La financiación es un reto especialmente crítico al que se enfrentan las startups de alta tecnología. Estas dificultades a menudo son causadas por el alto capital que las deep-tech necesitan para desarrollarse, por la falta de credibilidad e interés que algunos inversores y compañías externas tienen en los proyectos y por la confusión que se tiene en torno a definición precisa del concepto deep-tech. Otros factores también son la falta de iniciativas tecnológicas públicas y privadas que en España son escasas en comparación con otros países vecinos de la UE.
Debido a esta escasa financiación y a la falta de empresas de capital de riesgo especializadas en deep-tech, muchas iniciativas en España mueren en las fases iniciales, dejando a los equipos investigadores sin más opciones que las de olvidar sus innovaciones y voltear hacia otro lado. Las startups que sobreviven e intentan acceder a segundas rondas de financiación suelen intentar llegar al mercado estadounidense, donde por lo regular tienen más éxito.
“Carl Sagan ya lo dijo: vivimos en un mundo totalmente dependiente de la ciencia y la tecnología en el que casi nadie entiende sobre ciencia y tecnología. Eso implica que a las empresas que trabajamos en esto nos cueste mucho llegar no solamente al público en general y a las instituciones, a las cuales tenemos que convencer que nos den financiación pública a través de cientos de páginas donde intentas explicar el mercado y traducirlo a algo que se pueda entender sino también a los inversores. Se trata de un problema de entendimiento e interés”, asegura Daniel Pérez, cofundador de Ienai Space, durante el encuentro Emprender Deep Tech en España, organizado por la Fundación Rafael del Pino.
"¿España tiene algo que hacer en tecnologías de frontera?"
Aunque ha habido un buen desarrollo de diferentes empresas de sotfware en España, el desarrollo de empresas Deep-Tech no ha tenido el mismo éxito debido a las complejidades que engloban. Ante esta cuestión, Pérez se pregunta “¿España tiene algo que hacer en estas tecnologías de frontera? Muchas veces vas ahí fuera y hablas con inversores y te dicen ‘¿España qué hace aquí? ¿realmente hacéis algo? Pero si estáis en Europa…’”, recuerda.
Pérez trabaja en Ienai Space, una startup de movilidad espacial made in Spain y le ha tocado hacerse un nicho dentro de un mercado ignorado por las grandes compañías. “Yo entro a las páginas de los inversores y todo el rato veo cohetes y hasta la luna … y luego nadie quiere invertir en el sector aeroespacial. Una vez hablé con una empresa llamada ‘Lunar’ y me dijeron que no habían hecho ninguna inversión en el espacio. Cuando te llamas así, qué menos que haber hecho una inversión en el espacio”, subraya Pérez.
¿Qué se puede hacer ante tanta duda y desconocimiento del mercado deep-tech? “Nosotros empezamos la startup en torno a una tecnología que no se había desarrollado en Europa y cuando empezamos a hablar con otras empresas aeroespaciales muchas veces tenían dudas: ¿Cómo lo vas a hacer tú si hay otras tantas empresas en Estados Unidos que podrían estar haciendo esto? Hay que confiar en que nuestros centros de investigación forman a la gente y que somos capaces de transferir esas tecnologías y de también llevarlas a cabo desde dentro de las empresas. Hay que confiar que es posible”, dice Pérez.