Latinoamérica no escapa al fenómeno de los mercados digitales. Kephi Gallery, una plataforma argentina de creación de tókenes no fungibles (NFT, por sus siglas en inglés) es la prueba de eso. Con solo ocho meses al aire, esta pequeña compañía —en las manos de tres empresarios: Germán Trautman, Nicolás Albarellos y Sergio Goldenberg— ha superado, diez veces, sus expectativas de financiamiento y ha demostrado que esta herramienta puede ser útil para cientos de artistas, coleccionistas y compradores de la región. Albarellos, jefe de operaciones de la empresa, explica que vieron la necesidad de que este matrimonio entre el arte y la tecnología se abra paso para ampliar las posibilidades de los creadores de la región, con solo un cambio: mientras la mayoría de plataformas cobran precios como 50 o 100 dólares por la creación de tókenes, ellos lo hacen desde 1,50.
Kephi Gallery nació en abril del año pasado, cuando Albarellos recibió la idea de construir una plataforma de intercambio de NFT enfocada en el mercado latinoamericano. Estaba preocupado por las altas tasas de este tipo de herramientas, así que contactó a Germán Traudman, su socio y amigo de toda la vida, y se pusieron manos a la obra. Buscaron un equipo de desarrollo y trabajaron un par de meses en el espacio de creación de tókenes, que ahora es el corazón de Kephi Gallery. Salieron al aire en noviembre, según explica Albarellos, con un claro objetivo: “Democratizar el acceso al arte digital en la región para quienes no pudieran pagar 50 o 100 dólares de 'fee”.
El riesgo de entrar en este mercado parecía una cuestión de simple necesidad: poner la tecnología en manos de los artistas latinoamericanos para que sus obras se puedan exportar a todo el mundo. Pese a la volatilidad de los mercados de criptomonedas, que comparten la misma tecnología que las cadenas de bloques, Albarellos augura una menor fluctuación en el caso de los NFT. El empresario admite que los mercados seguirán siendo inestables hasta que el empleo de criptomonedas sea mucho más generalizado. Sin embargo, siente que esto no afectará al desarrollo de Kephi Gallery cuando el mercado de los tókenes responde a otra lógica: “Los artistas le ponen precio a su obra y muchas veces lo hacen en monedas más estables, así que no tiende a fluctuar mucho”.
La pequeña compañía captó la atención de los inversores muy rápidamente. El equipo superó en más de 1.000% sus expectativas de financiación y captó la atención de medios especializados como Bloomberg o Forbes. Albarellos se lo toma con calma y aboga por seguir haciendo su trabajo de la mejor forma y con los objetivos claros: “Lo hicimos para brindar una solución. Lo siguiente fue una consecuencia de que hicimos algo medianamente bien”.
Alrededor de 300 artistas usan la plataforma de forma recurrente en la región. “Al principio algunos estaban un poco reacios, pero se han ido acomodando”, cuenta. Para el joven empresario esto tuvo que ver principalmente con los resultados que este tipo de tecnología presenta: “Fueron viendo que una persona que estaba en Argentina, Uruguay o Colombia le podía vender su arte a una que estaba en China o en Emiratos Árabes y se fueron sumando cada vez más”. Ahora mismo Kephi Gallery cuenta ya con las obras de algunos artistas de renombre, como el muralista argentino Martin Ron, considerado uno de los mejores artistas urbanos del mundo por la revista neoyorquina Art Democracy. Pese a esto, Albarellos sabe que el camino solo ha empezado: “Hay que seguir trabajando por más de que hayamos conseguido un reconocimiento público medianamente relevante”.
El futuro de Kephi Gallery pasa por mejorar el producto: incorporar nuevas funciones y hacer que la interfaz sea cada vez más cómoda para los usuarios, que sea una experiencia muy positiva. Además, los argentinos tienen una lista de proyectos que pronto revelarán. Lo que sí explican con exactitud es que su objetivo final, como empresa de soluciones de cadena de bloques, es llevar el uso de los NFT a la vida cotidiana de la región: “Que una persona que no entienda absolutamente nada de blockchain, de Web3, de programación, pueda utilizar esta herramienta para hacer algo que antes le resultaba complicado”, concluye Albarellos. “Queremos democratizar esta tecnologías para que todos la puedan usar”.