Apenas lleva tres meses al mando de Zaragoza Activa y Jesús Alquézar ya ha arrancado su ofensiva para lograr un reto que, como él mismo asegura, es «tan complejo como apasionante»: hacer de Zaragoza una ciudad verdaderamente innovadora. Sus primeros pasos marcan claramente una hoja de ruta basada en la innovación social, o como él mismo resume, «solucionar los problemas de la gente». Sobre el papel, Zaragoza Activa es un ecosistema público de emprendimiento e innovación social cuya misión global es mejorar las condiciones sociales y económicas de la ciudad, pero en la práctica es mucho más. «No somos un centro de emprendimiento al uso», asegura Alquézar, «sino un espacio en el que confluyen la inteligencia, tanto individual como colectiva, la creatividad y la innovación social, bajo el paraguas del emprendimiento colaborativo«.
Psicopedagogo y maestro, el nuevo director de Zaragoza Activa –anteriormente jefe de la Oficina Técnica de Empleo, Emprendimiento e Inclusión Social del Ayuntamiento de Zaragoza– reconoce que tras su llegada «había cosas que no podían esperar». Por ejemplo, el relanzamiento de Zaragoza Activa Las Armas, «nuestra segunda sede en pleno Casco Histórico de nuestra ciudad» o el lanzamiento del Centro de Nuevas Economías, también conocido como Centro de Economías Transformadoras. «Estoy realizando una tarea de diagnóstico porque Zaragoza Activa tiene muchos proyectos diferentes que han ido surgiendo a lo largo de los últimos ocho años y, consecuentemente, tienen un grado de consolidación diferente. Cada emprendedor es un mundo», explica.
Precisamente, en el ámbito de los emprendedores, Alquézar considera que Zaragoza, pese a que «no parece haber traducido en una mayor tasa de creación de empresas la recuperación en la actividad económica que se ha producido en los tres últimos años», el ecosistema goza de buena salud. «Se observa un incremento del espíritu emprendedor en aquellos que se lanzan a una iniciativa, puesto que algo más del 60% de estas se impulsan por emprendedores que perciben una buena oportunidad, frente a un 35% que lo hacen por necesidad».
Zaragoza, ante dos grandes desafíos
Para Alquézar, la incorporación de la mujer emprendedora y mejorar las fuentes de financiación para los proyectos son dos de los retos más importantes que Zaragoza tiene por delante. «Es cierto que en Zaragoza Activa encontramos muchas mujeres decididas a desarrollar su iniciativa emprendedora, y es cierto, que sus proyectos fallan menos en el medio tiempo, y que muchas de ellas se inclinan por emprendimiento con alto retorno social. Pero en el conjunto de Zaragoza, se sitúa en torno al 40%».
En materia de financiación, aclara que «es evidente que no es un problema de Zaragoza como ecosistema emprendedor, sino de todo el país, pero no es algo que nos deba consolar». En este sentido, Alquézar diferencia entre los distintos niveles y sectores de las administraciones públicas: local, autonómico, estatal, y también, las universidades. «El conjunto de las administraciones locales, especialmente las ciudades, están haciendo esfuerzos muy importantes en la generación de recursos y puesta a disposición de los ciudadanos de dispositivos favorecedores del emprendimiento y la innovación. Es, sin embargo, en el nivel estatal, donde más cosas podemos hacer, aunque algunas de las medidas tengan implicaciones locales».
Como solución, Alquézar propone aumentar la inversión en ciencia e innovación, «pero también eliminar barreras en una interminable burocracia que ahoga muchos de los proyectos». En este aspecto, no duda en mostrarse crítico con la clase política, a quien achaca parte de la responsabilidad de haber perdido desde 2009 unos 15.000 millones de euros de inversión en el sistema público de I+D+i. «Los políticos parecen no vislumbrar el hecho de que en la innovación se encuentra uno de los motores del progreso y del bienestar».
La revolución pasa por la universidad
Alquézar antoja imprescindible «un cambio radical, revolucionario y profundo del sistema educativo, incorporando los valores de la innovación y el espíritu emprendedor desde los primeros cursos hasta la universidad». Su reclamo surge a raíz de que las inversiones dedicadas a la innovación «fueron las primeras y las que más intensamente se vieron cercenadas en los tiempos de crisis». A su juicio, este es el detonante de que «hoy por hoy estemos en el vagón de cola de la innovación» (según algunos informes, España se sitúa en niveles de 2004 en cuanto a inversión de I+D+i). Sin embargo, Alquézar sostiene que España será capaz de revertir la situación. «Si alguna esperanza podemos rescatar esta debe pasar por las universidades, donde en los últimos años parece observarse un incremento en el capital intelectual innovador, situándose como el cuarto país europeo en innovación universitaria».