Javier Goyeneche y cómo convertir a ECOALF en “una de las mejores empresas para el mundo”

El empresario interviene en ‘Mañana’. “No creo en una moda que cambia cada tres meses”
Javier Goyeneche. (Imagen: ECOALF).

Hace unos meses Javier Goyeneche recibió una llamada desde Bruselas. Una abogada, representante del lobby del plástico, le traslado su malestar y el de su titánico cliente con el contenido de algunas de las intervenciones públicas del fundador de ECOALF. “Le respondí que no tenía nada en contra del plástico. El problema es cómo lo utilizamos”. El empresario ha participado esta semana en ‘Mañana’, el evento organizado por Barrabez.biz y Enisa en Madrid, donde ha dejado patente cómo la rentabilidad empresarial no está reñida con la firme apuesta por un planeta más sostenible.

La idea de ECOALF empezó a rondar la cabeza de Goyeneche en el año 2009.  “Fabricar ropa reciclada fue nuestra intención desde el inicio, pero siempre y cuando pudiéramos ofrecer un producto de calidad y bien diseñado”. Cumplir con esa voluntad no es sencillo hoy, y lo era aún menos hace una década. “En 2010 los tejidos reciclados no reunían las condiciones que buscaba”.

Durante años viaja por todo el mundo hasta que, cerca de Taipei recibe una buena dosis de inspiración tras conocer a una mujer que reciclaba botellas de plástico para fabricar alfombras. Desde entonces, la firma ha desarrollado más de 470 nuevos tejidos reutilizando redes de nylon, neumáticos, deshechos del café, lana y algodón usados… “Hacen falta 70 botellas de plástico para cada metro de tejido. Desde que unas redes de nylon se convierten en una prenda hay que dar siete pasos frente a los 17 necesarios con los derivados del petróleo. El ahorro es considerable”. 

En 2013, la empresa había ganado suficiente músculo como para empezar a dialogar con los clientes. Definida por Goyeneche como una compañía multicanal, venden sobre todo a través de tiendas multimarca, y cuentan con tienda física en Madrid, Berlí y Barcelona (pronto en Málaga y Ámsterdam). ECOALF es valedora del sello Global Recycled Standard y es la primera marca de moda española con certificado B Corp. “Estuvieron un año auditándonos y lograrlo fue todo un orgullo. Supone que quizás no sea una de las mejores compañías del mundo, pero sí una de las mejores para el mundo”.

Entre las iniciativas locales de la compañía, el empresario destaca el acuerdo con SIGNUS y el Centro Tecnológico de Calzado de La Rioja para convertir polvo de neumático de tractor en las famosas flip flops de la marca. Aparentemente sencillas, estas ‘chanclas’ esconden un complejo  (y premiado) proceso de I+D. “No usamos pegamentos ni coagulantes; sólo calor”.

En Taiwán, junto a un socio local, recogen restos de café de la cadena 7 Eleven. Residuos húmedos que mezclan con polímeros de plástico y que derivan en productos de calidad debido a las bondades naturales del café, que no necesita de añadidos químicos extra para que el resultado sea óptimo. “Son sólo dos ejemplos de acciones concretas. Un punto importante es que ECOALF nunca mueve la basura. Si reciclamos en España, el producto final se fabrica en España. Lo mismo en el resto del mundo”.

Modelo compro-tiro

ECOALF también reutiliza la lana, vieja veterana del reciclaje desde el SXIX. Con el algodón las cosas no son tan sencillas, aunque usan el sobrante de las fábricas y el que todos tiramos. “El algodón es muy intensivo en agua –una simple camiseta necesita 7.000 litros en su fabricación- y, en un mundo que se ha llenado de camisetas de 3 euros, el modelo no funciona, no es sostenible”.

La práctica del compro-tiro es parte de la perversión en la que, a su juicio, ha caído la industria de la moda, “una promoción continua de la que ECOALF no quiere formar parte”. La compañía salió de Amazon porque la empresa norteamericana subió los precios de sus prendas sin aviso previo. También dejó de fabricar su exitoso forro polar porque desprendía fibras al lavarlo. “Algunos nos critican alegando que nuestros diseños son básicos cuando en realidad son atemporales. No creo en una moda que cambia cada tres meses. Nosotros tomamos decisiones; se trata de que todos lo hagamos”. 

