Mientras trabajaba en la Universidad Católica de Murcia como profesor en el año 2017, Diego Amores se hizo de un documento de la FAO en el que se instaba a las empresas a utilizar insectos para alimentación humana y animal. Amores vio la oportunidad de negocio y creó Entomo Agroindustrial, una compañía que se dedica a la cría de larvas de la mosca soldad negra, un insecto no considerado plaga y que tiene un apetito voraz en cualquier residuos.
“Lo que hacemos –explica Amores– es industrializar este proceso: estas larvas tienen una particularidad especial, y es que se alimentan de todo tipo de residuos orgánicos de los que obtenemos materias primas de alto valor añadido, grasas, proteínas y, además, fertilizantes. Todo lo que sale, básicamente, es materia prima comercializable. Es la diferencia que hay con lo que había hasta ahora, que genera muchos residuos secundarios”.
El CEO de Entomo Agroindustrial –que ya cuenta con diez trabajadores– indica que hay otras empresas que crian insectos, pero ellos diferencian el modelo de negocio. Mientras esas entidades lo que hacen es tener una unidad productiva lo más grande posible, ellos se han convertido “en una empresa de servicios, comercializando la tecnología a terceros, a grandes gestores de residuos y empresas agroalimentarias. Ofrecemos la tecnología para que un tercero ponga la instalación ya que, además, nuestra compañía tiene una vocación global.
La capacidad de Amores para buscar clientes en cualquier lado y que sea allí donde se ponga su tecnología es grande. Y para llegar a estos clientes, lo que hacen también es participar en proyectos de innovación, como H2020. "Esto nos van a permitir llevar nuestra tecnología a Colombia, Túnez y Malasia en los próximos dos años”, asegura.
Larvas en acción
Las larvas entran en acción comiéndose los sustratos orgánicos en cuestión de días, agilizando exponencialmente los tiempos de tratamiento. El alimento potencial de estos animales es variado, yendo desde subproductos vegetales, hasta estiércol, la fracción orgánica de los residuos urbanos y restos de supermercados.
Esta tecnología, muy nueva, permite que se creen nuevos sectores industriales. “Nos enfrentamos como sociedad a dos grandes retos”, indica. Por un lado, desarrollar tecnologías que aprovechen el potencial de los residuos que se generan, porque ahora mismo las tecnologías para el tratamiento de los biorresiduos quieren eliminarlos. Y, por otro lado, el reto de producir materias primas de alto valor añadido con el objetivo de reducir dependencias del exterior, –el 70% de estas materias primas se importan–.
"Lo que queremos –explica Amores– es estar en el centro de estas dos problemáticas. Esta estrategia nos permite cambiar el estatus o como estaba establecido el sector de la gestión de los residuos. Los residuos se trataban en grandes instalaciones, vertederos. El objetivo que tenemos, con insectos –también se hace con bacterias, algas– es descentralizar el tratamiento del residuos. Nos llevamos las tecnologías al lado de donde se produce el residuo. Al lado de una fabrica de cervezas, por ejemplo, por lo que ahorramos en el transporte de residuos. ¿Por qué no poner una instalación en una pedanía de un pueblo y que la fracción orgánica de lo que se genera de esas casas sea local? Se reduce el tiempo y se generan empleos en zonas rurales en una nueva industrial”.