Las pymes destacan en América Latina: estas representan el 99,5 % de las empresas en los cuatro países miembros de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México, Perú), así como en Argentina, Ecuador y Uruguay. Pero la informalidad y la baja productividad siguen siendo sus grandes lastres, según el Índice de Políticas PYME: América Latina y el Caribe 2019, realizado por la OCDE y CAF.
Las pymes latinoamericanas sufren una importante brecha de productividad con respecto a las grandes empresas. Aunque las pequeñas y medianas empresas representan el 60 % del empleo productivo formal en la región, son solo responsables de una cuarta parte del valor total de la producción.
Además, las microempresas latinoamericanas representan solo cerca del 3.2 % de la producción, mientras que en Europa aportan seis veces más (20 % del PIB), pese a que tienen una participación similar en cuanto a la fuerza laboral que emplean, detalla el informe.
La informalidad, otro de los grandes retos de la región, se ha convertido en algo intrínseco de estas economías. “Los altos niveles de informalidad están presentes en la mayoría de las economías emergentes pero en la región de América Latina (…) la informalidad es una parte integral de la estructura económica, con amplias implicaciones para el desarrollo económico y social de la región”, se puede leer en el documento realizado en colaboración en colaboración con el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) y la Fundación para el Análisis Estratégico y Desarrollo de la Pyme (FEDPYME).
La gran mayoría de las pymes que operan en estos países son microempresas de base familiar dedicadas principalmente a los sectores de servicios tradicionales y gestionadas en su mayoría por empresarios impulsados por la subsistencia. De acuerdo con el estudio, resultado de un trabajo de más de dos años, estos tipos de empresas tienen más probabilidades de operar en el sector informal “como respuesta al desempleo y/o para refugiarse de las regulaciones, complejidades y dificultades del mercado laboral informal”. Pese a la importante presencia de empresas informales, en el documento se reconoce que el número de microempresarios ya formalizados es mayor que el número de aquellos que continúan en condiciones informales.
A pesar de los problemas señalados, el estudio asegura que cada uno de los siete países ha acumulado una experiencia significativa en materia de políticas pyme, que han logrado mejorar el clima de negocios en general y han dado prioridad a las medidas para reducir la burocracia y simplificar los procedimientos administrativos.
Por ello, con el objetivo de fortalecer la formación de políticas para pymes, la OCDE y la CAF hacen varias recomendaciones generales. Entre estas medidas, los organismos instan a los gobiernos a que diseñen políticas “estratégicas, secuenciadas y coherentes” con el fin de aumentar el impacto de las intervenciones y los programas. También les animan a que presten atención a las “buenas prácticas” para formular políticas durante todo el ciclo (desde el diseño, adopción y aplicación hasta el monitoreo y evaluación) para contribuir a asegurar que el apoyo responda realmente a las necesidades de las empresas.