Otros obstáculos a los que se han tenido que enfrentar en estos seis años tienen que ver con luchar para erradicar el concepto peyorativo que afecta al producto reciclado. “Hay que dejar de pensar que la basura es un residuo que no tiene valor”. Por otro lado, hay quienes les perciben como una firma cara. “Es cierto que, a día de hoy, lo sostenible no tiene un precio bajo –coches, comida ecológica-; no creo que seamos caros, tampoco baratos, pero si aplicáramos los márgenes reales tendríamos que subir los precios un 25 %. La clave no es otra que el volumen. Cuantas más marcas apuesten por nuestra estrategia, más bajarán el precio los fabricantes”.

Tampoco es fácil predicar con el ejemplo y reciclar sus propias prendas. Para solucionar esta complejidad, ECOALF se ha aproximado al Instituto de Investigación de Textiles y Confecciones de Hong Kong (que recibe un sustancial apoyo económico de la Fundación H&M) y a sus avances en un proyecto para abrir franquicias de reciclaje de productos terminados donde será posible reciclar varios materiales a la vez, un tema no del todo resuelto hasta el momento. 

Alianzas sí, pero no a cualquier precio

Desde 2013, ECOALF ha emprendido aventuras paralelas con Apple, Swatch, Room Mate, Sybilla, Felder Felder o Goop. Colaboraciones que Goyeneche cree que no pueden ser tan perecederas como una simple acción de marketing. “Somos un equipo pequeño, con poco tiempo disponible, pero nos encantan trabajar con otros”. Pronto lo harán con Camper y con otra firma española que aún no puede desvelar.

“Cuando nos aliamos, ponemos a disposición de la otra marca nuestra I+D, los tejidos o la experiencia de ECOALF en proyectos de preservación de los océanos, pero tienen que ser acuerdos que nos motiven; las marcas nos tienen que gustar, han de creer de verdad en transformar su compañía hacia un modelo sostenible. Es algo que sucede pocas veces”.  

Respecto a nuevas líneas de negocio previstas, el empresario señala que desde hace un año tienen sobre la mesa un proyecto para vender tejidos y dar salida a parte de la inteligencia de mercado de la que son responsables. “Aún no estamos preparados. Nos llama muchísima gente de sectores muy dispares y sería una vía de colaboración con emprendedores y diseñadores.  Es un negocio distinto, que requiere de un equipo propio, de un almacén amplio. Lo estamos estudiando”.

El 75% de la basura del mundo está en el fondo del mar

Javier Goyeneche considera que ‘Upcycling the Oceans’ es su proyecto más ambicioso. “Un pescador me dijo que le acompañara para ser testigo de la cantidad de basura que se mezclaba con el pescado en sus redes. De vuelta en Madrid, me puse en contacto con la Cofradía de Pescadores de Alicante. Tuve la suerte de que ellos me ayudaron a convencer a tres voluntarios para instalar unos contenedores en sus barcos. No sabíamos qué pasaría, si podríamos hacer hilos con esa basura extraída del fondo del mar mediante pesca de arrastre”.

Hoy son 3.000 los pescadores involucrados en España y 400 las toneladas de basura ‘recuperadas’. “Donde no estamos es porque no hay arrastre”, afirma Goyeneche, para quien la iniciativa ha crecido gracias a los pescadores. “Ellos son los  grandes protagonistas, y ayudan de forma desinteresada”. Cada semana, ECOALF recoge los contenedores de los barcos y los lleva a plantas de categorización de residuos, donde son separamos. La empresa se queda con las botellas de plástico.

‘Upcycling de Oceans’ también ha llegado a Tailandia en colaboración con una empresa del gobierno central. “Allí el problema de España se multiplica por 10. Hicimos una prueba con 1.000 buceadores y en un solo día sacaron 7,5 toneladas de basura”. La administración central tailandesa reconoce que actualmente sólo gestiona entre un 20 y un 25 % de la basura, de la que apenas recicla un 3 %. “Nos topamos con familias que  vivían de recoger la basura en las islas, así que les dejamos gestionar nuestros contenedores y les compramos nuestra parte”.

Hace unos días el empresario volvió de la Toscana tras empezar a preparar la extensión del proyecto a todo el Mediterráneo. “Empezaremos con 32 embarcaciones”.

Este impulso no ha contado con ningún apoyo público. “El gobierno de la Generalitat Valenciana nos llegó a decir que nos cobrarían un impuesto por sacar la basura del fondo del mar y generar residuos. Nunca ha llegado. ¿No ven que estamos limpiando sus aguas?”.

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