Ocupa un papel central a la hora de introducir a Argentina en la economía del conocimiento. Hablamos de la bioeconomía, un concepto que ha servido para difundir la idea de agroindustria: “industria y agricultura como las dos palancas del desarrollo” del país. “Además, nos brinda la posibilidad de empezar a elaborar un paradigma propio de futuro”.
Así lo ha señalado el coordinador ejecutivo del Gabinete Científico Tecnológico (GACTEC), Alejandro Mentaberry, el encargado de cerrar el simposio Bioeconomía Argentina 2016, junto con el subsecretario de Bioindustria de la cartera de Agroindustria, Mariano Lechardoy. “Dicho encuentro nos sirve para intercambiar ideas, para que el año que viene podamos tener proyectos emblemáticos que nos vayan marcando el rumbo a seguir”, afirma este último.
Bioeconomía Argentina 2016 promueve los espacios para la reflexión, el análisis y el desarrollo de propuestas concretas que mejoren las cadenas de valor tradicionales mediante la ciencia y la tecnología. En esta oportunidad, especialistas nacionales, provinciales y extranjeros se han reunido en el Polo Científico Tecnológico de Palermo.
El encuentro, que se ha desarrollado durante lunes y martes, ha contado con la participación de más de cien expositores provenientes de los ámbitos académico, empresario, cooperativo y gubernamental, y en donde se han discutido modelos productivos más eficientes y amigables con el medio ambiente. Cada orador, por su parte, ha expuesto las potencialidades y desafíos que restan resolver, a la vez que propusieron agendas sectoriales.
Ventajas competitivas
La apertura del encuentro ha estado a cargo del ministro de Ciencia de la Nación (MINCyT), Lino Barañao, quien ha destacado los avances en torno a la discusión de la bioeconomía en las regiones, así como el grado de maduración y consenso alcanzado para la elaboración de políticas conjuntas. “¿Qué hacemos ahora con esto? –ha preguntado-. La Argentina tiene muchas ventajas competitivas, tiene luz solar, tierra fértil, agua potable y un bien que producimos aún de manera más competitiva que la soja: el conocimiento”.
“La Argentina produce conocimiento de nivel internacional –medido por publicaciones en las mejores revistas– a un costo realmente competitivo, y ese conocimiento tiene un valor de mercado que hasta ahora no hemos usufructuado”, ha asegurado el ministro. “No queremos competir por manufactura barata, sino por creatividad –ha continuado-. Para ello tenemos ciencia y tecnología para todos los colores de la bioeconomía, así como los saberes en manufactura y software para exportar al mundo”.