“Todos somos creativos, pero es algo que debemos entrenar como un deporte. La creatividad es una herramienta para ser más felices, más efectivos en el trabajo, comunicar mejor las ideas o romper rutinas”. Esta es la premisa de la parte el diseñador gráfico e ilustrador Javier Royo, alias Javirroyo (Zaragoza, 1972), en “Dibujo, luego pienso” (Lumen), su último libro. En su particular Gimnasio de ideas, nos invita a ejercitar el cerebro, y a aprender a pensar y a escribir a través de dibujos y esquemas. El libro propone actividades, consejos y técnicas para que la imaginación vuelva a ser protagonista en todos los ámbitos de nuestro día a día.
“Los animales y las plantas también son creativos. El ratón elige la ruta más rápida para escapar de su depredador. La planta busca la luz. En el libro hablo de creatividad quizá en su acepción menos artística, sino vinculándola a la comunicación”, explica a Innovaspain Javirroyo. Ilustrador en El País, Visual o El Semanal, creador de la marca de vinilos decorativos Chispum, el fundador de El Estafador recuerda que cuando empezamos a escribir también dibujamos. “Venimos de los sumerios, de sus signos y símbolos, o de los jeroglíficos egipcios. Antes de Google dibujábamos a un amigo un mapa con la mejor ruta para llegar a un sitio que conocíamos. El dibujo es una herramienta que mantiene vivo su carácter innovador a la hora de plasmar ideas. Es hora de revitalizarla”.
La sopa cultural
El autor de “Dibujo, luego pienso”, insiste en esta tesis. “Es muy positivo que todos sepamos conceptualizar, representar conceptos con unas cuantas líneas y palabras. El libro está pensado para gente que no sabe dibujar, o más bien que cree que no sabe dibujar. Esto no va de tener el trazo de Leonardo Da Vinci, lo que propongo está más cerca de la metodología design thinking, de expresar y visibilizar lo que nos ronda la cabeza”.
La simpleza de los dibujos de Javirroyo es a la vez pura innovación que bebe de la consigna ‘menos es más’. “Tratamos de conectar ideas dentro de esta sopa cultural en la que nos movemos todos. Es lo que los alemanes llaman el espíritu de la época; una sociedad se desarrolla con una tecnología, una cultura y una forma de comunicarse determinada. Es una gran rueda. Pensemos solo en el antes y después del primer iPhone…”. ¿Y la revolución de la inteligencia artificial? “Ha eclosionado definitivamente. Frente a posibles miedos, creo que abre un espacio de trabajo impresionante. La creatividad ganará importancia en todo este cambio de época al igual que los conceptos de autoría y artesanía”.
Volver al origen
El vínculo con el lápiz y el papel comienza muy pronto. Al principio nos ayuda a ser conscientes de que nuestro sistema motor funciona. Movemos la mano con una pintura y ocurren cosas. Poco a poco, evolucionamos hacia representaciones más figurativas. El papel es un espejo donde dibujamos lo que nos rodea, nos conecta con el mundo. “Entablamos una bonita relación que dura hasta la secundaria. Si en un aula con niños y niñas de 10 años sugerimos que dibujen un marciano disparando en un territorio volcánico ninguno dudará y se podrán manos a la obra”. Este hechizo se rompe pocos años después.
Javirroyo considera que habría que revisar los planes educativos a fondo para otorgarle importancia que merecen a asignaturas consideradas menores, como el arte o la música. “Los niños y los adolescentes perciben ese arrinconamiento”. Existe además un problema de comprensión sobre el propio concepto de dibujo. “Entenderlo como algo artístico y solamente artístico juega a la contra de su función comunicativa”.
“Además”, añade, “debemos quitarnos de encima el pensamiento que asocia que un dibujo está bien hecho si es realista. Esto puede llevar a la frustración por no dar el nivel que se supone debemos ofrecer”. En sus talleres, Javirroyo rompe con este pudor. “Les pido que dibujen como si estuvieran escribiendo. Cada uno de nosotros tiene una caligrafía distinta. Ayuda a perder el miedo. No se trata de dibujar bien, para eso hay otros cursos. Sugiero una especie de ampliación de foco. Pongo sobre la mesa la posibilidad de hacer las cosas de otra forma y animar a los que nos rodean a soltarse también. El libro genera cierto buen rollo”.
“Los creadores únicos son un mito”
“Dibujo, luego pienso”, es un “amasijo de cosas” que tienen que ver con lo que su autor ha hecho “toda la vida”, que es dibujar, pero añadiendo el complejo ejercicio de mirarse desde fuera y entender mejor el porqué de algunas cosas. El texto se ve enriquecido por lo multidisciplinar. “Los creadores únicos son un mito”, asegura. Hay cabida para el diseño gráfico, la psicología o las neurociencias.
Dos neurocientíficos han colaborado con el autor: Mariano Sigman y Marta Turégano-López. Esta última, investigadora en la Universidad Autónoma de Madrid, experta en el campo de la sinapsis, empezó como alumna de los talleres de Javirroyo. “Me pareció muy interesante plasmar en el libro algunas de sus ideas: cómo funciona la memoria, la recuperación de recuerdos mediante el dibujo, su influencia en las conexiones neuronales. Es igual que salir a correr con un fisio al lado que nos explicase las funciones de cada musculo”.
Después de su lectura, confía en que la publicación provoque un efecto parecido a que le expresan los asistentes a los talleres. “Creo que sienten que se reconcilian con el dibujo de manera sencilla y simple. Desde el profesor que se atreve a empezar a conectar ideas con dibujos en clase, hasta el ejecutivo que, en sus reuniones de equipo, se sirve del dibujo como guía para sembrar las ideas que se traducirán en futuros productos o servicios”.
Lo siguiente
¿Algún día perderán por completo la fuerza el sonido del lápiz sobre el papel o el gesto de arrugar la hoja del cuaderno? “No mientras tengamos alguien cerca a quien mostrarle lo que hacemos. La tecnología está muy bien, pero en remoto la experiencia es distinta. Históricamente el ser humano ha innovador para hacer las cosas más rápido, ya fuera trabajar o expandir un imperio. Es inherente a la evolución humana. Sin embargo, creo que asistimos a un cambio de paradigma en el intento de conectar mejor el mundo digital y el entorno analógico para generar experiencias nuevas, híbridas, ricas también en el aspecto social”.
En este sentido, podemos decir que Javirroyo es un viñetista-influencer. Afirma que lograr más de 300.000 seguidores en Instagram ha sido un proceso bastante natural. “Por buscarle una explicación, siempre me ha gustado explicar las cosas que suceden a mi alrededor, contar historias, generar un relato. Mis dibujos priorizan o visual de un solo golpe, y eso funciona bien en Instagram. La imagen fija comunica de forma sencilla y ágil. Las redes son un medio de comunicación más para expresarme. El éxito de los Playmobil de nuestra infancia residía en su simplicidad. Las viñetas que publico son como una señal compresible en medio de una bulliciosa autopista”.