Julio Lumbreras, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid y profesor visitante en la escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, ha hablado con Innovaspain con motivo de la presentación del libro ‘Cambio Climático. Bases científicas y cuestiones a debate’ –impulsado por Fundación Naturgy–. Cómo convencer a los ciudadanos de que vivimos en una época histórica que debemos transformar o cómo deberíamos hacerlo son solo algunas de las cuestiones que ha intentado aclarar.
“En primer lugar, este es un tema complejo, inabarcable… Por eso es lógica la reacción de la gente ante el cambio climático”. Lumbreras habla sobre por qué los ciudadanos no parecen darse cuenta de la importancia de lo que estamos viviendo. “Hay una teoría sobre cómo se reacciona ante cuestiones tan complejas. Primero, se niega la existencia, diciendo que eso no tiene sentido; segundo, que tiene sentido, pero no es para tanto; después, que tiene sentido, pero que no es para tanto y a que no afecta; luego, que afecta pero que no se puede hacer nada. Hasta que, al final, ya hay que aceptar en el asunto”.
De todos modos, el profesor lo entiende. “Es absolutamente lógico, porque es verdad que es inabarcable. Lo que yo diría a los ciudadanos es que no hace falta irse al futuro, que los efectos los estamos notando ya”.
El cambio climático no es una cosa del futuro, es de ahora mismo. Se nota ya, sobre todo, en lo que se llama la alta frecuencia de eventos extremos. “Lo que más estamos viendo es que hay eventos extremos que pasan con mucha más frecuencia de los que había antes. Como, por ejemplo, sequías pronunciadas, lluvias torrenciales, tifones, etcétera. Eso ya está pasando. Y, además, los vivimos, porque, en España, tenemos zonas con más problemas de sequía y, en el mundo, estamos viendo los tifones, los huracanes…”.
Como dato: hay una lista de nombres para los huracanes que salgan a lo largo del año. En agosto ya se habían agotado todos los nombres que habían previsto para 2020.
Por otra parte, el cambio climático ya es real por el derretimiento del hielo. Y, ante todo, por el derretimiento del hielo oceánico. “Que no es tan importante, porque, al final, el nivel del mar no sube tanto. Es como cuando tienes un vaso con hielo: si el hielo se derrite, al final, el nivel del agua es el mismo. Pero sí es un problema cuando se derrite el hielo que está en las zonas terrestres. Eso ya está pasando y, por eso, se está incrementando el nivel del mar”, matiza.
De todos modos, además de los eventos biológicos, también están los económicos. Ya tenemos problemas en aumento de precios de algunos cereales por algunas de estas consecuencias. O sociales, como migratorios. Según Julio Lumbreras, “ya se ha demostrado que algunas de las migraciones y algunos de los conflictos internacionales incluso, se han producido por reacciones naturales al estrés climático. Ya estamos viviendo las consecuencias”, incide.
Y ahí está una de las claves del problema: que no lo puede resolver nadie solo. Ni gobiernos, ni ciudadanos, ni empresas. Pero tampoco se resolverá sin uno de estos actores. "La ventaja de esto, que es muy difícil, ya que hace falta un cambio sistémico, un cambio en la forma en la que vivimos, es que cada vez está siendo más claro que el cambio debe ser inteligente”.
“Si queremos cambiar hacia un modelo descarbonizado –bueno para el medioambiente, bueno para las generaciones futuras, bueno para poder sobrevivir en la Tierra– tienes lo económicamente más inteligente. Hay una serie de beneficios directos, de cobeneficios, que ya se está demostrando que son superiores a los costes”, asegura.
El problema (otro) es el tema del tiempo. “Que los costes son en un plazo corto y los beneficios se van a recibir en un plazo más largo. Eso es lo difícil. Pero los beneficios, en términos de ahorro, de consumos energéticos y, por tanto, de ahorros económicos, están ahí. Estos beneficios también en términos de mejora de la salud, de bienestar, de creación de empleo –con una nueva economía verde–, de aumento del valor de las propiedades son mucho mayores que lo que te cuesta el cambio”.
Entonces, ¿por dónde empezar? “Es que no es tan fácil. Para cambiar un problema sistémico como este…”, piensa Julio Lumbreras. “Es como una tela de araña. Si tienes una telaraña y aplicas fuerza en un punto, no se rompe. Si aprietas en dos, tampoco. Tienes que apretar en muchos, y a la vez, porque si lo haces descompensado tampoco se quiebra. Es difícil decir cuál es el primero. Lo que hay que hacer es diseñar carteras de intervenciones, de proyectos, de iniciativas, que toquen varias palancas de transformación a la vez”.
Pero, si hubiera que empezar por algo, Julio Lumbreras considera que los diferentes actores deberían ponerse a colaborar. “Muchas veces, las empresas no hablan con los gobiernos, los ciudadanos no hablan con las empresas, los gobiernos no hablan con los centros de investigación. Así que hay que generar plataformas donde la gente hable, se comunique y colabore”.
Con un ambiente muy polarizado en la política, la colaboración se antoja improbable. ¿O no? “El ambiente está muy polarizado a nivel de los estados, de los países. Pero a nivel local no”. El profesor trabaja mucho con ciudades. De hecho, ha creado una plataforma de colaboración multiactor, en España, donde ya hay 22 ciudades –Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Bilbao, Zaragoza, Lugo, Gijón, entre otras–.
“La gente se asombraría con el nivel de colaboración que hay entre Madrid (PP y Ciudadanos), Barcelona (Colau), Valencia (confluencias) o Sevilla (PSOE). Son cuatro ciudades con cuatro gobiernos completamente distintos y están colaborando”.
