
“Se ha dado una conjunción entre los trabajos que venimos haciendo con Bell Export en análisis de olores, desde hace unos diez años, y con Punta Diseño, que se dedica al instrumental médico. Nos da la posibilidad de prestar un soporte científico y técnico que pueda tener un instrumento para atender las necesidades de este momento”, ha asegurado a la Agencia TSS Carlos Rinaldi, doctor en Química, investigador del CONICET en la CNEA y profesor de la UNSAM.
Rinaldi ha explicado que esta técnica está siendo usada en diversos países para la detección de enfermedades pulmonares como cáncer, asma y tabaquismo, ya que estas patologías producen cambios en la conformación del aliento que pueden ser detectados por la nariz electrónica de plasma. Debido a la crisis desatada por la pandemia, el grupo de investigadores está trabajando para aplicarla a la detección de COVID-19. Métodos similares se están probando también en España e Israel.
Según Rinaldi, “este instrumento permitiría hacer un análisis rápido, en minutos, con un informe de resultado en unas horas. Actualmente, están produciendo un prototipo para instalar en los hospitales Dr. Pedro Orellana y Dr. Francisco Eguiguren, del partido bonaerense de Trenque Lauquen, y buscarán financiamiento para realizar pruebas con pacientes con COVID-19. Con cada equipo se podrían hacer cuatro test por hora, a un costo estimado significativamente menor (3 dólares, una vez amortizado el instrumento) que la mayoría de los tests rápidos que hoy se utilizan.
Narices electrónicas para detectar miel adulterada
Este dispositivo fue creado en realidad con otro propósito. Para detectar miel adulterada. Y es que la producción de miel en el mundo es cada vez más difícil: mientras se pierden las pasturas salvajes, la “materia prima” para la polinización de las abejas, aumenta el consumo humano. China es el principal productor del mundo, seguido de Turquía, Estados Unidos y Argentina. Como consecuencia de esto ha aumentado la producción de miel mezclada con melaza y jarabe de maíz, principalmente. “El mundo consume más miel de la que se produce”, ha enfatizado Luis Puntiorero, estudiante de la carrera de Ingeniería Electrónica de la UNSAM.
Él y el estudiante Leonardo Ferrara trabajan en el desarrollo de esta nariz para dicho propósito. Para ello, el dispositivo absorbe el gas que se quiere analizar y lo transporta con nitrógeno a una pequeña cámara en la que se aplica una corriente eléctrica en forma de corona, que lo convierte en plasma.
La especificidad de este método se basa en que se pueden ver las emisiones de cada uno de los átomos de la muestra y hace que pueda usarse para muchas aplicaciones. “Se diseñó un sistema automatizado de espectrometría óptica que, respetando un protocolo de ensayo, determina el origen de algún tipo de miel conocida y sentencia si esta fue adulterada o mantiene su pureza. Para ello el equipo debe aprender a través de nuevas entradas de datos y así discriminar dentro de un amplio espectro de tipos de mieles de diferentes productores”, ha explicado Puntiorero.
Un proyecto de largo aliento
Los estudiantes trabajaron en los últimos años sobre el desarrollo de la nariz electrónica para su tesis de graduación. El proyecto se encuentra ahora operativo en fase de prototipo dentro de las instalaciones de la Fundación Argentina de Nanotecnologia (FAN) y bajo la tutela de la empresa Argentum Texne.
En el pasado, el consorcio del que surgió Argentum Texne también había trabajado en colaboración con el Instituto Nacional de Medicina Tropical (INMET) en el desarrollo de un dispositivo para identificar los olores de las vinchucas portadoras del virus del Chagas.
Pero en realidad, el proyecto de las narices electrónicas se remonta a 1998, por iniciativa del actual vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Alberto Lamagna. Desde entonces se han encontrado cada vez más aplicaciones y se refinaron los métodos de detección.
En 2009 el desarrollo de la nariz electrónica, bautizada e-Pnose, tomó impulso, cuando obtuvo un Proyecto de Investigación y Desarrollo (PID) de la Agencia del MINCYT, bajo la dirección de Rinaldi.