La sanidad digital, un término que engloba diferentes nuevas tecnologías y modelos asistenciales, "lejos de ser algo futurista, es un fenómeno actual y en alza", explica el doctor José Antonio Martín. Este experto en nuevas tecnologías y e-health acaba de publicar La oportunidad digital de la sanidad, editado por la Fundación Ramón Areces.
Martín cree que, a la vista de lo que ha ocurrido en otros sectores de actividad, como los casos de Uber o Airbnb en el turismo, esta revolución “quizá sea imparable”. Subraya que “la industria sanitaria, tan estable durante tantas décadas en los modelos de negocio dominantes, sufrirá una revolución similar. En el futuro, aunque hoy parezca improbable, puede que algunas de las grandes empresas de provisión sanitaria no tengan camas hospitalarias, ni quirófanos, ni consultas físicas; que en sus plantillas tengan tanta importancia nuevos perfiles, por ejemplo científicos de datos o expertos en usabilidad, como los médicos o los enfermeros”.
La entrada de la sanidad en la era digital obligará a revisitar la consulta médica: cómo se agenda y conduce, cómo se captura, explota e integra la información que se genere. "Las nuevas tecnologías digitales provocarán, previsiblemente, cambios muy importantes en la estructura de la industria sanitaria con modelos de negocio rompedores y por la expansión geográfica de los mercados médicos, que dejarán de ser estrictamente locales", afirma. En el libro se muestra que son muchas las compañías tecnológicas que están estableciendo colaboraciones con el sector sanitario tradicional y que "reclaman su derecho a jugar en él” (Apple, Microsoft, Google, Qualcomm, IBM...).
"En nuestro medio, la velocidad de adopción de estos nuevos formatos de atención sanitaria dependerá en gran medida de la actitud del Regulador y del sistema público, pero también de las acciones de los actores privados que participan en el sector, de los médicos y de los consumidores", explica Martín. Llama la atención que estas nuevas herramientas (por ejemplo de telemedicina y gestión de pacientes crónicos en remoto) estén expandiéndose con fuerza por Estados Unidos y en países emergentes, mientras en Europa su implantación sea mucho más lenta.