La tecnología IOTA, con sus capacidades de registro de transacciones distribuido, se ha convertido en una innovación idónea para los entornos IoT (Internet de las Cosas). Su primera gran ‘misión’ no se ha hecho esperar. La Comisión Europea está trabajando en la implementación de una identidad digital segura para los ciudadanos europeos a partir de 2026, y ha elegido a IOTA para el Sandbox Europeo de Blockchain en 2024.
En el caso del blockchain, las transacciones se agrupan en bloques y se añaden una detrás de otra. El proceso es más lento y caro, ya que consume más energía. Por el contrario, IOTA actúa como una red. Es una tecnología capaz de conectar rápido y sin costes añadidos muchos dispositivos y llevar a cabo múltiples transacciones simultáneamente en el marco del IoT. “IOTA utiliza una estructura única llamada Tangle, que permite realizar transacciones sin tarifas y lleva a que el sistema escale eficientemente sin colapsar”, explica a Innovaspain Paula Lamo, directora del Máster Universitario de Internet de las Cosas de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Lamo añade que IOTA también es una tecnología segura. “Dicho de manera sencilla, es como un libro digital donde la información es registrada de manera que no pueda ser alterada. Cada dispositivo conectado (nodo) supone un posible punto de acceso para los hackers. Pero en IOTA, cada vez que un nodo quiere introducir información o realizar una transacción, ésta debe ser verificada por otros dos nodos. El proceso garantiza la seguridad y la integridad de los datos”, detalla la experta de la UNIR.
Los retos
Paula Lamo opina que IOTA se enfrenta a dos retos principales en su despliegue. “Por un lado, usuarios y desarrolladores deben aprender a utilizar y a hacer avanzar IOTA. Conseguir la capacitación puede llevar un tiempo. También hay que hace pedagogía para convencer a empresas y organismos de los beneficios que reporta, sobre todo en entre aquellas que ya utilizan otras tecnologías de registro distribuido en sus procesos”.
Lamo apunta que otros desafíos tienen que ver con la infraestructura. “Implementar y mantener nodos de IOTA supondrá una inversión en hardware adecuado e infraestructura de red para garantizar un rendimiento óptimo. Y aquí es clave llevar a cabo una correcta gestión de los recursos, como son el ancho de banda o el almacenamiento de los datos en función de cada caso de uso”.
En España, la experta afirma que queda mucho trabajo por delante. “Se han dado algunos pasos adelante para poner a disposición de los ciudadanos la identidad digital en 2026 de forma que no sea útil solo para realizar trámites administrativos, sino también poder usarla con empresas privadas. Sin embargo, debe reforzarse la colaboración entre el gobierno, la industria y la academia para llevar a buen puerto esta transición”.
Un contexto en el que Lamo celebra que el gobierno haya incluido la digitalización y la tecnología blockchain en su agenda. “Debe desarrollarse marcos regulatorios que garanticen la adopción de IOTA y tecnologías similares conforme a lo que establece la UE. La maquinaria ha comenzado a moverse. Existen colaboraciones a través de alianzas y consorcios; proyectos pilotos y pruebas de conceptos, tanto en organismos públicos como en compañías privadas”.
Un futuro prometedor
La docente de la UNIR apunta que ya se han acometido inversiones en I+D relacionadas con IOTA, cuyo incremento es previsible en los próximos años debido a una demanda creciente de la tecnología. “Los representantes de la academia jugamos aquí un papel muy importante. Actualmente, se imparten programas y cursos para formar a las próximas generaciones de expertos en la materia. Cada vez es más habitual asistir a eventos educativos o de capacitación para empresarios, desarrolladores y funcionarios públicos que buscan aumentar su comprensión y habilidades tecnológicas”.
IOTA ejemplifica que, una vez más, Europa toma la delantera en seguridad digital y protección de datos. ¿Puede la nueva tecnología reforzar el mercado de productos y dispositivos made in EU? Paula Lamo ofrece una respuesta afirmativa, pero con matices. “Esto se puede entender de muchas maneras. Habrá quien lo implemente solo porque se trate de un requerimiento legal o para conseguir algún tipo de sello de calidad o certificación europea. Otros lo adoptarán porque, de aquí en adelante, es de esperar que las contrataciones públicas incluyan una cierta preferencia a financiar proyectos que lo incorporen o potencien”.
Más allá del mero ‘cumplimiento’, Lamo percibe que en nuevo tablero de juego abre para las empresas la posibilidad de establecer colaboraciones de todo tipo con otras empresas y administraciones, tanto en el terreno comercial como en el campo investigador, y en cualquier lugar del mundo. “Además, es una oportunidad para el fomento de la industria local. Invertir en IOTA, dotará a las compañías de una ventaja competitiva y mejorará la confianza del consumidor. Estas empresas potenciarán su reputación en materia de seguridad, transparencia y privacidad, algo cada vez más demandado por la ciudadanía”.