Hoy día, la fibra óptica es principalmente conocida por su uso para tener una buena y rápida conexión a internet. Sin embargo, sus usos podrían ir mucho más allá y llegar al ámbito sanitario para ayudar a diagnosticar y tratar pacientes. Así se ha puesto de manifiesto en una jornada sobre las oportunidades de la impresión aditiva en el campo de la salud organizado por la Universidad Pública de Navarra (UPNA).
La idea la ha expuesto el investigador de la UPNA Abián Bentor Socorro, para quien la fibra óptica “también sirve para curarnos; de hecho, varias aplicaciones médicas a día de hoy usan este cable para hacer terapia o diagnosticar pacientes”. En su opinión, la fibra óptica es ya “un sensor de por sí, porque con ella se pueden medir magnitudes físicas como presión, tensión, temperatura. Además, recubriéndola con materiales que sean sensibles a determinados parámetros, podemos hacer que la fibra óptica obtenga información acerca de las reacciones químicas que están ocurriendo a su alrededor”.
La tesis de este investigador se basa en que “podemos jugar con diferentes estructuras basadas en fibra óptica para conseguir fenómenos que nos permitan medir, con alta resolución y sensibilidad, las variaciones de la luz que se propaga en su interior”. Además, cree que podría convertirse en un potente biosensor sensible a un determinado compuesto químico, como por ejemplo una biomolécula.
Para lograrlo, ha incidido Abián Bentor Socorro, “tenemos que recubrirla con unos materiales que realicen una doble función: por un lado, que sean biocompatibles, para no degradar las biomoléculas, y, por otro, que permitan la adhesión de estas biomoléculas (véase anticuerpos o cadenas de ADN) a la fibra”. Así, combinando una óptima generación de fenómenos ópticos con un recubrimiento adecuado de materiales, “convertimos la fibra óptica en un potencial biosensor. Por tanto, somos capaces de detectar biomarcadores específicos de enfermedades e, incluso, de poder llegar a diagnosticar en qué estado de la enfermedad se encuentra la persona”.
MATERIALES NANOESTRUCTURADOS
Una de las claves para convertir la fibra óptica en biosensor pasaría por recubrirla con materiales nanoestructurados, es decir, aquellos que por su tamaño únicamente son visibles a escala atómica o molecular. Estos materiales, ha concluido este investigador, “pueden depositarse sobre la fibra empleando diversas técnicas usadas en nanotecnología. Algunas de ellas son adaptaciones de técnicas que se utilizan a nivel macroscópico con impresión 3D. De hecho, también es posible modificar la estructura original de la fibra mediante técnicas muy similares a la fabricación aditiva, para luego obtener biosensores. Es lo que se denomina ‘Lab-on-Fiber’ o laboratorio en la fibra, en inglés”. En definitiva, un avance en ingeniería biomédica que permitiría “ayudar al diagnóstico precoz y, por tanto, ayudar a curar personas”.