Se sienta en un sillón tapizado con motivos florales, cruza las piernas y comienza a radiografiar la situación de la economía y la innovación en la actualidad. José Molero, director de la Cátedra FEI-UCM sobre Estudios de la Innovación (CESIN), sigue conservando su imagen de profesor. Se nota la experiencia de décadas en las clases de Economía Aplicada que impartía en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Ya como Catedrático emérito, suma a su carrera otro puesto más.
El pasado abril se anunció su nombramiento como nuevo miembro de la European Academy of Science and Arts (EASA), en la class V Social Sciences, Law and Economics. “Voy a conocer el 2 de julio la sede. Y voy para hacer algo”, advierte en referencia a su presentación oficial. Faltaba en aquella institución alguien con un conocimiento profundo en el ámbito de la economía de la innovación. Aunque recuerda que no es el único español en la EASA, sí lo es en la rama que le atañe.
Conversa con Innovaspain en una sala del Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI), donde se aloja la cátedra que dirige. Desde donde avisa que irá a Salzburgo (Austria) con dos objetivos claros. Uno es reforzar el foco internacional de la UCM y atenuar la imagen de España como “un caso raro” en el orden internacional.
Otra coyuntura en la que quiere ahondar es la tecnológica. Se remonta a las crisis que golpean a Europa, primero la económica (2008), segundo la sanitaria (2020) y ahora la derivada de la guerra en Ucrania. Con la llegada de la pandemia quedó al descubierto una de las vergüenzas del continente: “la falta de industria” en la Unión Europea (UE).
Para que la UE sea “más competitiva”, esté “mejor posicionada en el mundo” y cuente “con más capacidad de generar riqueza para ella y para el resto”, necesita apostar por la industria. Ahí es donde se esbozan los ingentes fondos europeos de recuperación como una puerta abierta a la esperanza.
“Queremos que Europa se abra al resto del mundo”
El Japón de los años 80 fue el ejemplo en el que se fijó la Europa del programa Eureka. La unión entre industria y gobiernos es la opción más realista, en opinión de Molero, para que la UE vuelva a la vanguardia. “Ahora hace falta dar un salto cualitativo”, analiza, apuntando a China como el “desafío tecnológico” de hoy.
“Y algo que queremos darnos cuenta en la EASA es que Europa sí, pero no solo Europa”. Así, lanza el primer globo sonda que confía no quede en saco roto. “Los programas marcos deberían tener un foco cada vez más abierto a la colaboración internacional no estrictamente europea”, sentencia.
Aunque pocos, hay ejemplos que refutan otra manera de hacer las cosas. Uno es Airbus, como paradigma de la idílica transversalidad europea que no acaba de cuajar. Molero concreta que no se trata de montar grandes multinacionales al estilo de Amazon. La clave está en su flexibilidad. Por esta cualidad, ejemplifica, “las pequeñas y medianas empresas (pymes) adoran a Amazon”.
Para afianzar la idea que forja durante la entrevista, cita a su amigo el académico Danielle Archibugi. Este economista italiano defiende la “necesidad” de empresas públicas europeas “no nacionales” para extrapolar el modelo Airbus a otros sectores estratégicos.
“Esa es un poco mi idea: meter el cambio tecnológico con esa perspectiva internacional, no solo nacional”, avisa.
El caso español
España también peca de defectos estructurales que, quizá, una agencia transversal del Gobierno que se ocupase de este aspecto ayudaría a mejorar. “Algunos la llevamos años reclamando y no la hay”, recuerda el catedrático.
Los riesgos de nuestro país en la carrera de la innovación tecnológica tienen su base en el sistema de autonomías. Si cada una tiene su plan de cara a los Proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica (PERTE) del Gobierno, no se acabará de formar una estrategia de futuro. Por esta razón, apela a la “racionalidad” en el uso de los fondos de estos PERTE. “Si España es un país mediano en Europa, no lo podemos trocear encima en cada comunidad autónoma (CCAA)”.
También urge a acabar con la “falsa competencia” entre organismos públicos y empresas privadas. De manera tímida parece que se van corrigiendo esas reticencias que acaben “en un reconocimiento mutuo” entre ambas partes.
El objetivo no es otro que España deje de “tener complejo” y apueste por las ideas que nacen en el territorio nacional. Mecanismos como el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) ayudan, pero no son suficiente.
“Lo que nos ha faltado mucho en las últimas décadas en España en temas de tecnología e innovación es un pensamiento estratégico”, opina Molero. Al experto no le cabe duda de que nuestro país tiene la gran oportunidad en el sector de tecnologías de la salud. Ya que no consiste en “jugar en la Champions en todo” sino de “decidir dónde se quiere tener un liderazgo a por todas, y dónde ser un buen seguidor”.
Recuperar los años perdidos en I+D+i
Tras el “batacazo espectacular” que se dio la I+D+i en España al pasar de más de 9.000 millones de euros a poco más de 5.000 millones que ni siquiera se ejecutaban en su totalidad, confía en que los fondos europeos corrijan en gran parte esa debacle. Que, si bien es el camino, requiere igualmente de “presupuestos propios” para asegurar un proyecto a largo plazo.
“La no ejecución presupuestaria es lo más preocupante. Puede haber un riesgo de que vivan los fondos europeos, y los propios no rompan esa tendencia”, expone el profesor. En base a su análisis, la “debilidad estructural” española está en el bajo porcentaje de empresas de alta tecnología, por debajo del promedio europeo.
“No es que no tengamos en España empresas fantásticas ni sectores competitivos. El problema es tamaño: tenemos de todo, pero tenemos poco. Y queremos de eso tener más. Las empresas que tenemos en el Foro de Empresas Innovadoras (FEI) son fantásticas, pero falla que son pocas las que hay”.
Un buen camino, asegura, es el PERTE para potenciar la industria de los microchips, financiado con hasta 11.000 millones de euros y que se aprobará “en las próximas semanas”, según anunció el Ejecutivo.
“La innovación crea otro tipo de empleo”
Desde la cátedra que dirige abordan varias líneas de investigación y, sin ir más lejos, este mismo martes el CESIN celebra un debate sobre cómo se evalúan los PERTE. En el programa de este año, Molero hace un breve repaso por los proyectos que se vienen.
Por una parte, la encuesta con la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) sobre la opinión de los directivos españoles sobre la innovación que ellos, como personas, llevan a cabo. Además, siguen colaborando con la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) otro año más. En esta ocasión, para sacar el primer análisis en España de la colaboración público-privada a través de programas financiados con fondos europeos.
En definitiva, la condición intrínseca de la cátedra no es otra que conseguir transferencia de conocimiento de manera conjunta. “Las empresas deben entender (que muchas lo entienden, pero no todas) que la relación es recíproca. Que la universidad también ofrece servicios a la empresa”, concluye.