En cuanto a la actuación del Gobierno de España, Lumbreras considera que lo ve “bastante bien” en este sentido. “Tenemos la suerte de estar en Europa que, sin ninguna duda, es el líder en cambio climático. Es la primera región del mundo que con el ‘Green Deal’, el Pacto Verde Europeo, se ha comprometido ha ser completamente neutral en 2050. China, en un anuncio sin precedentes, en la asamblea de Naciones Unidas de septiembre, dijo que en 2060, como máximo, iba a ser climáticamente neutral. Y eso ha sido, en parte, por el liderazgo de Europa. Estamos en un espacio donde hay un liderazgo en temas de cambio climático”.
“En particular –prosigue–, con el Gobierno actual, con sus luces y sus sombras, creo que nadie le puede negar que ha conseguido un acuerdo unánime de todos los actores. Todos estamos de acuerdo en que está ejerciendo un gran liderazgo en cuanto al cambio climático con el Plan Integrado de Energía y Clima, que ha sido acogido con gran satisfacción por todos, creo yo. Por lo que he hablado y por las reacciones que he visto. Es un plan pionero, puntero, que marca una dirección clara. Pero, a la vez, estratégico, ambicioso y, además, compartido. Creo que ahí, en ese sentido, estamos bastante bien”.
De todos modos, Julio Lumbreras subraya que siempre se puede hacer más en temas de cambio climático porque, “por desgracia, aún no es suficiente, aun siendo tan ambicioso”. Para él, habría que pensar en un corto plazo la descarbonización completa. Algo que no está tan lejos. “Vamos a dar un salto cualitativo, probablemente, en los próximos años. Y más ahora con la presión de la pandemia. Se podría hacer más. El problema que tenemos en España es esa polarización y esa falta de colaboración entre los distintos niveles: local, autonómico y estatal. Eso nos falla y es algo que en lo que el Gobierno, o los gobiernos, tendrían que poner más énfasis”.
Respecto a si el COVID-19 ha disminuido el nivel de preocupación por el cambio climático, el profesor afirma que “obviamente se ha dejado de lado porque a todos nos preocupan las urgencias que tenemos ahora mismo. El problema entre el cambio climático y la COVID-19 es la típica diferencia entre un shock repentino y un problema que se va manteniendo a largo plazo. En el cambio climático el problema es que no te das cuenta. Y cuando va empeorando y empeorando ya no hay remedio. Sin embargo, la pandemia te llega y tienes que reaccionar al shock. Es lógico que esté pasando. Pero sí veo que hay oportunidades”.
Primero, que la gente en la pandemia ha experimentado que se puede vivir de otra manera. Y que esa otra manera es, posiblemente, mejor. “A ver, hay muchas cosas malas, obviamente. Pero todos hemos redescubierto de alguna manera a nuestra familia, hemos redescubierto las ciudades limpias y paseables, hemos paseado por ciudades sin coches y hemos visto que es una maravilla. Hemos redescubierto el aire limpio. Hemos redescubierto la naturaleza, la necesidad de pasear, de tener tiempos más relajados. Hemos cambiado algunas formas de nuestra vida”.
Bajo su punto de vista, el problema que había antes con la sosteniblidad, la descarbonización y el cambio climático es que se le decía a la gente que tenía que ser más sostenible, pero no entendían qué significa. “Ahora, no tenemos que decirles cosas teóricas, la gente lo ha vivido. Y ha vivido que eso tiene cosas positivas, por supuesto. Sin contar con la gente que se ha quedado sin empleo, los que han sufrido en hospitales, los que han perdido a seres queridos, algo horrible. Pero podemos extraer la forma de vida que sí podemos mantener. Y esa forma de vida es muy climáticamente neutral, es mucho mejor para el medio ambiente”.
Además, aparte de la experiencia personal, Julio Lumbreras cree que se ha acelerado muchísimas tendencias que iba a ser muy difíciles de hacer a un ritmo necesario. Para él, el paradigma es el teletrabajo y la flexibilidad horaria. “El grueso de las emisiones son energéticas, en general, y, en particular, de la generación de electricidad y del transporte. Y cada vez más el transporte es, como sector único, el más importante. Es un problema para algunas empresas, pero la realidad es que la pandemia nos ha demostrado que se puede teletrabajar. Y que, además, se puede ser incluso más eficiente. Hay que conseguir encontrar el término medio”.
El profesor se pregunta varias cuestiones: “¿Por qué no teletrabajar dos días a la semana? ¿Por qué no empezar a trabajar a las diez y media o a las once y se teletrabaja una o dos horas antes y se compaginan mejor los temas familiares –con la consiguiente reducción de tráfico, laminas las horas puntas del transporte, etcétera–? ¿Por qué no se puede hacer? Lo hemos vivido también. Y no es una cosa personal, del estilo de vida, ya es una cosa mucho más del modelo organizativo”.
Preguntas sin respuesta. Aunque él intenta, como siempre, responderlas. “Sé que hay muchas personas a la que les cuesta porque son muy presencialistas, en especial en España. La realidad de un estudio del Banco de España es que se podría, de media, superar el 30 % del teletrabajo. Y, en algunos sectores, hasta el 60 %. Y cuando el Banco de España dice ‘se podría’ es manteniendo los mismos niveles de productividad o aumentándolos. Se podría hacer incluso mejorando la situación de productividad actual. Ahí por ejemplo hay una gran oportunidad para el medioambiente”.