La calm technology de Amber Case o las ventajas de movernos más despacio entre el ruido y la prisa

La cyborg antropóloga inaugura el ciclo de encuentros ‘talkson’ de la Fundación Naturgy
Amber Case
Amber Case ayer en Casa América. Imagen: Pablo Candamio.

A mediados de los 90, los investigadores de XEROX PARC Mark Weiser y John Seely Brown acuñaron la acepción calm technology.  En el artículo ‘Designing Calm Technology’ sentaron las bases de su teoría; un análisis de los beneficios de aquellos avances que no requieren de toda la atención del usuario ni le sobrecargan de información. Tecnología sencilla y útil, que transmite una sensación de familiaridad.

La cyborg antropóloga Amber Case ha recogido y revisado el testigo visionario de Weiser y S. Brown. Experta en la interacción entre humanos y ordenadores, investigadora en el Institute for the Future y autora de ‘Calm technology’ y ‘Designing with sound’, Case ha inaugurado en Casa América, en Madrid, el ciclo de encuentros talkson de la Fundación Naturgy. El objetivo del nuevo foro es abordar la transformación digital, la transición energética o cuestiones de medioambiente y sostenibilidad desde una óptica marcada por el rigor pero distinta de la habitual.

Para empezar, una previsión: en 2020 existirán en el mundo 50.000 millones de dispositivos conectados. “¿Les parece bien recibir en un reloj la misma información que en su Smartphone; notificaciones que además suelen tener su origen en una máquina?” La investigadora lanzaba el guante al auditorio e iba más allá al plantear que esta tendencia acabe por permearlo todo. “Varias empresas me han llamado para que les ayude a diseñar un frigorífico inteligente. ¿Para qué? ¿Para que nos avise cuando no quedan bananas? ¿Para que abrirlo sólo sea posible con nuestra huella dactilar, cuando al cocinar me mancho los dedos?”. Detrás de estas cuestiones una reflexión: no todo lo nuevo es bueno.

Toca por tanto echar el freno y pensar la tecnología como algo secundario, que trabaje en conjunción con nosotros. “Weiser decía que no necesitamos dispositivos inteligentes, sino humanos inteligentes”, citaba Case. Un proceso en el que los dispositivos nos tienen que ayudar a tomar decisiones mejores, “pero no hacerlo todo por nosotros”. “Ni el hombre se tiene que comportar como una máquina, ni viceversa”. Para respaldar este argumento, la investigadora recurría a nuestra propia naturaleza. “Pruebo muchos coches autónomos, pero me gusta conducir, deberían combinar ambas opciones”. Más ejemplos. Esa ‘necesidad’ de acción que nos hace humanos –y un sabor dudoso- está detrás del fracaso de la mezcla del bizcocho de los años 50 a la que sólo había que añadir agua.

Otro pilar de la calm technology es la sencillez. “La tecnología no puede demandar toda nuestra atención. Por eso Weiner defendía la tetera silbadora, que nos reclama sólo cuando es necesario; la misma razón por la funcionan los iconos en los aviones o las luces de los semáforos… pero cuando suena el teléfono en el coche, no se trata de atención periférica, es atención total”. Case ha concretado que esa simplicidad debe partir del diseño, que por contra tiende a complicarse en exceso. “Con menos características, un producto tiene menos probabilidades de fallar”. 

En esta línea, y parafraseando de nuevo a Weiner, Case ha señalado que una buena herramienta es una herramienta del todo invisible; y es invisible cuando nos centramos en la tarea y no en la herramienta. “Un buen libro es una de las mejores interfaces y una experiencia pionera de Realidad Virtual. Si está bien escrito nos sumergimos en la historia, formamos parte de ella”.

El tiempo, la calidad de las horas que dedicamos a lo cotidiano (chronos) o al ocio (kairos) y cómo combinar ambos, está en la columna vertebral de estas teorías. La tecnología interrumpe constantemente ‘nuestro kairos’, “¿por qué no poner el móvil en modo avión al menos una hora al día?”. Tiempo también necesario para llegar a la tecnología adecuada en cada caso. “El diseño perfecto no existe, pero con el tiempo preciso nos acercaremos a algo que cumpla con nuestros objetivos. Hay que pensar en el diseño más despacio, no pasa nada por tardar un poco más y no puede ser un proceso estresante. Hemos que considerar el largo plazo”.

(De izquierda a derecha) Manuel Calvo, responsable de Energía y Medio Ambiente de la Fundación Naturgy; la cyborg antropóloga, Amber Case; y la responsable de Customer Centricity de Naturgy, Ana Serrano. Imagen: Pablo Candamio.

Junto a un amigo, Case diseñó una bombilla que, conectada al servicio meteorológico irradiaba un color en función del clima del exterior. Pura calm technology, igual que la silla que nos avisa de una mala postura. “No nos interrumpen; la tecnología puede comunicar, pero no hace falta que hable”, apuntaba Case, que ha recordado que sólo la empatía y la combinación de tecnología y humanismo darán en el clavo de lo que necesitamos para seguir progresando. “Ya no somos una sola cosa. Siempre me apasionaron la ingeniería y la tecnología. Las ciencias sociales me resultaban muy complejas…¡por eso me hice antropóloga!”. 

¿Y la Energía?

Aplicar esta filosofía de avance en un tiempo y en un sector que vive su particular revolución es, según Case, más fácil de lo que parece. “No todo tiene que estar conectado (así se evitan hackeos) ni tiene por qué ser muy caro”, apuntaba la investigadora, que prefiere que el viaje sea hacia una convergencia analógico-digital donde los sensores offline, capaces de predecir con meses de antelación si algo va a fallar en una fábrica, jueguen sus bazas en el hogar. “Pueden detectar escapes de gas, fugas de agua; salvar vidas y ahorrar dinero”.

La antropóloga cree en lo positivo de los modelos energéticos distribuidos, descentralizados. “Quizá este no era el momento de la pared de Tesla, pero su tiempo llegará en 5-10 años”, ha dicho Case, para quien no hay un futuro ideal, tampoco en movilidad. “No todo el mundo va a querer un coche eléctrico. En Ámsterdam hay más de 10 opciones para desplazarse por la ciudad. Eso es lo importante”.  

También considera crucial que cada territorio explote y exporte sus fortalezas en recursos naturales. “Hay que cultivar con menos energía, menos agua y menos pesticidas”, y ha puesto por ejemplo los invernaderos holandeses donde –otra vez- sensores inteligentes potencian y controlan la producción. “Habrá que alimentar a mucha más gente, y la tecnología nos puede ayudar a hacerlo de manera distinta”. 

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