La comunidad científica está de acuerdo al menos en una cosa: la difusión de sus avances es muy mejorable en multitud de aspectos. Julio García Espinosa, profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) e investigador adscrito alCentro Internacional de Métodos Numéricos en Ingeniería (CIMNE) es uno de los fundadores de Scipedia, una nueva red social profesional que ofrece una solución completa para la Ciencia Abierta e integra una plataforma online de publicación para acceder de forma gratuita y universal a los artículos científicos.
Le acompañan en el proyecto Ramón Ribó Rodríguez, director de Compass IS, empresa spin-off de CIMNE, y Luis Fernández Cotero, que aportará su experiencia en el campo de las .com. “En 2015 empezamos a reflexionar en torno a los problemas de acceso abierto a publicaciones y datos científicos relevantes dentro del propio CIMNE”, explica García Espinosa. Sin darse cuenta estaban moldeando la versión ‘beta’ de Scipedia. Diseñaron un portal público en el que dar cabida, de forma organizada, a las revistas del CIMNE y a miles de artículos, monografías, actas de congresos y otros informes científicos generados por investigadores del centro.
Este desarrollo fue complementado con la creación de perfiles de los diferentes proyectos de investigación que ofrecían la posibilidad de vincularlos a colecciones de documentos, datos, modelos, software, etc, a los que dan lugar los propios proyectos. La incorporación del ‘gen’ de red social al facilitar el contacto entre investigadores -quienes podían dar de alta su perfil, gestionar sus recursos, crear grupos de discusión o editar documentos por la vía colaborativa- terminaba de sentar las bases de Scipedia. “Desde el principio supimos que podría ser una plataforma útil para cualquier centro, equipo o investigador individual, y por ello siempre ha estado abierta a toda la comunidad científica”.
El punto de inflexión para que el proyecto no acabara circunscrito sólo al entorno CIMNE fue el envío de García Espinosa de un artículo científico a una “revista de prestigio” que tardó más de un año en publicarse. “La mayor parte de ese tiempo (la media es de 3 meses de espera, y empeora cada año) se perdió en la búsqueda de revisores por parte de los editores y en la respuesta de estos. Pensé que a través de foros de discusión entre autores y revisores el proceso se dinamizaría y también, yendo un paso más lejos, en las ventajas de publicar inmediatamente los artículos para que después fueran sometidos abiertamente a la revisión por pares”.
Nuevas reglas del juego
Por tanto, Scipedia no es sólo una red social para científicos ni un espacio para publicar y gestionar repositorios, sino todo eso y más, “una completa plataforma de Ciencia Abierta basada en la cooperación que aspira a hacer la ciencia más fiable, eficiente y responsable y, en definitiva, a incrementar las oportunidades para la innovación y su llegada al mercado”, resume el investigador.
En esta compleja transferencia de conocimiento a la sociedad, Julio García Espinosa opina que muchas empresas no son capaces de desarrollar nuevos productos y servicios con la rapidez que les exige el mercado”. Para corregir este desajuste, Scipedia encaja con otras iniciativas puestas en marcha por la Comisión Europea que facilitan la transición hacia un nuevo paradigma basado en la innovación abierta. “Debemos aprovecharnos del uso que otros hagan de nuestro conocimiento, y adquirir el conocimiento de otros cuando eso haga avanzar nuestro modelo de negocio”, añade el investigador, para quien, incluso en los terrenos más ‘puristas’ de la ciencia, “es muy difícil destacar sin la colaboración de otros equipos internacionales”.
Si el desarrollo de la carrera de los investigadores está cada vez más ligado a su reconocimiento por parte de la comunidad científica y partiendo de la base de que un trabajo tendrá mayor impacto cuanta más información y datos sean públicos, Scipedia llega para cubrir un hueco y acabar con estas desconexiones casi endémicas, ya que, hasta la fecha, el sistema de comunicación científica tampoco a avanzado al ritmo de los tiempos. “Los procedimientos de garantía de calidad de los artículos científicos son esencialmente los mismo que se utilizaban en el siglo XVII. La revisión por pares sigue basada en una comunicación epistolar entre el autor y los revisores”.
A este anacronismo, el cofundador del proyecto agrega que la inmensa mayoría de las revistas científicas aún usan formatos para sus artículos que son una mera transposición digital de los impresos. “Scipedia ofrece algo a lo que estamos más que acostumbrados en otros contextos; un formato nativo web, en el que imágenes, datos o vídeos pueden integrarse en el artículo. Además, los documentos publicados están vivos, ya que todos están asociados a un foro de discusión y pueden ser editados por los autores una vez publicados”.
Quiero publicar en Scipedia
De vocación global -“pocas cosas lo son tanto como el lenguaje de la ciencia”- y abierta a todos los investigadores, para darse de alta en Scipedia basta con verificar una dirección de email que pertenezca a un centro de investigación o universidad, o bien disponer de un currículo contrastable que demuestre experiencia como investigador dentro de una corporación o de manera independiente. “La intención es que la comunidad científica sea la que guíe el futuro de Scipedia e invitamos a todos nuestros colegas a que nos hagan llegar comentarios, sugerencias, críticas e ideas par definir cómo ha de ser la investigación en el siglo XXI”.
Scipedia actúa también como plataforma gratuita de publicación de revistas científicas (journals). Cualquiera de estas revistas puede migrar a la plataforma y los grupos de investigadores tienen la posibilidad de crear una nueva revista dentro de la misma. Los editores de la revista serán los últimos responsables de seleccionar los trabajos que publicarán, y lo harán bajo las condiciones de uso de Scipedia, por lo que deberán seguir estándares éticos internacionalmente establecidos. “Estos requisitos aseguran la calidad de las publicaciones y evitan el vandalismo”, dice García Espinosa.
El equipo de la plataforma defiende que el conocimiento debe publicarse en cuanto se genere, aunque sólo sean hallazgos, datos en bruto o ideas. “Así puede ser discutido desde las fases iniciales de la investigación y progresar más efectivamente con la aportación colaborativa de la comunidad científica”. De este modo, Scipedia dispone de un espacio para publicaciones científicas más informales, que no tengan un sistema estricto de revisión por pares, a las que denominan collections y que posibilitan crear open notebooks.
Para arrancar con la iniciativa, los promotores han empleado recursos propios, del CIMNE, y han contado con distintas ayudas de la Comisión Europea a través de la colaboración en proyectos de investigación. Aunque su propuesta tiene una vocación nítida de gratuidad, parte de Scipedia se financiará con diversos servicios de pago dentro de la plataforma. “Por ejemplo, disponer de un asistente editorial tendrá un coste. Lo mismo es aplicable a la gestión de congresos y a la publicación de actas; o a la creación y gestión de grandes repositorios de documentos y datos de centros de investigación”, detalla García Espinosa, que no descarta multiplicar el valor de la tecnología que han desarrollado en otras esferas alejadas de la ciencia. En este sentido ya tienen en marcha varios proyectos similares en su génesis y estructura, pero adaptados a aplicaciones corporativas especializadas en empresas y administraciones.