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La huella de carbono de las filiales de EE. UU. representa casi el doble de las emisiones generadas por España

Investigadores de la UCM y de la UCLM miden las emisiones de las multinacionales estadounidenses fuera de su territorio
Huella carbono
De izquierda a derecha, Luis Antonio López, Guadalupe Arce, María Ángeles Cadarso y Jorge Zafrilla.

Investigadores de la Universidad Complutense (UCM) y de la de Castilla La-Mancha (UCLM) han publicado un estudio en la revista Nature Communications en el que miden las emisiones de efecto invernaderos de las multinacionales de EE. UU. a nivel global y revelan que la huella de carbono de estas filiales representa casi el doble de las emisiones generadas en toda la economía española.

Es la primera vez que se calculan las emisiones de empresas EE. UU. fuera de sus fronteras, según Guadalupe Arce, profesora del Departamento de Análisis Económico y Economía Cuantitativa de la UCM, quien ha desarrollado la investigación junto a Luis Antonio López, María Ángeles Cadarso y Jorge Zafrilla de la UCLM. El trabajo ha sido respaldado por un proyecto de investigación del Ministerio de Economía y cuenta con el apoyo del Plan Propio de la UCLM.

“La principal aportación del trabajo es el desarrollo de una metodología que permite calcular la responsabilidad de las empresas multinacionales sobre el total de emisiones que generan a lo largo de la cadena global de producción. La aplicación práctica se realiza con las multinacionales de EE. UU. porque es el país con mayor número y tamaño de empresas multinacionales en todo el mundo”, ha explicado la investigadora de la UCM.

Dicha metodología permitiría calcular la huella de las multinacionales a nivel mundial y para casi cualquier país, siempre que se tuviera información detallada de la generación de valor añadido por parte de sus filiales, de acuerdo con Arce.

Las multinacionales estadounidenses fragmentan su proceso productivo en distintas fases que deslocalizan principalmente a países en desarrollo donde les es más rentable. “Esta deslocalización se concentra especialmente en aquellos países donde los costes laborales son más bajos, donde puede haber una mayor disponibilidad de ciertos recursos naturales, donde las cargas impositivas son menores, las regulaciones ambientales son más laxas, o donde existe una mayor proximidad a mercados más grandes”, ha detallado Arce. “Si realizamos el juego de considerar estas empresas en su conjunto como un país, ocuparían el puesto 12 en el ranking mundial de países más contaminantes”, ha añadido.

La contaminación de las economías en desarrollo es más elevada que la de los países desarrollados debido, principalmente, a que sus sectores eléctricos son más contaminantes ya que fundamentan su producción en el uso intensivo de combustibles fósiles, como es el caso del carbón en China, ha explicado Arce.

Los equipos electrónicos –como teléfonos móviles o tabletas–, los bienes intermedios –como materias primas o combustibles– y de capital –como maquinaria, inmuebles u otras infraestructuras para producir otros bienes y servicios–, así como los vehículos de transporte producidos por empresas estadounidenses y posteriormente consumidos en todo el mundo, son los que más contribuyen a la huella de carbono de dichas multinacionales.

Pese a que el número de empresas comprometidas a realizar algún tipo de acción de mitigación ha ido aumentando en los últimos años –mediante objetivos de reducción de emisiones en el proceso productivo, el uso de energías renovables o el establecimiento de precios internos al carbono para internalizar los costes–, son muy pocas las empresas que están teniendo en cuenta los problemas que generan a lo largo de toda la cadena de suministro y que están teniendo en cuenta su huella de carbono completa.

¿Cómo puede un país controlar la huella de carbono que provoca fuera de sus fronteras? Lo ideal sería adoptar acuerdos internacionales en los que no existiera una asimetría en las legislaciones medioambientales de los países, según ha considerado Arce.

“Marcos como el Acuerdo de París es, sin lugar a dudas, el paso más importante que se ha dado hasta la fecha en la búsqueda de un compromiso de reducción de emisiones globales. Sin embargo, no da solución al problema de las fugas de carbono consecuencia de las decisiones de deslocalización de estas empresas”, ha asegurado.

Acuerdos bilaterales que faciliten la transferencia de tecnología a las filiales y a proveedores en otros países, que fomenten el diseño de productos menos dañinos para el medioambiente o que mejoren los existentes para minimizar el uso de materiales y energía, son algunas salidas que proponen los investigadores para reducir la huella de carbono de estas multinacionales.

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