Javier Gutiérrez Carretero, profesor de Lengua y Literatura Castellana e Historia en Secundaria y Bachillerato, ha ganado la VIII edición del certamen de Microrrelatos Científicos de la Fundación Aquae. En su relato, Gutiérrez ha querido transmitir la idea de la ciencia como motor de progreso científico que lleva al hombre a iniciar la exploración del universo desconocido, superando así sus propios límites físicos, pero cuyo cimiento –la lectura y la escritura- sigue estando vedado a millones de personas por motivos económicos, políticos, sociales y culturales
El jurado, en su valoración, ha considerado que Javier Gutiérrez tiene la “capacidad para generar una imagen a través de palabras y plasmar, de manera brillante y sin caer en el pesimismo –con hilos de colores–, el contraste entre la cruda realidad y los sueños. El relato reivindica el derecho a soñar y el derecho a estudiar”.
Él se animó porque sabía que existía el concurso. “Pero sin más, sin expectativas. A mí siempre me ha gustado mucho leer y escribir. En un máster estudié sobre el microrrelato y, la verdad, es que me apasionó el tema. Me gusta mucho esa brevedad y la considero muy complicada de llevarla a cabo".
A Javier Gutiérrez siempre le ha gustado leer ese tipo de narraciones breves, microrrelatos… “Pero insisto, iba sin expectativas. De hecho, cuando recibí el correo en el que me comunicaron que había ganado casi ni me acordaba de que lo había enviado porque estaba con toda la vorágine de la escuela”.
Cien palabras
“Miró al cielo a través de los sucios cristales de la ventana y empezó a soñar. Soñó que exploraba un planeta azotado por violentos vientos que barrían su superficie árida. / Soñó que viajaba por el espacio ignoto más allá de la oscuridad de millones de estrellas apagadas. / Soñó que viajaba en una nave impulsada por física cuántica. / Soñó que estudiaba en la Agencia Espacial Internacional. / Y, justo antes de volver a curvar su espalda, fijar su vista cansada en el telar y mover sus pequeños dedos con rapidez a través de hilos de colores, soñó que sabía leer y escribir”.
Javier Gutiérrez Carretero
El profesor, residente en Hospitalet de Llobregat, explica que la ciencia avanza cada vez más, algo que todos sabemos. “Pero también sabemos que, desafortunadamente, siguen habiendo personas en el mundo que, por diferentes circunstancias, no pueden tener la oportunidad de estudiar. La crítica va un poco por ahí, que haya más acceso al mundo de la educación, por eso lo de los “hilos de colores”: una forma de hablar de la explotación en países subdesarrollados. Aunque de forma genérica, quería plasmarlo”, ilustra. “Y es esta negación de un aprendizaje racional, que les introduzca y guíe por los confines del conocimiento, la que les sitúa en un estadio de marginación –con todo lo que ello comporta– en donde tan solo les queda asirse a su capacidad ensoñadora sustentada en la imaginación”.
Una imaginación que, para él, es esencial en la educación: “Cuando toca explicar teoría, siempre les digo que sabemos que es aburrido, por lo que intento que desde la práctica podamos llegar a la teoría para que tengan más ganas. Si empezamos por la teoría, ya van desganados. Valen muchas cosas: desde microrrelatos en clase, recortes de periódicos, fragmentos de películas, series o lo que surja”.
Asimismo, explica que, “en educación, ninguna cosa nos va a hacer daño. Habrá cosas que nos pueden gustar más o menos, pero ninguna nos va a hacer daño. Y que para poder seguir soñando y para poder seguir manteniendo y, sobre todo, potenciando la imaginación, es básico leer, intentar encontrar a gente que nos motive, pedir consejo –a estas edades está todo por descubrir, que es lo más bonito– y que prueben cosas. Para chicos de esta edad, ya es mucho”.