Kompuestos: del polímero contaminante al plástico biodegradable

Esta compañía de producción de plástico, fundada hace más de 30 años, ha sabido reinventarse apoyándose en la economía circular y la sostenibilidad
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Hace más de treinta años, Ignacio Duch creó lo que hoy se conoce como una startup. La idea original  de su compañía, Kompuestos, era hacer trabajos de mezclas y formulaciones para la industria petroquímica de plásticos y especialidades. Y es que es por aquella época cuando se empezaron a desarrollar productos para invernaderos, sillas de jardín, automoción… Plástico hecho para durar.

Treinta años después, el mundo ha cambiado. Ahora, la opción es la sostenibilidad, la economía circular, el plástico biodegradable. Muchas empresas no quieren ni oír hablar del cambio; asimismo, otras han apostado fuertemente por un sector todavía en crecimiento pero que, dentro de unos años, será hegemónico en su industria. 

“Se tomaban plásticos básicos, como los de las grandes petroquímicas, y se mezclaban y se daban propiedades determinadas como elasticidad o rigidez. Buscábamos aplicaciones para algo más allá de su diseño, que fueran opacos a la luz ultravioleta o infrarroja. Que dentro de los invernaderos tuviera otros efectos”, explica el fundador y CEO de Kompuestos, Ignacio Duch, a Innovaspain. 

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“Con unos 28 años cogimos recursos de la familia, de los amigos y del gobierno de González, que daba ayudas a empresas que se atrevían a abrir –por aquella época había un paro del treinta y pico por ciento–. Si contratábamos a gente tendríamos más crédito y este tipo de cosas. Así empezamos: trabajando con petroquímicas, adquiriendo experiencia y creciendo”.

Fue en los 90 cuando su producto empezó a diferenciarse. Plásticos hechos de serie que no existían. Eran, sobre todo, plásticos que tuvieran aplicaciones desde su creación, para no crear bacterias o repeler insectos. Materiales con una gran ingeniería detrás para aplicaciones que, si perdían el uso, por lo menos que aguantaran durante muchos años.

Un diseño correcto; pero no para la vida. De ahí a la economía circular, al plástico de un solo uso o al plástico compostable solo había un paso. “Los plásticos de un solo uso, como bolígrafos, no se ven todavía, no se comprenden –indica Duch–. Este tipo de productos contaminan, como las bolsas de basura, que tienen un reciclaje muy complejo y limita mucho la posterior reutilización”.

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Esta cuestión les “abrió la veda” para desarrollar plásticos que duraran poco y que, además, en esa desintegración no fueran ni perniciosos ni peligrosos. En palabras de Duch, “hay que hacer que la naturaleza ayude. Que los mismos microorganismos pudran el plástico, que lo degraden. Un ambiente de compostaje como el abono, que se cuece y se activa en el proceso”. De hecho, en Kompuestos, por ejemplo, crean plásticos de agricultura que se han diseñado para que duren lo que dura la cosecha. Así, una vez acabada su función, se puede integrar en el medio ambiente, con pruebas complejas para que se biodegrade.

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“¿Por qué el cambio? Te podría el ejemplo de otro sector como el eléctrico y la energía solar. Zapatero sacó leyes para beneficiarse de ello. Pero ahora se ve claramente que en los próximos años dejará de hacerse energía que no sea solar”, contesta Duch. “Cuando las cosas de futuro ya empiezan a ser presente hay que darse cuenta”. 

Para él, es evidente que, en un horizonte no muy lejano, la industria, entera, deberá adaptarse al cambio. Y sí, se necesitan periodos de adaptación. Pero, “en el fondo no es tanto, es algo comparable a la gasolina y al diesel, el concepto es parecido. Hay que adaptar el uso desde la materia prima”.

Fue en 2015 cuando apostaron definitivamente por este cambio. Son dos los proyectos que les sitúan a la vanguardia de la industria del plástico y del mundo de la innovación. Se trata de Biokomp (resinas biodegradables y compostables) y de Okean (resinas biodegradables en agua). “Hicimos entrar unos fondos para financiar estos proyecto y ya teníamos previsto cotizar, aunque era una situación más compleja y necesitábamos la I+D+i necesaria”.

Según Kompuestos, el primero de estos productos, Biokomp, es una resina biodegradable hecha de diferentes almidones derivados del maíz, la patata o los cereales entre otros polímeros de origen biológico. Estas resinas pueden procesarse en equipos estándares pudiendo sustituir completamente a los plásticos tradicionales. “Esta gama de productos potencia el desarrollo sostenible, asegurando la máxima calidad en toda la cadena de valor”.

Por otro lado, el producto Okean es totalmente biodegradable en agua. El equipo de I+d+i de Kompuestos ha perfeccionado nuevos métodos para asegurar la conservación de los ríos y de la vida marina, ya que este producto puede biodegradarse en agua bajo condiciones naturales, convirtiéndose en dióxido de carbono y agua. Del mismo modo, se puede biodegradar en tiempos relativamente cortos y bajo condiciones naturales, como el ambiente marino o en zonas costeras, un hábitat donde se acumula una gran cantidad de residuos plásticos. “Gracias a su origen renovable, su producción genera menos dióxido de carbono que los polímeros de origen fósil y contribuye a la prevención del calentamiento global”, apuntan también.

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“Imagina un producto de azúcar”, explica Duch. “Un bolígrafo de caramelo que se degrada en el agua. Se puede mojar, sí, pero no mucho si quieres que te dure algo. Hay que pensar las cosas sin entusiasmarse, porque, si no, pueden surgir otros problemas. Se pueden llevar cosas en una bolsa de Okean, pero que no sea húmedo”. 

El fundador y CEO de Kompuestos indica así cómo se lleva a cabo el proceso de creación de Okean. “Añadimos aditivos para que sirva para según qué casos: una red de pesca no se puede degradar en el agua; se podría conseguir, pero todavía queda. A lo mejor en seis años podría hacerse. Seis años como los que llevamos trabajando en plásticos biodegradables”. Y es que, cuando hicieron la primera reunión sobre este tema, fue “como explicarles que íbamos a hacer un cohete para ir a la luna”, afirma.

Sin embargo, a pesar del inicial descreimiento, Duch asegura que veía cómo su equipo se iba volviendo cada vez más creativo. “Era un equipo de ingenieros y de químicos joven, por eso me sorprendió. Nuestras universidades preparan bien, pero sin salirse de los moldes. Al principio, hacían cosas que no funcionaban… pero, retrospectivamente, veo la enorme creatividad que había”. Este proceso, y sus consiguientes productos, les ha situado, según él, en la vanguardia mundial de su industria.

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