La Biblioteca Nacional de España atesora un fondo único en el mundo: más de 1.600 ediciones de comedias sueltas pertenecientes al teatro español del Siglo de Oro y publicadas entre los siglos XVII y XIX. El proyecto ISTAE (Impresos sueltos del teatro antiguo español) liderado por la UNIR con Alejandra Ulla como investigadora principal, se ha propuesto crear una gran base de datos que sistematice el fondo y redibuje el mapa de estas obras claves en su época. Lo hará identificando, gracias a herramientas digitales, desde los talleres de impresión a la propia autoría de las obras o la existencia de comedias hasta ahora inéditas. “Nos vamos a encontrar con muchas sorpresas”, avanza Ulla.
“El fondo está bien preservado, pero nos faltaban recursos económicos (ISTAE está financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación) para estudiarlo desde un punto de vista filológico”, explica Alejandra Ulla a este periódico. En una línea similar, ISTAE había colaborado con otros grupos como PROLOPE, artífice de la localización de una edición pirata de “El castigo sin venganza”, de Lope de Vega. Ahora el proyecto adquiere nuevos vuelos gracias a una figura central, el catedrático de Literatura Española en la Universidad de Valladolid, Germán Vega. “Él es el gran impulsor de ISTAE, ya que es la persona que probablemente mejor conozca el fondo de sueltas de la Biblioteca Nacional”.
Alejandra Ulla ‘culpa’ de su vocación incondicional al propio Vega. “Tras concluir en 2005 mis estudios de Filología Hispánica en la Universidad de Santiago de Compostela, preparaba una edición crítica de ‘Origen, pérdida y restauración de la Virgen del Sagrario’ (rebautizada por un librero con el título más comercial de ‘Las tres edades de España’), de Calderón, y él me ayudó poniendo en mis manos una copia de las dos sueltas que se conservan en la Biblioteca Nacional. Ahí empezó todo”.
ISTAE
Durante los próximos tres años, ISTAE prevé abordar el análisis de 300 sueltas. Los investigadores esperan que el proyecto tenga una continuidad en el tiempo mucho más prolongada. “Hasta ahora solo disponemos de datos aislados. La confección de la base de datos permitirá redefinir la situación editorial del teatro del Siglo de Oro. Sabemos que se imprimieron muchas sueltas en Barcelona, Madrid, Salamanca, Valladolid o Sevilla, incluso en el periodo en el que estuvo prohibido (1625-1634), pero necesitamos una visión de conjunto”.
Buena parte del fondo que estudiarán llegó a la Biblioteca Nacional en el siglo XIX. Una parte pertenecía al librero Agustín Durán, y el resto a la familia Osuna. “Aunque hay algunos catálogos de sueltas impresos, la base de datos global aglutinará una cantidad masiva de información y nos permitirá acceder a todos los datos a golpe de click. Podremos responder a preguntas hasta la fecha sin respuesta”.
Tecnología para despejar dudas
Para acometer el trabajo, aplicarán métodos de las humanidades digitales. “Las tecnologías han evolucionado tanto que están cambiando la manera en la que los investigadores nos aproximamos al Siglo de Oro y a la literatura en general”, señala Alejandra Ulla. Entre estas técnicas, la responsable de ISTAE destaca el reconocimiento automatizado de imagen y texto. “Así adscribiremos las sueltas a imprentas concretas. Era habitual que los impresores tuvieran su propio patrón de composición -letrería, ornamentos- al menos durante unos años. La base de datos especificará a quién corresponden estas tipografías y adornos”.
Adicionalmente, el análisis de la estilometría (patrones lingüísticos repetidos) ayudará a distinguir la autoría de las sueltas. “Muchas veces, la autoría no aparece referenciada o el autor especificado no era el verdadero artífice de la obra. “La piratería no solo omitía datos de impresión cuando no estaba permitido hacerlo. Los impresores y libreros también atribuían obras falsas a los autores que más vendían. Lope o Calderón se quejaron públicamente en varias ocasiones de los perjuicios que les causaban estas prácticas”.
Importancia social
“Las sueltas eran parte de un formato editorial que arranca en el siglo XVII pero que se perdura hasta el XIX; y durante todo ese tiempo, el teatro del Siglo de Oro siguió publicándose. Era un fenómeno de masas alimentado por impresores activos y lectores ávidos de nuevas obras”, explica Ulla.
Otra de las claves de este éxito la aporta el propio formato. “Imprimirlas y comprarlas era barato. La gente las adquiría con mucha más facilidad que el otro formato habitual de impresión: 12 comedias reunidas en un mismo libro. Digitalizar las sueltas es importante por lo endebles que son; miles se habrán perdido, así que tenemos el deber de recuperarlas también por el valor que aportan como reflejo de su tiempo”.
Alejandra Ulla añade que alrededor del teatro del Siglo de Oro son muchas las historias por contar que ejemplifican su relevancia y el papel protagonista que ostentaban los impresores y libreros de la época. Es el caso de la librera Teresa de Guzmán, una figura en torno la que Ulla ha investigado con asiduidad, que en el siglo XVIII financió la impresión en formato suelta de toda la obra de Tirso de Molina. “Se beneficiaron de estas ediciones, pero al tiempo ayudaron a distribuir las obras y a difundir la cultura”.