Ya lo decía Bill Clinton: “It’s the economy, stupid [es la economía, estúpido]”. Juan Diego Bermeo, ecuatoriano de 31 años, lo tenía claro. En Ciudad de México hacía falta que las empresas volcasen todo a lo digital. Faltaban estrategias de ecommerce, no se sabía llegar a los clientes. Pero, sobre todo, había que tenerle mucho respeto a Amazon. Poco a poco el tiempo le fue dando la razón. Aunque nunca como en 2020.
Al inicio del año pandémico, solo tres de cada 10 empresas aztecas, país en donde Juan Diego Bermeo estudió Ingeniería en Mecatrónica, vendían en línea. Al terminar el año, el número saltó al 70% del total de las firmas. Según la consultora KantarWorldPanel, solo en abril las ventas en Internet se dispararon en 500%. Para cuando el virus del COVID-19 ya circulaba por las calles del clasemediero barrio Nápoles de la capital mexicana, donde se ubica la sede de Cajanauta —la startup que fundó— todo el mundo ya sabía quién era. Y las empresas pequeñas, medianas y grandes no dudaron en levantar el teléfono. “Había noches que abría el ordenador y esto no paraba. Tuvimos la ventaja de que no necesitábamos hacer marketing porque todos nos conocían”, recuerda su fundador al otro lado del teléfono.
Puede ser que en 2021 hablar de estrategias digitales suene a una obviedad. Pero una cosa es saber y otra es hacer. En México todavía faltaba esa segunda parte. En pocas palabras, Cajanauta se encarga de solucionar la vida de una empresa que quiere comercializar en Internet pero no sabe cómo. Empiezan con tres servicios básicos: montar una tienda en las grandes superficies de comercio del ciberespacio —Amazon, Ebay o Mercado libre—, posicionar la marca para atraer a quienes entran en esos gigantes y montar la logística para almacenamiento y distribución a través de un servicio secundario al que llaman Nautilus. En plata: hacen todo el trabajo pesado por una comisión al final del mes.
David contra Goliat
La empresa lo hace sonar muy fácil, pero en físico su servicio sería algo así como construir y gestionar una tienda en un centro comercial, asegurar que quienes lo visitan vayan al local y llevar la logística de transporte y almacenamiento de los productos que venden. Se encargan de toda la cadena de comercio. “Vender en línea era muy difícil”, apunta el empresario sudamericano. Él conocía de primera mano el mundo del ecommerce. Trabajó para grandes tecnológicas estadounidenses en México (IBM y Microsoft), pero no fue hasta que conoció a su compañero de piso —y que también se desenvolvía en ese sector—, Amadeuz López, que ambos hicieron clic. Al principio pensaron en ser un canal de distribución, pero luego se dieron cuenta de que era mejor jugar con las reglas del juego de Amazon que tratar de personificar una versión remasterizada de David contra Goliat (de nuevo, “it’s the economy, stupid”).
Juan Diego Bermeo se ríe cuando recuerda que originalmente vendieron esa idea a un ejecutivo de Devlyn (el grupo de ópticas más grande de México) que conoció en su etapa como trabajador de empresas tecnológicas: “Nos hizo pedazos la idea”. Y todavía lo agradece porque fue precisamente esa crítica tan aniquiladora la que terminó por hacer de Cajanauta el principal servicio de Amazon en el país. Eso también les llevó a trabajar junto con la empresa de Jeff Bezos para ayudar a pequeños y medianos comerciantes que dependen mucho de la venta presencial, y darles un descuento del 60% en sus servicios, durante la pandemia.
La experiencia del último año ha hecho que Juan Diego Bermeo se sienta reivindicado. Dio en el clavo y en el momento adecuado. “Fue como una palmadita en la espalda”, asegura con un acento que, por momentos, parece más mexicano que ecuatoriano. O una mezcla de ambos cuando recuerda que llegó al país siendo un chaval: “20 añitos”. Una década después, el éxito le sonríe. Precisamente, porque llegó a buen tiempo.