Presidir la Unión Química Internacional (IUPAC) ha convertido a Javier García en el único español al frente de una agrupación científica internacional. Esa singularidad le acompaña en otras facetas de su vida: es también el representante de nuestro país en el comité de tecnologías emergentes del Foro Económico Mundial, dirige la Cátedra Ciencia y Sociedad de la Fundación Rafael del Pino, preside la Academia Joven de España que contribuyó a crear, lanzó con una patente obtenida en el MIT la empresa Rive Technology cuyo catalizador está presente en las principales plantas de refino de petróleo del mundo… hoy defiende, informe en mano, un mayor diálogo entre la ciencia, la empresa y la sociedad.
Acabas de participar como ponente en Arabia Saudí en un evento sobre el futuro de su economía. Háblame de la estrategia de algunos países para avanzar hacia productos de más valor añadido.
Como muestra de su ambición y su foco, un país como Arabia Saudí nos ha invitado a algunos de los mejores expertos del mundo a pensar juntos sobre cómo transformar su economía. Hay que imaginar el enorme reto y también la oportunidad para las 400 personas que estuvimos allí de repensar el modelo económico de un país como Arabia Saudí, bajo el esquema siguiente: que su principal recurso natural, el petróleo, no se transforme en combustible, porque son conscientes de que no hay que ir hacia allí.
¿Qué podemos hacer con tecnología para que ese petróleo se convierta en materia prima para otro montón de productos de alto valor añadido? Creo que dice mucho de ellos, de su liderazgo, de su visión, que inviten a científicos de todo el mundo a repensar el futuro de su economía. Me pareció espectacular. Eso es un poco lo que intentamos hacer nosotros en la Fundación Rafael del Pino de una forma más humilde con nuestro informe: invitar a los mejores para, teniendo en cuenta cuál es el modelo económico español, nuestros recursos, repensar el modelo de nuestra economía.
En estos tiempos de incertidumbre, se pone en valor, en efecto, la contribución de la ciencia a la economía.
Lo que antes parecían temas que sólo interesaban a los científicos, como los algoritmos, la nanotecnología, la edición genética, hoy se han convertido en nuevas industrias. Durante la pandemia nos quedó claro que la ciencia era fundamental para luchar contra las enfermedades. La siguiente lección que estamos aprendiendo en los últimos años es que también esta ciencia de frontera, rompedora, lo que se llama deep science, está dando forma a las nuevas industrias, está transformando sectores completos.
"La ciencia de vanguardia se ha transformado en ventaja competitiva"
Los sistemas de inteligencia artificial basados en lenguaje natural nos permiten interactuar directamente con las máquinas, ya no es necesario saber código, podemos hacerlo con lenguaje directo, en español. Y nos estamos dando cuenta de que es en esas empresas de futuro donde está la nueva inversión, la ciencia de vanguardia se ha transformado en una ventaja competitiva.
El problema es que atravesamos un momento muy complejo desde el punto de vista de la información que nos llega y de cómo gestionarla.
No estoy seguro de que la nanotecnología o la edición genética nos ayuden a tomar mejores decisiones, pero a la hora de invertir, a la hora de pensar en el tipo de economía que queremos tener, no podemos olvidarnos de la ciencia de frontera, porque es ahí donde se están creando las empresas del futuro. Los grandes científicos se están convirtiendo también en fundadores de empresas. Creo que ese es el cambio fundamental que estamos viendo en los últimos años.
En el caso de OpenAI, ha sido un grupo de matemáticos, de científicos de datos, el que ha creado la empresa de mayor crecimiento de los últimos años. En las últimas semanas hemos visto cómo, frente a los criterios de rentabilidad económica, ha sido tener a los mejores científicos en la empresa, lo que ha determinado quién dirige OpenAI.
En este clima de reflexión sobre el papel de la ciencia y la empresa, dime: ¿cómo puede ayudar en concreto la química a la economía?
De una manera fundamental. De la misma manera que estamos viendo la electrificación del transporte, hoy en día toda la industria química necesita electrificarse, es decir, abandonar los combustibles fósiles como fuente de energía y materia prima. Eso va a hacer que sea uno de los mayores consumidores de energías renovables mediante su electrificación, pero también la transición energética va a ser posible solo a través de la química, es decir, con el descubrimiento de combustibles alternativos a los fósiles.
La química tiene un papel fundamental en todo lo que son nuevos materiales, como hemos destacado en la Cátedra Ciencia y Sociedad de la Fundación Rafael del Pino que dirijo al hablar, en nuestro informe 'Diez Tecnologías Emergentes para Impulsar España (INTEC 2023)', de las fibras inteligentes y de la computación cuántica. La construcción, la microelectrónica, la fotónica, dependen de nuevos materiales que todavía no existen y que estamos inventando ahora, por eso se van a convertir en la base de nuevas economías.
¿Y cómo se encuentra la carrera de la descarbonización? ¿Vamos por el camino adecuado?
