Después de trabajar para grandes empresas durante toda su trayectoria profesional, Javier Goikoetxea decidió dar un vuelco total a su vida. Utilizando sus propias palabras, se cayó del caballo. “Durante mi último trabajo en una multinacional, me di cuenta de que algo pasaba cuando empezó a dolerme la tripa los domingos porque muchos lunes tenía que despedir a empleados”, afirma. En ese momento descubrió que tenía que dejarlo.
“No es que abandonara la zona de confort, es que me tiré de ella”. A sus 50 años y con cuatro hijos, habló con su mujer y ambos decidieron que era hora de dejar un trabajo que le consumía por dentro. En esos momentos de cambio, de replantearse toda una forma de vida, volvió a coincidir con dos amigos que hacía años que no veía. “¿Por qué no nos juntamos para hacer lo que sabemos hacer pero de una manera ética?”, se preguntaron tras muchas conversaciones. Y así, basándose en la Economía del Bien Común, la Economía Circular y otros planteamientos similares (unas teorías que hace tres años estaban en una fase muy incipiente), decidieron montar una consultoría con el formato de cooperativa.
BIKOnsulting ayuda a empresas y organizaciones a funcionar en su día a día de una forma coherente y ejemplar, siempre teniendo claro su disposición a “compartir conocimiento”. “La economía colaborativa viene a ser eso”, añade. Intentan que sus clientes capten todo lo que ellos saben sobre nuevas economías para que, con el tiempo, puedan volar por su cuenta. “Más que consultores, nos denominamos acompañantes”, afirma Javier Goikoetxea, que el pasado mes de abril participó, en Málaga, en el Foro NESI.
Golpes de la vida
Está convencido de que es “una tendencia al alza” que las empresas busquen algo más que el simple beneficio económico. Puede haber ayudado “el momento de crisis en el que estamos”. Y remarca “en el que estamos” porque “quien diga que ya ha pasado, miente”.
Por su experiencia, cuando una compañía decide apostar por la honestidad suele ser por una decisión casi personal del gerente o propietario, normalmente a raíz de “un accidente o situación traumática, de un golpe de la vida que hace que te replantees todo”. Otras veces ese cambio se debe a un momento de emergencia en la propia organización, aunque son las menos porque, en situaciones de dificultad, “se suele pensar que los experimentos, mejor con gaseosa”. “Muchas personas entienden que es un experimento, cuando la realidad es que es una forma muy buena de superar crisis”, añade el impulsor de la Asociación PlanBIKO por el Bien Komun y presidente de la Economía del Bien Común en Euskadi.
“Si haces las cosas de una manera ética, democrática, participativa, solidaria y sostenible; si tienes en cuenta a las personas en el sentido más amplio (tus proveedores, tus financiadores, tus clientes, tus empleados, tu región…) todo cambia a mejor”, añade Goikoetxea, quien advierte de la tendencia al individualismo en la sociedad actual. “Cada vez socializamos menos y el palo selfie es un ejemplo tonto pero clarísimo: antes se pedía a la gente que te sacara una foto, había un contacto”.
Todo esto se refleja en el mundo empresarial: “Cuando no hay cariño ni cohesión, crece el absentismo y cae la productividad”. En BIKOnsulting no venden humo. “Proponemos métricas de impacto que te permiten medir lo que estás haciendo en la organización de manera ética y esto te va a ayudar a crear tu propia hoja de ruta”. Los pasos son: análisis, reflexión y puntos de mejora. Y actuar de forma paulatina para evitar los cambios traumáticos. “Los resultados llegan, pero todo esto requiere un tiempo”.
De Vitoria a Bomabay
Este emprendedor navarro es optimista con el futuro. “La gente tiene que ser consciente de que solo tenemos dos caminos: seguir como vamos o cambiar. No hay más opciones y tenemos que empezar a ponernos las pilas con los chavales, con la educación”. La esperanza, por tanto, está en las nuevas generaciones.
De momento, BIKOnsulting intenta aportar su grano de arena para propiciar ese cambio. Han ayudado al Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz a poner en marcha la Escuela Abierta de la Ciudadanía, un espacio de encuentro y formación en participación ciudadana. El Consistorio destina tres millones de euros de su presupuesto a invertir en las medidas que proponen los vecinos y, aunque se presentaron casi 250 proyectos, solo quedaron 60 porque el resto no estaban bien enfocados. “Te das cuenta de que la gente puede tener voluntad, pero necesita aprender a participar”, afirma Javier Goikoetxea.
Trabajan también en otros países. De hecho, están inmersos en un proyecto de la India para emponderar a la comunidad leprosa de Bombay. Se trata de ayudar a un grupo social en riesgo de exclusión a través de la creación de una fábrica de calzado en la que ellos mismos estarán empleados. “A los leprosos les salen escaras en los pies y por eso se les hace un calzado especial muy blandito –afirma–. Se pensó en que eso se podía llevar a otros mercados: calzado cómodo para todos”. Los beneficios obtenidos con esta industria, que podría estar lista a finales de 2018, se destinarán íntegramente a medicación, atención en hospitales y otras necesidades de estos enfermos.
La última pregunta es casi obligada. ¿No te arrepientes de aquel cambio que hiciste a los 50 años? “Por favor, por favor”, responde casi ofendido.