En una imagen, los niños atienden a la clase gracias a una pantalla. No es una fotografía del año pasado, cuando la pandemia obligaba a los alumnos a relacionarse con sus compañeros a través de Zoom y otras aplicaciones; es un dibujo publicitario de los años 60. Esta y otras ideas están recogidas en la exposición ‘La gran imaginación. Historias del futuro’ de Fundación Telefónica que profundiza en cómo será el mañana con creaciones fraguadas entre el siglo XVIII y la actualidad.
Jorge Camacho, comisario de la exposición (abierta al público hasta el 17 de abril del año próximo), explica que el “teletrabajo se venía anticipando desde hace décadas o incluso siglos”. El ejemplo mencionado es una premonición, pero ese no es el objetivo de la muestra. “No podemos predecir el futuro, pero sí deberíamos imaginarlo”, asegura Camacho.
La exposición está dividida en cuatro secciones: Futuros presentes, Antes del futuro, La gran imaginación y Cuatro Alternativas: El mundo en 2050. Además, arranca y finaliza con referencias a Jim Dator, pionero en el estudio de posibles futuros, quien propone que estas visiones pueden agruparse alrededor de cuatro arquetipos: crecimiento, colapso, disciplina y transformación. Con esa premisa, plantea en qué medida perduran los pensamientos de antaño y exhibe la importancia de la creatividad.
La ciudad imaginada
Son muchas las dudas que afectan a uno de los agentes imprescindibles para entender el futuro: la ciudad: ¿Cómo será el transporte? ¿Se podrá volar? ¿Cambiarán las casas? Por ello, el arquitecto especulativo Liam Young decidió inventar una posibilidad y plasmarla en Seoul City Machine. La película retrata una ciudad en la que todo funciona gracias al escáner de innumerables sensores, láseres, cámaras y satélites que alimentan los modelos de datos y optimizan la experiencia.
En las imágenes observamos una población en la que las máquinas y la tecnología son los dominadores del espacio.“Esto es un filme narrado con inteligencia artificial”, comenta el comisario. “La ciudad interpela a los habitantes y conviven en sintonía”.
La literatura futurista
Desde el pasado, muchas de las mentes pensantes proponían las sociedades del futuro a través de la literatura. El visitante podrá detenerse en los ejemplos de la Utopía de Tomás Moro; La Nueva Atlántida de Francis Bacon; La Ciudad del Sol de Tommaso Campanella o Los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift, cada uno de ellos interpretados bajo la mirada del Premio Nacional de Ilustración 2016, Javier Sáez Castán.
También se adentrará en los primeros relatos propiamente futuristas –que surgieron en el siglo XVIII– gracias a la Cronología del Futuro, una línea temporal que ocupa una pared entera y está formada por líneas que iluminan el recorrido señalando cuándo se escribió cada obra y sobre qué año divagaba. “Si os fijáis, en la segunda mitad siglo XX se imagina un futuro más cercano que antes”, apuntala el comisario.
Alternativas al mundo en 2050
El presente también sirve de indicativo de lo que vendrá. La Tierra se enfrenta a grandes desafíos como la pandemia, las crisis, el cambio climático o la digitalización, lo que obliga a buscar nuevos métodos de convivencia. La sección ‘Cuatro Alternativas: El mundo en 2050’, examina precisamente eso; las posibles soluciones. Y lo hace a través de realidades inventadas por expertos.
Por ejemplo, Raphaël Stevens, investigador y especialista en transición ecológica, junto al estudio N O R M A L S, conformado por Cedric Flazinski y Régis Lemberthe, parte de un colapso. Tras la victoria en un referéndum, el gobierno de Pyria decide eliminarse a sí mismo como Estado para garantizar la supervivencia a los que viven en él. “Se planea cómo dividir y repartir elementos de Estado entre todos sus habitantes”, explica Camacho.
En el aspecto de la disciplina –otro de los ingredientes de Jim Dator–, el comisario recalca que no tiene por qué ser un concepto negativo; al contrario. “Puede ser autoelegida. Llevar una vida sencilla para evitar ese colapso del que hablamos antes”, añade. La instalación que indaga en esta palabra es la sede de un grupo intergeneracional que se reúne para participar de la regeneración de ecosistemas humanos y urbanos llamado las ERRES.
“Se centra en regenerar, reproducir, restituir y respetar”, puntualiza Camacho. Esta asociación es fruto de una colaboración de Giacomo D’Alisa, ecologista político en el Centro de Estudios Sociales (Universidad de Coímbra, Portugal) y uno de los mayores expertos mundiales en decrecimiento, con Becoming, un estudio de investigación que explora escenarios emergentes para repensar el mundo. “Los creadores proponen vivir con menos para vivir bien”.
Un futuro propio
Para finalizar, la gran duda: el futuro que ven los asistentes. Gracias a Domestic Data Streamers, cada visitante puede dejar su idea en unos paneles que versan sobre diferentes temáticas. Solo tiene que coger una bolita y meterla en el hueco que más le convenza.
Uno de los textos habla de cómo progresará la humanidad. Ofrece cuatro opciones: “La exploración espacial permitirá expandir la civilización”, “nuestra civilización no tiene futuro en la tierra”, “debemos aprender a ser sostenibles en este planeta” o “nos convertiremos en una nueva civilización planetaria”. Alguien se queda unos instantes frente al panel y elige una de ellas. El futuro está también en sus manos.