La sala de tortura tecnológica en la que Microsoft pone a prueba sus productos

El Laboratorio de Fiabilidad está ubicado en la sede de la compañía en Redmond (Washington)
Microsoft Arcade Surface testing on September 29, 2017. (Photography by Scott Eklund/Red Box Pictures)

“Tratamos de simular tres años de vida en tres semanas de pruebas”, señala Krishna Darbha, director Senior de Fiabilidad de Dispositivos de Microsoft. Para ello cuentan con un laboratorio en la sede de la compañía en Redmond (Washington) que se conforma como una cámara de tortura tecnológica.

Algunos productos se estampan con gran fuerza dentro de una torre de impacto; otros soportan todo tipo de pruebas “dolorosas”: calor intenso, frío profundo, lluvia, humedad, polvo, niebla, productos químicos y radiación ultravioleta. Mientras tanto, un grupo de ingenieros y técnicos buscan los puntos débiles de los productos de Microsoft.

El Laboratorio de Fiabilidad forma parte del Programa de Calidad de Productos de Microsoft, que también se encarga de la verificación del diseño, el análisis de materiales, el cumplimiento de normativas y la seguridad de los productos.

Las pruebas que se realizan están diseñadas para optimizar la experiencia de usuario y “los resultados que se obtienen permiten a muchos de nuestros partners y clientes realizar sus propias actualizaciones de producto y emprender un proceso de transformación digital en sus empresas”, añade Darbha. “Hemos compartido información detallada sobre nuestras tecnologías y su grado de calidad con partners y clientes, a medida que lo hemos visto necesario. Es algo que hemos comprobado que aporta enormes ventajas”.

Un Surface Pen, guiado por un brazo robótico, presiona cada botón de un dispositivo Surface una y otra vez durante semanas.
Un Surface Pen, guiado por un brazo robótico, presiona cada botón de un dispositivo Surface una y otra vez durante semanas.

Condiciones ambientales
Su equipo trabaja en un aislado pero amplio laboratorio, dividido entre más de una docena de habitaciones cerradas, cada una asegurada por una puerta metálica roja. El personal se mueve de un espacio a otro y de una cámara a otra para hacer daño a los artefactos.

Parte del objetivo del laboratorio es esencialmente poner a prueba los productos ante inclemencias de la naturaleza. Un ejemplo de ello son los test realizados a las tabletas Surface Pro 4 que jugadores y entrenadores utilizan en el mundo del fútbol. El objetivo es encontrar y corregir posibles fallos, debidos a la exposición a elementos de la naturaleza o a entornos severos, como los que se encuentran en un buque de carga transoceánico o un coche recalentado.

“Simulamos condiciones ambientales reales con pruebas que las aceleran en nuestras cámaras meteorológicas –explica Darbha-. Producimos mucho calor y frío extremo, y luego hacemos ciclos entre ambos extremos”. Ejemplos hay muchos, como el realizado hace poco a un Surface Studio que se enfrentó durante varios días a un horneado dentro de una cámara a 55 grados Celsius y a un 85 por ciento de humedad relativa.

Varios Surface Pro pasaron horas en una máquina de niebla salina, que imitaba el aire a bordo de un buque contenedor en el Océano Pacífico. Más tarde, el equipo los inspeccionó para detectar signos de corrosión, por dentro y por fuera.

Hay ingenieros de Microsoft que vierten líquido sobre ordenadores portátiles para detectar cualquier disminución en el contraste de color, desgaste de los pegamentos o cualquier daño en las carcasas.

Al mismo tiempo, el ingeniero de pruebas Bob McPherson colocaba un bastoncillo de algodón húmedo en la carcasa de un Surface Pro, cuya parte superior había sido previamente seccionada en ocho partes iguales. Cada zona recibió una cucharada diferente de productos químicos, desde loción para la piel hasta limpiador de cristales.

El eslabón más débil
Se trata de explorar formas de mejorar la tecnología a prueba de humanos y para ello hay que someter a los productos a condiciones extremas. Una variedad de artilugios, por ejemplo, simula la violencia repentina de la caída de un dispositivo desde una altura de dos metros sobre superficies que van desde una alfombra hasta el hormigón.

“Queremos descubrir dónde se encuentra la debilidad de un producto –apunta Darbha-. Ese es nuestro objetivo, así como evaluar su robustez. Porque el sistema es tan fiable como su eslabón más débil”.

En el laboratorio también se realizan pruebas para comprobar cómo una fuerza menos violenta pero igualmente destructiva impacta en los dispositivos: los años de uso normal y cotidiano. Para replicar esto, el laboratorio realiza en un corto tiempo numerosas pruebas funcionales y mecánicas, que miden la dureza a largo plazo de un dispositivo.

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