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Ivan Monells (Brava Fabrics): «El proceso para que alguien quiera tener tus productos en su armario es muy largo»

Imagen de la colección lanzada por Brava Fabrics junto a la artista Coco Dávez.

Brava Fabrics remite al Mediterráneo que la vio nacer o a una buena canción inspirada en el verano. Pero también a la valentía de sus fundadores por meterse en un jardín, el de la moda, del que no conocían más que sus gustos personales. Sin embargo, para Iván Monells y Ramón Barbero – CDO y CEO de Brava respectivamente- no había otra opción: tenían que poner en marcha algo juntos, el qué era lo de menos.

“Nos conocimos cursando el MBA de ESADE, con el que queríamos aprender algo más de cuestiones de negocio. Ambos éramos ya emprendedores”, explica Monells a este periódico. “No éramos unos seniors, pero tampoco dos chavales que acaban de salir de la universidad. Nos tomamos muy en serio nuestro trabajo de fin de master, una empresa ficticia, un mix de Deliveroo con Airbnb, que funcionaba muy bien.

Después del máster se pusieron manos a la obra con las ideas de base claras: debía tratarse de un área de negocio poco especulativa y que generara ingresos desde el primer día. “No nos apetecía una iniciativa en la que hubiera que avanzar mucho capital o estar años desarrollando un software antes de salir al mercado. Pretendimos ser escalables, sí, pero generar cash de inicio”.

Crecimiento realista

El ecommerce reunía los ingredientes que buscaban. En EEUU ya marcaban tendencia las marcas nativas digitales. “Además, nos fascinaba la parte de crear una marca. Optamos por la moda masculina (hoy también femenina) porque nos interesaba personalmente pero, sobre todo, porque los datos macro del sector en cuanto a crecimiento en ecommerce eran muy positivos”, detalla Iván Monells.

Sin la más mínima experiencia previa en textil, aprenden todo de cero. “No hicimos un viaje inspirador a la India, nuestra historia es más sosa. Fuimos muy de escuela de negocios: análisis de mercado, riesgo y oportunidad”. Así nació Brava Fabrics en el año 2015. “Empezamos como hormiguitas”, recuerda Monells. La inversión no resultó un problema. Primero avanzaron con sus recursos, un préstamo ENISA y otras ayudas disponibles para emprendedores. El venture capital llegó después. “Creo que estuvo bien no conseguir mucho capital al principio. Nos hizo ser más realistas”.

“Ser sostenible no tiene por qué ser aburrido”

Mientras absorbían conocimientos sobre cómo se confecciona una buena prenda o cuál era el mejor algodón, Monells y Barbero tienen que dotar a Brava Fabrics de una identidad definida. El primer producto estrella de la firma son las camisas estampadas (hoy un 20 % de las ventas, mucho más diversificadas). “Quizá no sabíamos mucho de moda, pero sí de diseño gráfico. Entendimos que la diferenciación es fundamental en el universo digital de Facebook e Instagram”.

“Existen miles de alternativas en el mercado”, continúa Iván Monells. “Pienso que somos una marca de estilo de vida. Lo cierto es que no seguimos mucho las tendencias. Al final, una marca fideliza por los valores que transmite, y en nuestro caso son sostenibilidad, diseño, trato al cliente y experiencia con la marca. En los últimos años hemos dado pasos de gigante, pero el proceso para que alguien quiera tener tus productos en su armario es muy largo”.

Del apartado creativo se encargan diseñadores de Brava Fabrics, artífices de creaciones originales. Puntualmente pactan colaboraciones de lujo, como la que mantienen con la artista Coco Dávez, protagonista de uno de los #DesayunosDeInnovación organizados por Innovaspain en Deusto Business School. “La gran diferencia respecto a otras marcas con valores es el diseño. La tónica general de nuestra competencia directa es que son sostenibles, pero en diseños básicos, que nunca caducan y es posible llevar muchos años. Creímos que ser sostenible no tenía por qué ser aburrido”, asegura el cofundador de Brava.

I+D, karma y compromiso

En Brava Fabrics utilizan solo materiales producidos de forma sostenible. En el proceso de fabricación de una prenda, la firma es capaz de reducir el impacto ambiental generado en un 75% y el consumo de agua en casi un 90%. “Para que una camiseta te cueste tres euros significa que hay mucha gente explotada a lo largo de la cadena de valor y que el medio ambiente también sufre de esas malas praxis”, afirma Monells.

Brava opta por asumir toda su producción en España, y más tarde también en Portugal. “Queríamos asegurarnos de que no se producía ninguna vulneración de los derechos humanos. No promocionamos ni ‘vendimos’ estas decisiones, fue más bien una cuestión de karma personal. De otra forma no habríamos estados cómodos”.

Iván Monells (izquierda) y Ramón Barbero, fundadores de Brava Fabrics.

Paulatinamente, la marca ha ido mucho más lejos en su evolución de firma social y ética a empresa sostenible. “Ello implica hacerse muchas preguntas. De dónde vienen y qué alternativas tengo en los materiales de las telas, pero también en los hilos, los botones, las etiquetas o el packaging. Descubrimos que para cada material digamos, tradicional, existía una alternativa más sostenible”.

Empezaron por el algodón orgánico y continuaron con todo lo demás. “Ahora decimos orgullosos que trabajamos con una red de proveedores certificados convenientemente. ¿Es más caro? Sí, pero poco. Lo más complicado ha sido localizarlos a todos. Orquestar el proceso”, declara Iván Monells.

Multiplicar opciones

El otro gran salto de Brava Fabrics fue pasar de lo puro digital a la omnicanalidad. “Desde el minuto uno los clientes nos consultaban acerca de dónde probarse la ropa. En la oficina, ubicada en un coworking, no teníamos probador, así que usábamos los baños. A medida que la marca crecía, aquello se llenaba de gente. El punto de inflexión se produjo el día que colapsamos el ascensor”, recuerda.

En ese tiempo, Brava Fabrics se dejaba ver en espacios físicos efímeros donde acudía el que en teoría era su cliente tipo, como el Mercado de Diseño en Matadero Madrid. “Descubrimos muchas cosas, como que las mujeres compraban las camisas de hombre y después encargaban a su modista que las adaptaran. En definitiva, constatamos que el contacto con el cliente era clave. Los esfuerzos en marketing cundían mucho más si sumábamos la presencia física”.

El giro a la omnicanalidad siginifica que, además de la tienda online (su principal canal de venta) encontramos la ropa de Brava en dos tiendas físicas propias en Madrid y Barcelona, 30 marketplaces y más de 200 tiendas multimarca.

Buenas perspectivas

En 2022 esperan rozar los 5 millones en ventas. “A lo largo de los primeros 6 meses del año nos hemos desviado menos de un 1 % de nuestros planes, lo estamos siguiendo a la perfección”, señala Iván Monells. Recientemente, Brava ha abierto una ronda de financiación de 500.000 euros de la mano de La Bolsa Social en la que todos podemos participar a partir de los 1.000 euros.

En los próximos años, prevén crecimientos anuales del 30 %, pero con rentabilidad y caja “claramente” positivas. “Buscamos ser sostenibles también en lo financiero. Hemos optado por un crecimiento más sostenible en los números en lugar de levantar grandes rondas de financiación cada año y crecer artificialmente. En nuestro recorrido, Brava Fabrics siempre ha sido rentable, excepto dos años, y uno coincidió con lo peor de la pandemia. Su evolución responde al perfil de riesgo de quienes estamos detrás”, concluye Monells.