La luz azul nos ayuda a recobrar la calma después de un “proceso de estrés psicosocial agudo”, una situación que sufrimos con frecuencia a diario, pues este nombre hace referencia a una discusión tensa con un amigo o familiar o la presión que sentimos cuando tenemos que entregar un trabajo con fecha límite y nos sentimos apremiados, por ejemplo.
Es la conclusión a la que ha llegado investigadores de la Universidad de Granada (UGR), en colaboración con el Colegio de Educación Especial San Rafael de Granada (Orden Hospitalaria de San Juan de Dios). Mediante una evaluación objetiva con medidas electrofisiológicas, han observado que la luz azul, frente a la luz blanca convencional, acelera el proceso de relajación después de un proceso de estrés psicosocial agudo.
Estas situaciones provocan estrés a corto plazo, o agudo, que se produce de forma habitual en las relaciones interpersonales o sociales. Los investigadores, pertenecientes al BCI Lab (Brain-Computer Interface Lab) de la Universidad de Granada, apuntan que este tipo de estrés produce ciertas respuestas fisiológicas que pueden ser medidas mediante bioseñales. El estrés psicosocial es muy común y tiene efectos negativos sobre la salud y la calidad de vida de las personas.
Sin embargo, hay que tener en cuenta, que la luz azul también tiene su “lado oscuro”, porque muchos estudios la relacionan con trastornos del sueño o incluso daño en la retina. Las personas estamos expuestas a una media de 5000 horas al año de luz natural o artificial, esta última en gran medida procedente del uso de dispositivos electrónicos que emiten luz artificial como ordenadores, tablets o smartphones. El exceso de luz puede producir un efecto tóxico en la retina, en particular las radiaciones más energéticas correspondientes a los colores violeta y azul.
Después de este estudio preliminar, el BCI Lab busca nuevos participantes para un segundo estudio en el que se investigará la influencia de otros colores en las respuestas emocionales y fisiológicas de las personas.
Para llevar a cabo este trabajo, cuyos resultados publica la revista PlosOne, los investigadores de Granada sometieron a 12 voluntarios a un proceso de estrés, y después a un proceso de relajación haciendo uso de la sala de estimulación multisensorial del Colegio de Educación Especial San Rafael.
En esta sala, los voluntarios permanecieron tumbados sin ningún tipo de estimulación más que una luz ambiente de color azul (grupo 1) o blanco (grupo 2). Durante toda la sesión, se midieron distintas bioseñalestales la actividad cardíaca, mediante electrocardiograma, y la actividad cerebral, con electroencefalografía. Los resultados obtenidos concluyeron que la luz ambiente azul, frente a la luz blanca convencional, acelera el proceso de relajación.
La investigación fue dirigida por el profesor Francisco Pelayo (departamento de Arquitectura y Tecnología de Computadores) y fue llevada a cabo por el investigador Jesús Minguillón, el profesor Miguel Ángel López Gordo (departamento de Teoría de la Señal, Telemática y Comunicaciones) y el estudiante de grado Diego Adrián Renedo Criado, en colaboración con la doctora en Psicología María José Sánchez Carrión (Colegio de Educación Especial San Rafael).
El BCI Lab, situado en el Centro de Investigación en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (CITIC) de la Universidad de Granada, está formado por un grupo multidisciplinar de investigadores y profesores de los departamentos de Arquitectura y Tecnología de Computadores y de Teoría de la Señal, Telemática y Comunicaciones, ambos integrados en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Informática y de Telecomunicación (ETSIIT). El BCI Lab colabora activamente con profesionales de otras instituciones para llevar a cabo estudios multidisciplinares basados en la evaluación objetiva de emociones y respuestas fisiológicas a través de bioseñales.