El director de Accesibilidad e Innovación de la Fundación Once, Jesús Hernández, pone el acento en la cantidad de innovaciones con las que nos hemos familiarizado que surgieron para resolver problemas asociados a la discapacidad. La entidad está en contacto con las grandes corporaciones, pero también con startups como Marsi Bionics en exoesqueletos y con empresas tecnológicas del ámbito de la robótica asistencial como Omron o Pal Robotics.
Pregunta: La Fundación ONCE está en una posición de demanda activa de tecnología, no simplemente pasiva.
Respuesta: Somos usuarios, somos expertos en accesibilidad, generamos tecnología, pero también ayudamos a que otros la generen y a que realmente tenga un resultado positivo, porque amplían el nicho de mercado. Hablamos de 1.000 millones de personas con discapacidad en el mundo y estamos asistiendo a un envejecimiento de la población. Japón, España, China son los países con mayor esperanza de vida. Impulsamos una tecnología de mayor calidad y que llegue a más gente y estamos en esa doble posición.
Pregunta: Hay servicios que ahora se desarrollan pensando la discapacidad, pero que van a ser útiles para otros públicos, como las personas de tercera edad de la economía gris.
Respuesta: Van a ser útiles para cualquiera, incluso para alguien que no tenga ningún problema de movilidad. No tenemos datos de ese salto, lo que conocemos son las tecnologías. No sé decir cuándo era un producto de apoyo un audiolibro y cuánto está ganando ahora Audible. ¿Qué le están aportando a Apple, Google o Microsoft los sistemas de reconocimiento de voz? Es una funcionalidad clave, si se la quitaran, se quedarían excluidos. Ahora mismo ya es un must el tenerlo.
¿Cómo es el diálogo de la Fundación ONCE con los grandes labs tecnológicos, desde Google a Meta o el MIT Media Lab?
Es un diálogo fluido. Hay instituciones, como el MIT Media Lab, con las que nos gustaría trabajar, pero tienen que hacer un esfuerzo de aproximación en materia de costes. Con Google hemos estado en el Accessibility Discovery Center de Londres viendo lo que están haciendo, hemos mantenido también una reunión con el responsable de accesibilidad de Microsoft. Con Amazon estamos trabajando y hemos desarrollado una skill para Alexa, sobre todo para el estado emocional.
¿Y con las startups?
Apoyamos a startups que ya están llegando al mercado, que tienen algo más que un prototipo. Seleccionamos tres o cuatro al año. Estamos encontrando en la Universidad y alguna spin off del CSIC, como Marsi Bionics, de exoesqueletos. Un catedrático que tiene una hija con problemas visuales ha desarrollado un producto para que pueda acceder a todo lo que aparece en el aula y, utilizando esa tecnología, ha conseguido que el porcentaje de alumnos que aprueban se incremente de forma exponencial, de un 20% a un 70%. Unos chavales han desarrollado una ducha completamente accesible, se llama Showy, puedes entrar con la silla de ruedas, gestiona el jabón, lo mezcla con el agua directamente y lava a la persona.
"Tenemos mucha base de datos de discapacidad, de empleo, de accesibilidad, que podemos ir conectando para generar modelos"
En el ámbito del brain computing interface, compañías como Neuralink están abriendo un campo de innovación en el que estáis también interesados.
En la Universidad de Berkeley estuve viendo un español investigador que había desarrollado una startup...
¿José Carmena?
Sí, efectivamente.
José Carmena, Álvaro Pascual-Leone, Rafael Yuste… en neurociencia tenemos a algunos de los mayores científicos mundiales, podríamos ser punta de lanza, pero iniciativas como Spain Neurotech no acaban de arrancar.
José Carmena me pareció espectacular, pero él lo estaba haciendo a través de tecnología implantada en el humano. El problema es el tiempo que requiere esa tecnología, las necesidades de financiación, el esfuerzo de investigación que hay que hacer para que podamos entrar. Hay problemas que también necesitan ser resueltos y que están mucho más cerca, con menos esfuerzo de I+D. Seguimos investigando en tema de datos, nos interesa muchísimo. El problema de los datos es, en primer lugar, quién es el titular, si son federados, la calidad, cómo está etiquetado. Ese tipo de cuestiones son fundamentales. Tenemos mucha base de datos de discapacidad, de empleo, de accesibilidad, que podemos ir conectando para generar modelos.
¿Cómo es el diálogo con los inversores? Mucha I+D acaba guardada en un cajón.
