Con 26 años, José Abedín estudiaba un ciclo superior de formación profesional. El complejo sistema educativo de España, por el que tendría que invertir cuatro años para conseguir un grado universitario, sin que le convalidaran nada, le hizo plantearse varias cuestiones. Este salmantino, nacido en Madrid en el año 1983, residente en Valencia, cuenta a innovaspain.com qué le llevo a crear uno de los proyectos educativos privados más ambiciosos de los últimos años: FPaGrado.
Básicamente, su compañía ayuda a los estudiantes españoles a conseguir grados universitarios en menos tiempo. Los grados son en inglés, en un ambiente internacional, con estudiantes de más de 80 nacionalidades, y lo que hacen es seleccionar a estudiantes de bachiller que hacen un grado, para que lo consigan en el menor tiempo posible. Aparte de estos beneficios, los estudiantes también colaboran con empresas, y trabajan con ellas durante los últimos 6 meses de su estancia en el extranjero. “A los estudiantes de FP les permitimos hacer una convalidación completa de los dos primeros años, por lo tanto, acceden al último año y medio de grado universitario, y si en ese tiempo se lo sacan, ya tienen un grado universitario totalmente homologado por la normativa europea”, explica Abedín.
Es la voz de la experiencia la que habla, pues no hace mucho fue lo que le ocurrió a él. “Todo esto pasa porque no te llegan a convalidar lo que son los dos años de ciclo formativo. Por lo tanto, me movió a investigar lo que ocurría en otros países dentro de la Unión Europea, por si podría conseguir acuerdos con universidades para hacerlo para mí y para el resto de estudiantes”, asegura.
“De momento, en este país no es posible convalidar un FP. En España no hay nadie que se dedique a hacerlo. Hay otras empresas que si quieres estudiar en el extranjero te organizan el viaje, o la matrícula con la universidad, pero convalidar esos dos años para acceder al último año y medio y en un año y medio tener un grado universitario, no. Por lo tanto, es un dato diferenciador y tiene un gran beneficio para los estudiantes”, explica Abedín. El joven emprendedor destaca el porqué de su decisión de especializarse en las universidades danesas. “No quiere decir que sólo trabajemos con ese país. He vivido allí, conocemos bien sus sistema de educación (por haberlo cursado allí), viajamos frecuentemente, conocemos toda la situación de becas, de trabajo, y podemos hablar en primera persona de ello porque lo hemos hecho”, subraya.
Abedín se implica con los estudiantes, asegura que no son una mera transacción: hablan por telefóno, se visitan, se hablan por Whatsapp, y se toman cervezas en Dinamarca. Todo ello para personalizar un proceso que requiere mucho tiempo. El trato directo con sus clientes, su forma para hablar de política y del emprendemiento no suelen ser lo habitual en este tipo de perfiles. De hecho, aunque haya quedado segundo en Operación Emprende, en cierta manera se desmarca de esos eventos. “Yo no soy ni más ni menos que nadie, sólo he tenido una idea y la he puesto en marcha, he aplicado bastante la lógica, y no me he cegado con la idea. Todo lo demás lo veo como una burbuja en la que todo el mundo puede montar una empresa de la nada. Pero hacer que funcione o no ya es más difícil. Están dando mucho bombo, al Estado también le interesa por los números y demás, ya que si estás dos meses de alta pasas de ser parado a un empleado y claro ‘ya hemos creado empleo’. Está muy bien animar a la gente, pero también se tiene que ser realista y tiene que haber ejemplos de personas que lo hayan hecho bien. Que te inspiren. Y formarte”, reflexiona. “Al final tú inviertes tu tiempo, inviertes tu dinero, tu ilusión, pero eso no te está dando nada, y si no tienes un apoyo económico… Yo no tengo ningún apoyo económico del Estado. Al final terminas pagándolo todo. Ganes o pierdas, pagas. No ayudan, desde mi punto de vista. Vas a Francia, vas a Dinamarca, o vas a Bélgica y todo es mucho más fácil: lo haces por Internet, pagas 75 euros y se acabó. Y si ganas cero euros, pagas cero euros. Te dejan respirar. Demasiado bombo se le da a los emprendedores, es un poco moda”, sentencia Abedín.
Su escepticismo no tiene que ver con que sea pesimista; al contrario: “Yo lo veía, lo tenía muy claro. Si se puede hacer, desde mi punto de vista, si lo haces bien, va a gustar, y la gente va a estar dispuesta a ir”, declara sobre FPaGrado. “Sobre el tiempo que llevo con esto, destaco algo que en su día pensaba y al final comprobé. Hablaba con mis profesores, que no era posible hacerlo en España, pero con persistencia y sin rendirse, todo tiene solución. Al final la pude encontrar y crear una cantidad de beneficios innumerables para mí, porque lo necesitaba, y poderlo transformar en una empresa y trasladárselo al resto de estudiantes. Lo que me llevo es la satisfacción de los estudiantes que te dan las gracias por esta oportunidad, una oportunidad que nunca habían imaginado”. Alumnos como Abedín, que nunca imaginaron que la justicia educativa estuviera al alcance de sus manos.