Solo estamos ganando tiempo. Las estrategias de distanciamiento social “bajan un poco el pico de la epidemia”, pero “el principal efecto es que retrasan la aparición de la epidemia”. Por así decirlo, “aplanan la curva, pero no previenen una segunda oleada”. Así que la cuestión que hay que plantear es: ¿qué haremos entonces?
Un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), la Universidad de Zaragoza, el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en Estados Unidos, y la Fundación ISI, en Italia, concluye que será necesario pasar de las actuales medidas de distanciamiento social, de carácter pasivo (se pide a la gente que se quede en casa), a otras activas. Más concretamente consistiría en realizar de forma masiva test a la población y cada vez que se detecte un infectado poner a la persona en cuarentena durante 15 días.
Esto último no solo retrasa el pico de la epidemia, sino que “lo baja bastante”, afirma el profesor del Departamento de Matemáticas de la UC3M y coautor del estudio Esteban Moro, actualmente profesor visitante en el Media Lab del MIT. Pone el foco así en un futuro muy próximo, ya que el confinamiento terminará y, como él señala, llegará un momento en que haya que reconectar nuestra sociedad y la pregunta es cómo lo haremos”.
Nueva ola de infecciones
Estos investigadores han desarrollado un modelo que les permite identificar la efectividad de las “distintas estrategias de distancia social, desde cerrar las escuelas, hasta cerrar los restaurantes, los lugares de trabajo o absolutamente todo”. El problema es que la infección continúa produciéndose “en las capas que siguen conectadas”, como hospitales, supermercados y otras actividades esenciales, advierte Moro en declaraciones a Innovaspain.
“Ante la necesidad de adoptar medidas para contener y erradicar la actual pandemia de COVID-19, hemos simulado la evolución de la epidemia en una población real, en este caso del área de Boston”, señala Yamir Moreno, físico teórico, coautor del estudio y responsable del Grupo de Redes y Sistemas Complejos (COSNET) del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI) de la Universidad de Zaragoza.
Y añade Moreno: “Nuestros modelos nos indican que, en casi todos los escenarios, una nueva ola de infecciones es muy probable. La conclusión fundamental es que se deben combinar políticas de contención pasivas con otras más agresivas”.
Un mes atrás
Es decir, que bajamos la epidemia, pero no a cero porque no está todo el mundo en casa. Se podría decir que volveremos a la situación que teníamos hace un mes, cuando se daban una veintena de casos diarios. Será el momento de frenar la propagación con esas estrategias activas (principalmente la realización de test y el confinamiento de los infectados).
Surge la pregunta de si esto es lo que teníamos que haber hecho desde el principio. Esteban Moro cree que en aquel momentos hubiera resultado “difícil convencer a la gente de que nos quedáramos en casa cuando se detectaron los diez primeros casos”. Ahora “estamos mucho más concienciados”. “También hay una parte económica, atendiendo al impacto que podía haber tenido eso”.
De Boston a otras ciudades
Para realizar esta investigación, el equipo de científicos ha utilizado datos de movilidad real de usuarios de teléfonos móviles en EE. UU. cedidos por el programa Data for good de Cuebiq Inc., una empresa que recoge las ubicaciones de los usuarios y las agrega de forma anónima.
Además, han analizado datos del censo del área de Boston para construir una red de ubicación conjunta en tres capas (comunidad, escuelas y hogares) y han empleado un modelo SEIR para la modelización de la propagación de epidemias.
“También estamos trabajando actualmente con datos actualizados de movilidad en la ciudad de Nueva York, que es el epicentro actual de la epidemia en EE. UU.”, señala Esteban Moro. “Si los datos de movilidad de alta resolución están disponibles, nuestro enfoque puede replicarse fácilmente para nuevas ciudades o países para medir el impacto de las estrategias de distancia social ante la epidemia”, añade.
Todo en una web
Ellos llevaban varios meses trabajando en estos modelos de movilidad aplicados a la gripe. Con la crisis del COVID-19 adaptaron en tiempo récord su investigación para evaluar el impacto de las estrategias de distanciamiento social que se están adoptando en los diferentes países, así como el tiempo que deben estar vigentes o cuál es la más efectiva actualmente.
Además, como ya se ha visto, también se analizan las probabilidades de que pueda surgir un segundo brote más adelante o cuál sería la mejor manera de prepararse ante una hipotética segunda oleada. Solo tienen en cuenta las estrategias sociales, no médicas (como una posible vacuna).
Estos resultados preliminares acaban de ser publicados en abierto bajo una licencia Creative Commons en una web para que estén a disposición de autoridades y de la comunidad científica, para poder utilizarlos, contrastarlos e ir actualizando y optimizando los análisis con nuevos datos. En este trabajo, realizado en respuesta a la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, colabora también la empresa madrileña Zensei Technologies S.L.