GIJÓN. Resulta complicado medir el conocimiento, más aún en términos de distancias geográficas. No se trata de eso. El nombre de este espacio, de este rincón enmarcado en las afueras de Gijón, hace referencia al lugar, con una longitud aproximada de una milla, en el que se encuentran alojados físicamente los agentes que forman el sistema local de innovación.
Se llama la Milla del Conocimiento. Suena bien, sin duda. Se podría definir, atendiendo a las tendencias actuales de marketing, como un acierto de naming. Pero va más allá de la simple creación de un nombre de marca: el objetivo siempre ha sido impulsar la cooperación empresarial con los centros educativos y de investigación.
Dos décadas atrás, en el distrito Este de Gijón había poco más que la Universidad Laboral (el edificio civil más grande de España y una joya casi desconocida fuera de Asturias). Luego se fue desarrollando una zona de enseñanza superior, encabezada por la Escuela de Ingeniería (perteneciente a la Universidad de Oviedo) y el Hospital Universitario de Cabueñes.
En este contexto, se inauguró en el año 2000 el Parque Científico Tecnológico de Gijón, el primero de nuestro país impulsado enteramente por iniciativa municipal. La dimensión de su crecimiento es fácil de comprobar si tenemos en cuenta los datos con los que cerró el año 2017: 171 empresas, más de 4.000 trabajadores y una facturación global que superó los 1.700 millones de euros. Todas estas cifras se han duplicado en la última década.
Y hay otras entidades y organismos en la misma zona, desde la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), al Jardín Botánico Atlántico, pasando por el Club Asturiano de la Innovación, el Conservatorio de Música y Danza de Gijón, o el Centro de Arte y Creación Industrial (dependiente del Principado), por poner solo algunos ejemplos. También está aquí el departamento de investigación de la compañía ThyssenKrupp Elevator. Todo está pensado para favorecer la transferencia de tecnología y conocimiento.
Impulsando la innovación
“Este es nuestro distrito de la innovación”, afirma el Gerente de Gijón Impulsa, Rubén Hidalgo, quien destaca que cuentan con más de un centenar de proyectos de emprendimiento de menos de cinco años, de los que un 50% pertenece al sector digital. “Nuestro día a día es desarrollar espacios para empresas”, añade. Y no solo lo hacen en la Milla del Conocimiento, ya que también actúan en distintos barrios de la ciudad costera. En total cuentan con 18.000 metros cuadrados para estos fines. “Como Impulsa, somos el brazo ejecutor de la estrategia de emprendimiento e innovación del Ayuntamiento de GIjón”.
También facilitan la financiación a las empresas, tanto a través de microcréditos para emprendimientos incipientes, como vía fondo de inversión para las iniciativas de más alto impacto. “Intentamos generar unos proyectos suficientemente grandes y talentosos, con las condiciones endógenas que tenemos, para luego, a través de capital riesgo, atraer a grandes corporaciones”, asegura Hidalgo.
En concreto, buscan empresas con cuatro dimensiones: que estén enfocadas al talento acorde al cambio tecnológico, que desarrollen activos intangibles, que sean financieramente sostenibles y que estén orientadas hacia retos sociales (eficiencia energética, movilidad urbana, etc.). Y todo ello teniendo en cuenta los ejes de especialización de Gijón Impulsa: economía verde (que, a su vez, se divide en dos áreas: sostenibilidad, y vida saludable y activa) y economía azul (actividades relacionadas con el mar). Además, articulan actividades de innovación abierta para afrontar los retos que tiene la ciudad: cada año eligen seis o siete proyectos que tutorizan y financian hasta el 50% de la inversión.
Cada vez más complejos
El Parque Científico Tecnológico ha comprobado su solidez también durante los años más duros. “Se ha demostrado que el sector del conocimiento ha crecido durante la crisis y aquí se ha visto con claridad”, apunta el gerente de Gijón Impulsa, quien distingue una serie de cambios en el funcionamiento interno de este espacio científico. En una primera etapa se basó en una economía de aglomeración, es decir, “muchas empresas que podían relacionarse se asientan aquí y eso genera unas sinergias que redundan en conexiones, mayor productividad, movilidad de trabajadores, etc.”. Sin embargo, la situación ha aumentado en “complejidad” (por ejemplo, con la aparición de nuevos tipos de empresas y perfiles profesionales muy distintos), así que el parque se ha transformado en “un ecosistema donde diferentes agentes establecen proyectos y generan oportunidades de innovación”.
Y es esta palabra, el concepto de “innovación”, el otro gran cambio que se ha producido no solo en Gijón, sino en todo el mundo. Hace tiempo que dejó de ser el resultado exclusivo de lo que ocurre en los departamentos de I+D+i de las grandes compañías; ahora el verbo innovar también lo conjugan las startups, empresas de pequeñas dimensiones pero con una enorme capacidad disruptiva.
Por todo ello, las perspectivas de futuro son buenas. Se prevé duplicar la capacidad de espacio de la Milla del Conocimiento ampliando la superficie en las proximidades de la denominada Zona INTRA. Y para ello quieren tener en cuenta las necesidades reales de las empresas que conforman su público objetivo. “A medida que el sector digital crece, los tipos de espacio que necesitan son distintos”, afirma. Se acabaron las estructuras jerárquicas y las zonas nobles, ahora se requieren “sitios más modernos, más horizontales y en un entorno muy dinámico y atractivo para el talento”.
Este reportaje ha sido publicado en la edición impresa del Anuario de la Innovación en España 2018