La mayor parte del consumo de energía en Europa, en torno a un 40%, lo producen los edificios. El 75% de estos se construyeron en una época donde no existían regulaciones, por lo que todavía se cuenta en un gran potencial de ahorro energético. Sin embargo, todavía hay pocas demoliciones y renovaciones. Y a los nuevos edificios inteligentes se les suma que deben ser eficientes… Demasiadas variables que pueden solucionarse con un una sola plataforma: su nombre es Advanced manaGement and cOntRol for buildings smArtness. Aunque se conoce como Ágora.
Ágora es un proyecto nacional realizado por ITCL, la Universidad del País Vasco, la Universidad de Burgos y las empresas Sensing and Control —que actúa como coordinadora—, y Lodi. Pero ha sido el centro tecnológico ITCL, o mejor dicho, sus expertos en el área de energía, los que han desarrollado dentro del proyecto un sistema para la mejora de la gestión energética de los edificios inteligentes. Concretamente, en el edificio piloto de Ágora, en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Burgos.
«La plataforma hace posible que los edificios se sumen al concepto de red inteligente, que engloba soluciones para el control y gestión de redes e instalaciones eléctricas de los edificios con el ánimo de aminorar costes y contaminación», explican desde el ITCL. El centro, además, ha empleado dentro de Ágora un sistema de valoración llamado Smart Readiness Indicators (SRI), desarrollado por la Unión Europea.
Los indicadores de los edificios «normales»
Este SRI lo que hace es establecer siete indicadores, cada uno de ellos con su correspondiente método de cálculo, que evalúan edificios «normales» y comprobar el estado en el que están, si están preparados para ser «inteligentes», si pueden integrar tecnologías o si están dispuestos a mejorar su eficiencia energética y su sostenibilidad.
Para completar los indicadores se recopila información del edificio identificado todos los tipos de sistemas con los que cuenta, así como la conformidad de los vecinos a través de cuestionarios —se les pregunta por conforto, conveniencia, flexibilidad energética, etcétera—. De este modo, se comparan los valores iniciales con los que podrían ser un proyecto final, y se calculan las mejoras que se pueden alcanzar a nivel de inteligencia.
Así, en el edificio piloto han logrado diseñar soluciones, a partir de estos indicadores, con sensores avanzados, sistemas de monitorización y una arquitectura de datos optimizada para mejorar la conectividad y seguridad de la información. Además, han instalado nuevos equipos de generación y almacenamiento eléctrico, junto con diferentes elementos pasivos de aislamiento térmico.
«A través de estas mediciones, se desarrollarán modelos energéticos que permitirán evaluar el rendimiento del edificio y su potencial de optimización. Este trabajo facilitará la toma de decisiones basada en datos, contribuyendo a la eficiencia energética, la descarbonización y la adopción de nuevos paradigmas en la gestión de la energía», aseguran desde el ITCL.
Proyecto Ágora y la termoeconomía
«Con este proyecto —indican en el dossier de prensa del ITCL—, queremos llevar al mercado una solución holística inteligente capaz de promover un consumo de energía y agua más sostenible desde el productor hasta el consumidor final».
También se habla mucho en Ágora sobre el concepto termoeconomía. Al final, hay que considerar la eficiencia de un edificio también pasa por minimizar la pérdida de calor en invierno y la ganancia de calor en verano, reduciendo el consumo total de energía del edificio.
Para ello está este concepto de construcción inteligente, que tiene como objetivo detectar los puntos de mayor consumo (y costos) para obtener una imagen del proceso de formación de costos del sistema. «Todos estos métodos [y otros] se pueden probar y mejorar en Ágora y estudiando su implementación en edificios piloto bien equipados».