Durante su infancia, Isaac Benito pasaba los fines de semana y buena parte de las vacaciones en la pequeña localidad riojana de Bezares. “Me llamaba la atención el día a día de la gente del campo; después quise entender mejor la composición de los alimentos, mejorar su genética o lograr cultivos más eficientes”, explica al otro lado del teléfono. El investigador y emprendedor del IATA-CSIC, en Valencia, estudió biotecnología en la Universidad Miguel Hernández de Elche. “No tenía una vocación concreta, pero me gustaba el carácter interdisciplinar de la carrera. La mayor parte de los compañeros optaron por la biomedicina, pero yo prefería el mundo de la alimentación”.
El pasado mes de octubre finalizó su tesis doctoral en el centro valenciano, donde también completó el máster en Ciencia e Ingeniería de los Alimentos. Su línea de investigación ha estado centrada en el trabajo con materiales biodegradables. “Obtuvimos una celulosa a partir de residuos de biomasa -posidonia, sarmientos, paja de arroz- abundantes en España. El objetivo era fomentar el residuo cero y la economía circular”. Publicaron varios artículos detallando la aplicación de esa celulosa en envases alimentarios, como films o bandejas y ensayaron con una empresa del sector.
Después de ese primer paso, comprobaron que, a partir de la celulosa con la que trabajaban, era capaces de desarrollar aerogeles más resistentes y con mayor capacidad de absorción de agua si los recubrían con otro biopolímero. “Patentamos el proceso de recubrimiento de los aerogeles”, detalla Isaac Benito. “El resultado es un material biodegradable con mucho potencial. Los aerogeles están ganando enteros progresivamente. Son muy porosos y ligeros, con una gran área superficial que los hace muy aplicables a distintos sectores”.
The Collider
Los avances logrados tienen vocación de llegar al mercado, así que Benito y sus directoras de tesis deciden dar forma a una empresa, Aerofybers Technologies. La startup gana peso tras ser seleccionada por el programa The Collider, promovido por Mobile World Capital. Allí pudieron incorporar al equipo personas expertas en la gestión. “Llegamos a la fase final, y aunque no resultamos elegidos para invertir, en febrero de 2022 constituimos la empresa”.
Isaac Benito opina que las razones para creer en el proyecto son sólidas. “Estamos evaluando cuáles son los mercados donde el material tiene más posibilidades de prosperar”. En principio, la alimentación será la primera ‘parada’ por la accesibilidad del sector desde el IATA-CSIC. “Si incorporamos extractos antioxidantes podríamos sustituir, por ejemplo, las almohadillas de las bandejas de carne o pescado destinadas a absorber el exceso de líquido, prolongando además la vida útil del alimento”.
En otros sectores, como el biomédico o la agricultura, también existen oportunidades. “La condición biodegradable del material posibilita su introducción en cultivos ubicados en zonas donde el agua escasea. Es capaz de liberar fertilizante y otras sustancias bioactivas que favorecen un mejor crecimiento de la planta. En cuanto a las propiedades biomédicas, éstas son útiles para trabajar en cultivos celulares”.
Un nuevo paradigma
El investigador indica que el principal problema al que se enfrentan en este momento es el coste del material. “Es un punto negativo y, a la vez, positivo: a los inversores les gusta que la propuesta de Aerofybers Technologies sea muy concreta y poco diversificada”. En cualquier caso, Isaac Benito piensa que el paso adelante de este tipo de materiales será cuestión de poco tiempo. “Aunque las propiedades de los plásticos son innegables, hay que limitarlos porque generan demasiados residuos, sobre todo los de un solo uso”.
Considera que “la sociedad y las altas esferas” tienen que concienciarse de que regulaciones y legislaciones mas restrictivas con los materiales convencionales están a la vuelta de la esquina. “Necesitamos impulsar alternativas renovables y biodegradables. Por nuestra parte, centraremos parte de los esfuerzos en reducir los costes, sin olvidar que, en esta situación, pagar un precio un poco más alto merece la pena porque nos beneficia a todos. El futuro del planeta está en juego”.
Investigación y emprendimiento
Si mira al futuro, Isaac Benito se debate entre el pesimismo y el optimismo realista. “Llegué muy motivado a la carrera. Me encanta la actividad en el laboratorio; no tener la certeza absoluta de lo que va a pasar con un experimento”. A medida que avanzó con su tesis, fue más consciente de los sinsabores de la carrera científica. “La realidad supera el peor de los prejuicios. Me duele mucho tanta precariedad. Gente muy válida no consigue estabilizarse hasta los 40-45 años. Tengo solo 28, pero estoy cansado de mendigar becas o de luchar por contratos de máximo dos años”.
¿Puede ser la figura del científico-emprendedor una posible vía de solución? “Mi supervisora siempre me motivó para llevar la idea a la sociedad lo antes posible. Debería ser nuestro principal objetivo. Por ello sacamos adelante Aerofybers Technologies. Las cosas se están moviendo y los números dicen que crece el número de startups de base científica”. El investigador espera que una ayuda Torres Quevedo, concedida por el Ministerio de Ciencia e Investigación, les aporte estabilidad al menos durante los próximos tres años.