La física argentina Karen Hallberg (Rosario, 1964) se considera una eterna estudiante. Aunque dedica la mayor parte de su tiempo a estudiar las propiedades electrónicas y magnéticas de los materiales, no deja de descubrir nuevos terrenos. Apasionada de la música –entre sus favoritos está Johann Sebastian Bach–, aprendió a tocar el violonchelo hace 10 años. “Es muy desafiante aprender algo nuevo”, sostiene la investigadora del CONICET en el Centro Atómico Bariloche (CAB-CNEA), premio L’Oréal-UNESCO ‘Por las Mujeres en la Ciencia’ (2019).
La música le ayuda a inspirarse en su trabajo como científica. “La ciencia es muy creativa, no es una actividad dura en la que uno tiene que hacer cuentas… Tiene muchísimo de inspiración. Se basa en la creatividad y en el arte”, asegura quien también tocó el piano durante 10 años. Y, por si fuera poco, le ayuda a mantenerse joven, confiesa.
Junto a su equipo de 15 personas, la física trabaja en la elaboración de métodos numéricos para estudiar las propiedades de materiales complejos, principalmente de los superconductores, que podrían dar lugar a nuevas aplicaciones, en el campo de la medicina –como los aparatos de resonancia magnética nuclear– y para almacenar energía.
Para Hallberg, el pensamiento científico no solo busca “entender el mundo que nos rodea”, también confiere ciertas “actitudes y aptitudes”. El pensamiento analítico, la honestidad intelectual, la argumentación basada en evidencia, el trabajo en equipo, el cuestionamiento… son algunas de las cualidades que señala la física. Unas habilidades que deberían desarrollar “todas las personas”, precisa.
Hallberg, que se crió en la provincia de Jujuy, fue descubriendo su vocación en el camino. Antes de decantarse por la física, no sabía si elegir ingeniería genética o electrónica. Se recuerda a sí misma como una niña curiosa a la que le gustaba ver la serie Cosmos, de Carl Sagan. Años más tarde, la gente miraba raro por ser una de las pocas mujeres que estudiaba física. “Una tiene que vencer barreras para seguir con lo que más le gusta”, opina. Su personalidad y perseverancia le permitieron no abandonar su carrera.
Hallberg tuvo al primero de sus dos hijos cuando comenzó a hacer su tesis doctoral, a los 23 años. Gracias a que se dividía las tareas con su pareja, también físico, y a las guarderías de las que disponía en el Instituto Balseiro donde es profesora, ubicado en Bariloche, pudo compatibilizar la maternidad con su labor científica.
La autora de más de 80 artículos científicos considera que es necesario desterrar el mito de que las mujeres piensan diferente a los hombres. “¡Esto no hace más que aumentar los estereotipos de género!”, se exclama. “No es cierto que por naturaleza los hombres tengan un pensamiento más matemático, analítico, abstracto, y que, en cambio, las mujeres tengan un pensamiento más holístico, empático y mejor para el lenguaje”, afirma y remite a un artículo aparecido en la revista Nature que se dedica a desmitificar este mito.
A pesar de calificar como “preocupante” la situación actual por la que atraviesa la ciencia en su país, Hallberg cree que todavía es posible revertir la situación. Para ella, la ciencia debería ser “una política de Estado”. La también representante de Argentina en el Centro Latinoamericano de Física (CLAF) desde 2010, o ante las Conferencias de científicos Pugwash, considera su país se ha ido desvinculando del escenario internacional. “Este país solo va salir adelante con educación, ciencia y tecnología”, sentencia.