La impresión 3D llega a la gastronomía

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El mundo de la impresión 3D brinda un abanico lleno de oportunidades que, como a muchos otros ámbitos, ha llegado también a la gastronomía. La fusión de impresoras 3D con congeladores profesionales ha dado lugar al robot Oskook, que nace de un proyecto vasco acelerado por Berriup, que consiste en aplicar las tecnologías de impresión 3D a procesos de calor y frío. De este modo, crear figuras personalizadas dentro de la cocina, como una concha de mejillón comestible, ya es posible.

“Imprimir alimentos”, es como resume Iñaki Muñoz -promotor de la idea- el proyecto Oskook. Pensada y creada para el sector profesional, la startup pretende convertirse en una solución para los cocineros de cara a sus creaciones del futuro. Como ha recalcado Muñoz, “el robot no debe mostrarse como una amenaza a los cocineros sino como un complemento a su creatividad”. La efectividad del proyecto se comprobará en los próximos meses, donde el mercado testará las diez primeras máquinas producidas.

“Queremos hacer productos diferentes, y esta herramienta permite crear cosas que ahora mismo son inviables”, por lo que “es una buena oportunidad para generar innovación en los fogones”. Por otro lado, la seguridad alimentaria es otra de las ventajas del robot, que mide factores como la temperatura, la humedad o el propio aire que circula dentro de él. Cualquier fluido que pueda pasar a sólido, como por ejemplo el queso fundido, el chocolate o la clara de huevo, tendrán cabida dentro del robot, que “será, siempre que los chefs lo quieran, esa mano de ayuda”.

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