He leído recientemente “La tercera ola”, el libro en el que Steve Case, fundador de American On Line (AOL), relata la creación de este gigante que tanto ha tenido que ver con el desarrollo de Internet. Es decir, es uno de los grandes pilares sobre los que se ha desarrollo esta revolución tecnológica, cultural y social, que empezó hace un cuarto de siglo y que ha sido capaz de revolucionar en el mundo en los últimos diez años.
Es interesante leer su experiencia y sus consejos, igual que su referencia a Alvin Toffler, un gran analista y visionario al que Case rinde tributo en varios aspectos, entre ellos copiando el título de su libro, “La tercera ola”, publicado en 1979, en el que adelantó muchas de las cosas de las que hoy hablamos todos los días. Fallecido hace tan solo unos meses, Toffler dio sentido, hace ya casi 38 años, al impacto que iba a causar la evolución tecnológica que él estaba viviendo. Vio muy bien lo que estaba por venir, pero no lo suficiente.
Naturalmente, la tercera ola a la que se refiere Case no es la misma. Toffler hacía referencia a la revolución agrícola, la industrial y la post industrial, que es a la que se refiere Case en su libro. Merece la pena hacer una reflexión sobre este tema porque, mientras que entre la primera y la última del visionario Toffler transcurren, nada más y nada menos, alrededor de 10.000 años, a la que se refiere el fundador de AOL es a la que empieza con la II Guerra Mundial que, a su vez, el diferencia en tres oleadas tecnológicas hasta desembocar en estos prodigiosos años que estamos viviendo. Ahora es realmente cuando ha empezado el siglo XXI.
Su tercera ola es la que profundizará en este cambio que ya ha empezado y que dará como consecuencia un mundo nuevo en el plazo de cinco, diez, quince años…Ya no importa la cifra de años; lo que importa es que la estamos viviendo y esto va deprisa. Muy deprisa. Realmente, lo que estamos viviendo no es una ola, es un tsunami.
Case cuenta su aventura, estrategias y ofrece un panorama que, por su experiencia, hay que tener en cuenta a la hora de pensar en el próximo futuro; un futuro que curiosamente está cerca en tiempo, muy lejos en el espacio. Hay que estar aprender a convivir con este cambio y que mejor para ello sumergirse en el mundo de la innovación.
Para eso voy a recomendar otro libro: el de Nacho Villot, uno de los profesionales nacionales que mejor nos remueven las conciencias para aproximarnos a este nuevo mundo. Ya lo hizo con “La aventura de Diana” y ahora lo completa con “El desafío de Yago”. La realidad se ajusta a ese imaginario planeta de la innovación que equivale al Nuevo Mundo al que en su día llegó Cristóbal Colón. Hay muchos riesgos por el camino pero la voluntad de encontrar lo nuevo es, al fin y al cabo, lo que remueve los corazones y los cerebros. No esperan grandes tesoros pero probablemente un mundo mejor.