Estamos afrontando este tipo de inversiones con fondos propios e intentamos matchearlas también con fondos públicos. Lo realmente complicado es esa investigación financiada. Muchas veces te piden que acabes en un TRL, si no próximo a mercado, que esté en un TRL 6-7. Necesitas financiación extra para poder traccionar el proyecto a una solución de mercado, a un TRL 9, que es lo que está en la tienda vendiéndose. Eso tiene su complejidad, lo difícil es tener los primeros clientes. En el proyecto de robótica asistencial ya tenemos acuerdos de colaboración con grandes operadores de transporte del país para poder implantar y testar estos pilotos.
"El Centro Europeo de Accesibilidad, es una prioridad"
¿Cuáles son las líneas estratégicas de la Fundación ONCE en innovación?
Estamos en demasiado. Estamos muy centrados en el Centro Europeo de Accesibilidad, tratando de sacar ese proyecto de la Comisión Europea. Terminamos en 2026, tenemos que negociar con la Comisión a ver cómo quieren que quede, si hay continuidad o no. Estamos cumpliendo con lo que nos hemos comprometido, sobre todo, generando el mayor impacto en todos los países de la UE. Si en España tenemos diferencias entre las 37 comunidades autónomas, imagina España con Rumanía o Lituania o Finlandia. No tiene absolutamente nada que ver nuestra realidad, nuestra cultura, ni nuestro enfoque de la inclusión, con lo cual homogeneizar eso es un reto tremendo.
¿Y en clave interna?
Estamos desarrollando proyectos de base tecnológica para resolver problemas reales, siempre a partir de la innovación abierta. Tenemos en el Consejo Asesor de Accesibilidad a todas las entidades de personas con discapacidad. Les preguntamos dónde están teniendo más problemas o cuáles consideran prioritarios. De ahí surgieron los dos primeros proyectos de I+D: una plataforma de videoconferencia adaptada a personas sordas o con problemas visuales; y un proyecto de robótica asistencial para moverse con independencia y autonomía en grandes superficies, en un aeropuerto, en un hospital. Hemos trabajado con Omron y con compañías españolas desarrolladoras de robots como Bumerania, Star Robotics y Pal. Nosotros desarrollamos las interfaces accesibles que se puedan comunicar con el usuario para interactuar.
¿Qué tecnologías interesan a la Fundación ONCE?
Inteligencia artificial, big data. Hemos ayudado a Segittur a diseñar la arquitectura de datos de destinos turísticos inteligentes para la accesibilidad. Eso ayudará a hacer modelos para la gestión de los visitantes con algún tipo de movilidad reducida. Y estamos también con un proyecto de smart city. Pero ahora nuestra estrategia va a ser concentrarnos en los proyectos que creamos que van a tener una línea de investigación continuísta, porque si no nos vamos a dispersar muchísimo.
¿Smart cities? ¿Cómo ves la evolución del internet de las cosas para la discapacidad?
El problema que detectamos es el movimiento por la ciudad de una persona con discapacidad intelectual, cómo puede comprender lo que está ocurriendo a su alrededor, percibir toda la información. Cómo conviven con un carril bici que además está al mismo nivel que la acera, cómo conviven con las superislas en Barcelona, una plataforma única en la que la acera y la calzada están a la misma altura y conviven vehículos de reparto, monopatines, patinetes… es una auténtica locura.
La silver economy como generadora de negocio
¿Qué soluciones ofrecen mejores perspectivas?
Tratamos de resolver ese problema a través de elementos wearables para poder dar información a la persona y hasta incluso al propio vehículo de lo que está ocurriendo. Son proyectos de I+D a los que le cuesta llegar al mercado, pero podemos ir colaborando con stakeholders que ya estén implantados, para que sean ellos los que licencien o vendan patentes y puedan comercializarlo.
Desde el punto de la acción política, el tema de la accesibilidad realmente ha dado un salto enorme. ¿Cuáles son los desafíos pendientes?
A nivel europeo, la implantación de la European Accessibility Act. Tenía que haber estado traspuesta a nuestro país en 2022 y se traspuso en 2023. La mala noticia es que tardamos un año, pero la buena es que éramos de los primeros. Por eso se crea el Centro Europeo de Accesibilidad, para ayudar a los 27 países de la UE a implantar de forma efectiva la legislación europea, desde la Directiva Web hasta los reglamentos de derechos de los pasajeros en el transporte.
En Europa siempre, para cualquier cosa, hay 27 protocolos.
Ese es el gran reto. Ahora estamos trabajando en tres estándares: entorno construido, tecnología y diseño para todos. Estamos liderando el del entorno construido. La UNE ocupa la secretaría técnica de dos de ellos. Formamos parte del Silver Economy Hub de Málaga. Que seamos la atracción de todos los mayores de Europa con problemas de movilidad puede generar muchísimo negocio.