Sí, vamos por el camino adecuado, pero no con la velocidad adecuada. Las plantas químicas que se construyan hoy serán las que funcionen dentro de 10 años. En Huelva se está construyendo la mayor de metanol verde de Europa, hay algunos esfuerzos en ese sentido. Pero para que, dentro de 10 años, la toda la industria energética y los combustibles cambien, deberíamos estar viendo ya construir las plantas. Sin embargo, existe una enorme incertidumbre, las empresas petroleras no invierten lo suficiente en exploración porque no saben cuál va a ser el futuro de los combustibles fósiles y eso está en parte relacionado con el encarecimiento del petróleo y con las dudas sobre las nuevas fuentes de energía.
"Las empresas petroleras no invierten lo suficiente en exploración"
También influye la especulación en el ámbito de las materias primas, fundamentales para la electrificación del transporte y de la industria química. Se están haciendo avances, ha pasado de ser una simple conversación a empezar a implementarse, a ver incentivos y regulación, pero se mueve despacio y, sobre todo, en algunas partes del mundo donde se siguen construyendo plantas basadas en carbón o en gas natural.
¿Por qué tiene que estar la sociedad atenta al informe de la Cátedra Ciencia y Sociedad que diriges en la Fundación Rafael del Pino?
Porque su vida, sus empleos, la economía, la forma de interactuar, de informarse, de conocer, todo su futuro va a depender de estos grandes asuntos. No hay libertad sin conocimiento, es fundamental tener una sociedad informada para poder tomar decisiones de forma libre y con datos encima de la mesa. Hay que hacer ese cambio hacia la economía del conocimiento, más compleja, de alto valor añadido, en la que podamos hacer cosas que otros no sepan hacer, que no puedan hacer. Desde el punto de vista de la Administración, ese conocimiento es útil para sacar provecho a la inversión pública en investigación, para asegurarnos de que todo ese conocimiento que genera nuestro país se va a traducir en creación de empleo y de riqueza.
¿Dónde están las oportunidades que nos estamos perdiendo según el informe?
Hay muchísimas. La innovación no es un resultado de la inversión en I+D, sino que tiene su propia dinámica y responde a sus propios incentivos, a necesidades de mercado, a la regulación, a los diversos actores. Desde el punto de vista de las oportunidades siempre las he divido en tres pilares. Uno es la transición energética, ahí nos estamos perdiendo la oportunidad de transformar los electrones en moléculas de alto valor añadido, es decir, pasar de ser la fábrica de electrones verdes de Europa a producir nosotros moléculas de alto valor añadido: metanol, amoníaco, hidrógeno, y a partir de ahí productos refinados, mejores fertilizantes, acero con hidrógeno verde bueno.
El otro es la salud, hacer un mejor uso de los recursos públicos, un sistema público más eficiente y una medicina más personalizada en una población que está envejeciendo. Por último, el reto de la digitalización, que es transversal. Prácticamente todos los sectores de la industria española están digitalizados, es decir, ya no se mide analógicamente, hoy medimos todo digitalmente: número de pasajeros, de pacientes, de consumidores… el tema es qué hacer con el dato. Esa es la oportunidad que nos estamos perdiendo con la inteligencia artificial: pasar de la digitalización al uso inteligente del dato.
Fuiste también el impulsor de informe de '10 tecnologías emergentes' del World Economic Forum. ¿Cómo se complementan ambos trabajos?
La diferencia fundamental es que el informe español responde a una realidad. Tenemos un reto y buscamos tecnologías que nos aporten valor para solucionarlo. Como en el caso de los incendios, necesitamos tecnologías que lo solucionen. El informe del Foro Económico Mundial es diferente, ahí queremos llamar la atención sobre la tecnología, es decir, no la asociamos a un reto. El informe español es mucho más de prospectiva, parte de una realidad, de unas necesidades de unos de un DAFO, y responde con tecnologías concretas.
"El déficit de confianza en las instituciones es un lastre para alcanzar acuerdos internacionales"
A propósito, ¿qué esperas del próximo foro de Davos? ¿En este contexto tan complejo en el que es tan difícil llegar a acuerdos, en el que la confianza es quizás la moneda de más valor ahora mismo?
En un tiempo de incertidumbre como el actual, es importante tomar en consideración tres cosas. La primera es la confianza, en efecto. En los líderes políticos, en los acuerdos internacionales, en Naciones Unidas, hay un gran déficit de confianza en las instituciones. Y no voy a entrar en el caso español, porque ahí ya ni te cuento. El otro valor clave ahora es el propósito, es decir, ¿qué propósitos nos unen? ¿Son los Objetivos de Desarrollo Sostenible? Pues no parece que vaya por ahí, por cómo estamos actuando. ¿Es la seguridad jurídica, es el Estado de Derecho, son las democracias? Hay un enorme debate sobre cuál es el modelo, sobre qué es lo que estamos construyendo.
Davos siempre ha abogado por las democracias liberales y el libre comercio, pero hoy en día todo eso se pone en cuestión por el declive de Europa, por el ascenso de China, por cómo se están precarizando las democracias en todo el mundo. La tercera gran cuestión, y en esto estoy completamente sesgado, es la ciencia como solución: a la hora de medir, de tomar decisiones y de darnos las soluciones que necesitamos a los grandes problemas que nos enfrentamos. La ciencia nos permite conocer la causa de los problemas y nos da las soluciones para resolverlos.