La cuenta atrás está en marcha desde hace tiempo. 2030, 2035, 2040… las fechas aún no son exactas para el fin de los coches de combustión, pero la Unión Europea tiene claro que 2050 es el año marcado en rojo en el calendario para lograr la descarbonización. La movilidad eléctrica es una de las principales alternativas para alcanzar este ambicioso objetivo, ante el que aún existen grandes interrogantes relacionados con la autonomía de las baterías y la expansión de la red de puntos de recarga. Por otro lado, España es el país europeo con la flota de vehículos más antigua y se sitúa a la cola en la implantación de la movilidad eléctrica en Europa. Una situación que preocupa al ecosistema de automoción, especialmente desde que surgió el COVID-19.
«La electrificación va tomando presencia en nuestro parque de vehículos, pero seguimos por debajo de los objetivos de Europa», confirma Enrique Alcalá, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales en Universidad Politécnica de Madrid e Investigador del Instituto Universitario del Automóvil (INSIA). Considera que el momento actual es crucial y que se necesitan nuevos impulsos para que la movilidad eléctrica termine de despegar. «Hace falta una mayor velocidad de expansión de los vehículos eléctricos y abordar los retos de las baterías eléctricas, su vida, su reutilización, el reciclado… y, por supuesto, estudiar a fondo el precio adquisición de los coches, las licencias y los impuestos».
Félix García, director de Comunicación y Marketing de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), pone números al contexto actual. «Con la movilidad eléctrica, el sector puede pasar de los 210.000 millones de euros de facturación actuales a 310.000 millones en 2040». España es el segundo fabricante de vehículos de Europa –la industria genera el 10% del PIB nacional–. «El reto es mantener esto cuando solo se fabriquen coches eléctricos», precisa García.
Pero para lograr esto es necesario recuperar las cifras de 2019 (respecto a este año, el mercado ha caído un 35%) y recuperar la producción (se ha reducido en 600.000 vehículos). Desde ANFAC han presentado una hoja de ruta al gobierno con medidas urgentes que motiven la adquisición de vehículos eléctricos. El sector tiene la necesidad de presentar la movilidad eléctrica como algo atractivo para el cliente, algo que de momento no ha sucedido. La receta de ANFAC pasa por generar programas para la descarbonización, mejorar las infraestructuras y los puntos de recarga y mejorar la fiscalidad. «Hacen falta ayudas directas, sin listas de espera. También un Plan MOVES eficiente. Nos consta que el gobierno está trabajando en ello, pero no podemos tardar más años», avisa García.
Según Arturo Pérez de Lucía, director general de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (AEDIVE), uno de los principales problemas en los últimos años en torno a la movilidad eléctrica ha sido la desinformación. «La gente se ha vuelto desconfiada. Comprar un coche eléctrico genera dudas por diversos factores. Autonomía, dónde y cómo cargarlo y sobre todo el precio». Sin embargo, la realidad es bastante más optimista. «España cuenta con un ecosistema único a nivel industrial y tecnológico en movilidad eléctrica y, aunque es dependiente de otros países en compra de petróleo y gas, puede producir su propia energía renovable», analiza Pérez de Lucía.
Por otro lado, existe un despliegue razonable de infraestructura de recarga: más de 34.000 puntos de recarga en 2022, 35.000 en 2023 y se espera que 255.000 en 2030, según las cifras que manejan desde AEDIVE. «El vehículo eléctrico va a tener muchas garantías. Estamos seguros de que la ciudadanía va a apostar por este transporte, pero los actores de la industria debemos trasladar un mensaje único de que el vehículo eléctrico es sinónimo de solución», apunta Pérez de Lucía.
Desde el ámbito de la gran empresa, se considera que apostar por la movilidad eléctrica es el camino más fiable para acabar con los problemas de medioambiente y cambio climático. Por ejemplo, Repsol está dedicando grandes esfuerzos a convertirse en una compañía de multienergía, como destaca Carlos Bermúdez, su gerente de Desarrollo de Negocio de Movilidad Eléctrica. La compañía cuenta con 1.700 puntos de recarga en el ámbito privado y 1.200 en el público.
Pero el reto va mucho más allá. «Para avanzar hacia la movilidad eléctrica es necesario entender que el usuario de vehículo eléctrico es un usuario digital al que hay que facilitarle las cosas». Una vez más, el precio de adquisición de vehículos eléctricos, su carga e incluso su estacionamiento vuelven a ser los principales escollos para el usuario. «No todo el mundo en España tiene un aparcamiento debajo de su vivienda. De hecho, dos tercios de los coches en España duermen en la calle», sostiene Bermúdez.
¿Faltan infraestructuras? Más que cantidad, el responsable alude a la calidad. «Hay una falta de profesionalización de la infraestructura en el sentido de adecuar la tecnología a las necesidades del usuario y el mantenimiento y acceso universal a medios de pago, entre otras cosas». Otro problema es lo que se tarda en activar un punto de recarga: desde que comienza la obra, entre 12 y 15, además del eterno dilema de las licencias. «La movilidad eléctrica sufre un enorme cuello de botella que debemos solventar mucho antes de 2030», recalca Bermúdez.
Todas las estrategias adoptadas por parte del sector sirven quedan, en realidad, en segundo plano ante el verdadero juicio del contexto: la visión del ciudadano ante el coche eléctrico. En este sentido, para Ignacio Moya, director de Asuntos Públicos y Jurídicos en Asociación de Concesionarios Oficiales de las marcas de turismos, vehículos industriales y maquinaria agrícola de España (Faconauto), España está fallando en cómo plantea el hecho de tener un coche privado. «En los últimos años, se ha puesto como el malo a los vehículos en propiedad. El vehículo privado no puede estar en la última escala de la pirámide, principalmente porque el ciudadano merece tener todas las posibilidades de movilidad».
Moya considera que el coche particular sigue siendo la prioridad del ciudadano. «No podemos entorpecer esta preferencia cuando llega al concesionario. Vamos bien, pero vemos ralentización en la creación del coche eléctrico y también del híbrido enchufable», avisa. Para Faconauto, la electrificación no es suficiente. «Nosotros preferimos hablar de descarbonización porque es el reto final. Y para ello se debe reforzar el parque actual de vehículos», concluye el responsable.
* Todas las declaraciones incluidas en esta información han sido extraídas de la jornada ‘Cómo evoluciona la implantación del vehículo eléctrico en España’, organizada por Fundación Repsol, la Universidad Politécnica de Madrid y Asepa