Recorrer a pie los pasillos de la sede de GMV en Tres Cantos (Madrid) es casi como pasear por su propia evolución. Desde los primeros edificios –con esa paleta de color que va del marrón al amarillento y que tanto daño ha hecho a la estética empresarial- hasta los más recientes –incluyendo un patio que simula el terreno marciano y en el que ensayan con robots-, han pasado 30 años. Un periodo de cambios, tecnológicamente definitivo. Un tiempo en el que algunos, pocos, supieron cuál era el tren que había que tomar.
En 1980, el catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid, el profesor Dr. Juan José Martínez García, crea el grupo de trabajo de la cátedra de Mecánica del Vuelo. El ámbito universitario promovía el auténtico germen de GMV. Cuatro años después, en 1984, con un pequeño núcleo de colaboradores funda la primera empresa de lo que hoy es un grupo con presencia internacional.
Aquel primer grupo de los miembros originales, quizá ‘protofrikis’ en el sentido menos peyorativo del término, está conformado por estudiantes muy brillantes. El salto de lo académico a la empresa se produce al surgir diferentes oportunidades en el sector espacial europeo y en hacer cosas que en España nadie hacía. Actividades que entonces sonaban a chino: mecánica orbital, análisis de misiones espaciales, la planificación de esas misiones, desarrollo de algoritmos o software de gran complejidad, modelización, simulación… Años de trabajo muy específico que provoca el crecimiento inmediato de la compañía, que a finales de los 80 contaba ya con cerca de 100 empleados.
En la sede principal hoy hay más de 600 trabajadores. Pero no es el único centro dentro de España, ya que también tienen presencia en Valladolid –es el centro de desarrollo de soluciones de transporte-, Barcelona –planta de fabricación-, Sevilla, Valencia, Tenerife, León y Zaragoza. Fuera de nuestro país, GMV cuenta con oficinas en Portugal, Polonia, Rumania, Alemania, Francia, Inglaterra, India, Malasia, Colombia y Estados Unidos. El 80 por ciento de sus trabajadores son ingenieros, físicos y matemáticos.
Una sala que emula a uno de los muchos centros de control con tecnología GMV sirve como punto de encuentro con Miguel A. Martínez Olagüe director corporativo de desarrollo de negocio, marketing y comunicación de GMV quien, con el apoyo informativo de una serie de paneles que desgranan cada una de las áreas en las que la compañía trabaja, ejercerá de anfitrión entusiasmado y clarificador, un entusiasmo que arrancó en 1988, cuando se incorporó a la compañía. “Al poco tiempo me dieron algo que se llamaba correo electrónico, que utilizábamos a nivel interno, muy parecido a un teletipo, y que también nos facilitaba mucho el trabajo con la Agencia Europea del Espacio. No permitía anexar documentos ni muchas otras cosas, pero era una señal del ADN de la casa”.
Gran parte de la actividad actual de GMV es fiel a sus orígenes. Un 50% del negocio viene del ‘espacio’, y todo lo que rodea a este sector es en sí mismo innovación. “Cada misión espacial es algo nuevo, apunta Martínez, un desafío, y como tal hay que inventar cosas que no se han hecho antes.” GMV está jugando un papel importante en que la sonda Rosetta llegue a buen puerto. “Hay que conseguir que alcance su destino de forma eficiente, gastando poca energía pese a su peso, y para lograrlo no hay una única solución. Tenemos expertos en el desarrollo de software y simuladores que permiten adelantarnos a lo que puede ocurrir. El tiempo es fundamental para la comunidad científica. Cada minuto cuenta.”
Desde octubre, GMV cuenta con ‘platform-art’, el primer laboratorio robotizado europeo que permite la realización de pruebas en tierra (antes de su lanzamiento) de sistemas y operaciones espaciales. Estamos hablando de un simulador que posibilita comprobar cómo un vehículo espacial se acerca a un determinado punto de destino, validando así los sistemas de GNC (Guiado, Navegación y Control) relacionados con un amplio espectro de misiones.
Dentro de las actividades en el mercado satelital (tecnología GMV en centros de control de SES, Hispasat y otros operadores), la empresa está inmersa en el proyecto Galileo, el sistema europeo de navegación por satélite. “Somos la compañía española con mayor presencia en la iniciativa. Participamos en diferentes puntos, todos ellos del segmento de tierra, que en este caso es de especial relevancia. El satélite es relativamente ‘tonto’ y la inteligencia estará en el suelo”. En la misma sala en la que mantenemos esta entrevista se recrea un reducido centro de control de satélites, con algunas de las herramientas que se utilizan más habitualmente. hifly permite visualizar qué está pasando en el satélite y enviar comandos para actuar en cada situación. También se incluye el sistema visualfocus (visualiza órbitas y trayectorias de satélites de una forma sencilla) y un mapa con todos los objetos conocidos en la órbita de la Tierra, basura espacial incluida.
