No era sencillo que Filomena ocurriera, sin embargo, cada vez serán más frecuentes episodios similares. En el caso del temporal que arrasa buena parte del país han confluido dos fenómenos distintos. Como explica Jorge Olcina, catedrático y responsable del Laboratorio del Clima de la Universidad de Alicante, el escenario actual empezó a fraguarse en la noche de Fin de Año, cuando llegó a nuestra atmósfera una masa de aire muy frío procedente del Polo Norte. “Es la causa principal de la gran nevada”, apunta el experto en climatología, que suma a la ecuación Filomena una borrasca originada en las Islas Canarias. “No tenía nada de especial, otras similares son muy comunes en el Atlántico. Es cierto que a medida que ascendía rumbo a la Península Ibérica se fue cargando de mucha humedad. Sin la masa de aire polar hablaríamos de un temporal de abundantes lluvias, pero poco más. Se ha producido la combinación perfecta: borrasca de superficie y aire muy frío en las capas altas”.
En lo que queda de invierno, Jorge Olcina no cree que vivamos algo de estas magnitudes, pero no lo descarta al cien por cien. La razón está en que la inestabilidad meteorológica provocada por el calentamiento atmosférico ha venido para quedarse. “Este temporal ha sorprendido también a los investigadores. Los modelos estacionales anticipaban un invierno cálido y seco. En tres días, los pronósticos se vinieron abajo”.
“Nuestra atmósfera es ahora menos regular”
El también presidente de la Asociación Nacional de Geógrafos Españoles considera que habrá que esperar a marzo para hacer balance. “A buen seguro que se producirán nuevas nevadas en el norte, pero puede que nos encontremos con una segunda quincena de enero de temperaturas más altas de lo normal. Lo que quiero decir, es que, en las dos últimas décadas, el calentamiento de la atmósfera se manifiesta en España en forma de episodios extremos muy habituales”. Además de la gran nevada del fin de semana, Jorge Olcina alude a una cronología que en los últimos años alterna olas de calor con temporales marítimos e inundaciones. “Nuestra atmósfera es ahora menos regular y Filomena una señal del cambio climático”, añade.
El calentamiento influye en que las masas de aire frío se muevan hacia zonas inusuales. “En torno al Polo Norte, encontramos una corriente en chorro, muy potente, que si circula rápido bloquea el paso a masas de aire como la que ha llegado a España”, explica Jorge Olcina. “Sin embargo, cuando la atmósfera se calienta, la citada corriente discurre más lenta y forma una especie de ondulaciones, meandros por los que el aire frío ‘se cuela’ y pone ruta hacia el sur”. El catedrático de la Universidad de Alicante recuerda que hace unos meses, meteorólogos estadounidenses advertían de que España sufre actualmente entre un 15-20 % más de episodios de gota fría respecto a los años 70. “Filomena no deja de ser una gota fría en forma de nieve, apunta Olcina.
Armar bien el mensaje
Pese a estas evidencias, los negacionistas del cambio climático consideran que Filomena es un ejemplo que muestra de manera clara que en invierno el frío aún es el protagonista. “La hipótesis del cambio climático no fue bien transmitida en los años 90. Al pasar el tiempo y constatar que no vivimos en el horno perpetuo que nos anunciaron, se genera un caldo de cultivo para la incredulidad. El exceso de alarmismo fue un error, hemos logrado el efecto contrario a lo que se pretendía”.
Entre las soluciones para darle la vuelta a la situación, Jorge Olcina invita a explicar la gravedad del momento de manera divulgativa, haciendo llegar a la sociedad los avances y nuevos hallazgos con normalidad y sencillez. “Por ejemplo, hoy sabemos que es muy complicado que España acabe convertida en un desierto, una teoría que estuvo de moda hace años. Hemos comprobado que las precipitaciones tienen muchas alteraciones y que se dará una tendencia muy débil hacia que llueva menos”.
“Hace unas décadas, los efectos de Filomena habrían sido devastadores”
Ante tanta incertidumbre, ¿estamos a tiempo de revertir al menos parte de la situación? “Es crucial reducir las emisiones contaminantes. La Tierra siempre ha vivido evoluciones climáticas, pero la actual está provocada en gran medida por la actividad humana. La solución radical pasaría por cesar totalmente las emisiones, pero muchos países se oponen. El segundo paso es adaptarnos. Modificar las ciudades, los modelos económicos o la planificación del agua. En los próximos años es lo que nos toca hacer”.
Con todo, el geógrafo cree que el capítulo Filomena está siendo superado aceptablemente. “La ciencia en torno al clima es apasionante. Aún es mucho lo que desconocemos, pero ha avanzado a pasos agigantados para garantizar la seguridad de las personas. Hace unas décadas, los efectos de Filomena habrían sido devastadores. Ahora podemos lanzar una alerta roja con 24 horas de margen. La predicción en España es certera y tenemos buenos servicios de emergencias, el problema es que como sociedad no estamos lo bastante concienciados. También echo en falta una comunicación directa de la administración con sus ciudadanos. Sabemos que un SMS en el teléfono de cada uno de nosotros tiene un efecto potente para que, por ejemplo, nadie salga a la calle. Es algo habitual en Estados Unidos o Japón”, concluye Jorge Olcina.