El prematuro contacto de GMV con el entorno de Internet (ostenta el dominio vivo de empresa más antiguo de España) facilita la diversificación hacia otros sectores, y no tardan en entrar en el mundo TIC’s con una rama del grupo a la que bautizaron como Soluciones Globales e Internet, toda una declaración de intenciones. Desde esos primeros años 90 la seguridad, o ciber seguridad era una prioridad para empresas e instituciones. “Fuimos la primera empresa en instalar un cortafuegos. Hoy la experiencia nos permite hacer de todo; a veces meras integraciones y otras desarrollando tecnología nueva”, señala Martínez Olagüe.
Volviendo a las alturas, GMV mantiene una estrecha relación con el mundo de la aeronáutica. “Quizá lo más destacado no sea nada concreto, sino todo lo que tiene que ver con lo que se conoce como software embarcado, de presencia creciente en los aviones.” La compañía ha desarrollado también la Tecnología Inteligente del dron Atlante –“nosotros preferimos no hablar de drones y sí de UAV-. Es una nave muy sofisticada, que no se gobierna con una sistema de telemando, sino con medios mucho más complejos a base de comandos de alto nivel. Hemos creado el ordenador que lo controla”.
En terrenos menos amables, como el militar, la innovación es también una constante. GMV trabaja fundamentalmente para el Ministerio de Defensa español y, en el exterior, en proyectos como el del control de fronteras de la Unión Europea promovido por Frontex o en un sistema de localización de francotiradores junto a la Agencia Europea de Defensa. Martínez muestra un aparato del tamaño de un libro de bolsillo. Se trata de un ordenador que se convertirá en el mejor compañero de viaje del soldado del futuro. “El objetivo es que el soldado sepa en cada momento dónde está él, dónde están sus compañeros, y tener información de todo el contexto que le rodea”.
Una segunda ola de diversificación de GMV tiene lugar en la pasada década, cuando la compañía decide entrar en el sector sanitario. “Al desembarcar en un nuevo campo nuestra estrategia siempre ha sido hacer algo nuevo y buscar oportunidades que podríamos llamar de ‘nicho’, en puntos muy específicos que nos sirvieran como puerta de entrada”. Además de los sistemas de telemedicina y telediagnóstico, de especial implantación en América Latina, la ‘joya de la corona’ es el planificador de radioterapia intraoperatoria. Patentado junto a médicos del Hospital Gregorio Marañón, permite que estos tratamientos “se apliquen directamente sobre el paciente cuando aún está en la mesa de operaciones permitiendo una radiación muy intensa en la zona colindante con el tumor y evitando sesiones posteriores. Se tiene que aplicar de una manera muy intensa y muy concentrada por lo que necesita un planificador, consistente en un modelo tridimensional del paciente a partir de escáneres, un software que permite simular cómo será la aplicación de la radiación y un modelo físico matemático que predice el nivel de penetración de la misma.”
Otras actividades del grupo vienen de la gestión de redes de transporte público en España y en otros muchos lugares (Malasia, Polonia, Estados Unidos, Uruguay o México), sistemas de control de líneas de ferrocarril (con RENFE o en el futuro tren de alta velocidad destino La Meca) y ciber seguridad, con la banca on line como campo de acción destacado.
Para el futuro, hay una serie de campos, como es el de la robótica, que desde GMV “se miran con interés” a la hora de continuar diversificando su oferta. “Hay que pensar que la robótica espacial va bastante por delante de la robótica terrestre porque necesita, por definición, inteligencia y autonomía, y nosotros tenemos tecnología desarrollada en esos dos ámbitos”, afirma Martínez Olagüe.
Y todo estos planes después de una crisis económica que han podido superar “relativamente bien”. “Hemos seguido creciendo, aunque no al ritmo que lo hacíamos antes, e incluso la plantilla ha aumentado ligeramente”, gracias a la llegada de “nuevos clientes” y a la apertura de “nuevos mercados”. Estamos hablando de sectores muy estables, sin grandes subidas ni bajadas, aunque sí han notado la caída de actividad en el sector público.
“Tenemos un modelo de doble camino, a veces tenemos una idea y tratamos de ir a ver a posibles clientes. Desarrollos con cierta proximidad a un cliente para no dar palos de ciego. En otras ocasiones el camino es inverso; el cliente expone un problema y le hacemos una solución a medida”, concluye el directivo. Las opciones que está en condiciones de ofrecer la compañía parecen resultar infinitas.