Los prejuicios y los estereotipos no tienen fronteras. Los sesgos de género tampoco. Están patentes en todos los países en temas tan importantes como la educación. Niños y niñas, por increíble que parezca, siguen recibiendo mensajes sutiles en cuanto a competencias y habilidades. A los seis años, las niñas ya empiezan a poner etiquetas de género a palabras y conceptos como “inteligencia”, talento, brillantez, habilidad para las matemáticas, como ya explicó detalladamente innovaspain.
Prueba de ello es el reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que pone de relieve que las desigualdades de género en la enseñanza de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM) no desaparecen.
Cracking the code: girls’ and women’s education in STEM, “Descifrando las claves: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas”, repasa las causas por las que esta brecha en la educación, que lleva a las niñas a no elegir carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas con la misma frecuencia que los niños.
El estudio “Diagnóstico de la cultura de género en educación: actitudes del profesorado hacia la igualdad”, de la Universidad de Sevilla, que cita el informe, muestra que “los profesores hombres no manifiestan una postura tan definida hacia la igualdad como las mujeres, lo que revela la necesidad de continuar desarrollando políticas de igualdad”
Y como el informe de la Unesco resalta, cuando una mujer imparte las clases en materias STEM, las niñas tienen mejores resultados en las diferentes materias. Un modelo femenino en el aula en el rol de enseñante influye positivamente en las percepciones de las niñas, el interés y la confianza en la comprensión de la ciencia y las matemáticas. Y también cambia sus aspiraciones a la hora de elegir carrera y las lleva a elegir carreras STEM.
Una apreciación importante que ya destacó la UNESCO en su informe del año pasado, que encontró que las niñas se desenvuelven mejor en las clases de matemáticas y ciencias y son más propensas a seguir carreras STEM cuando enseñado por las profesoras
No todos los estudios establecen una clara correlación entre tener maestras y el rendimiento de de las niñas en asignaturas STEM. Hay otros factores que entran un juego, como la especialización, el apoyo profesional o la edad de los maestros y los alumnos, entre otros.
No obstante, incluso en los estudios que no mostraban una relación clara entre la presencia de profesoras y el rendimiento de las niñas en asignaturas STEM, era patente que las maestras parecían tener una influencia positiva, que iba más allá del género, y se notaba tanto en las niñas como en los niños. Estos últimos también se habitúan a relacionar a las mujeres con las carreras de ciencias.
Las percepciones de los profesores sobre las capacidades de los alumnos en función del sexo pueden crear un entorno desigual en el aula y disuadir a las niñas de que sigan los estudios de STEM. Las creencias y actitudes de los maestros, así como su comportamiento y expectativas tanto de ellos mismos como de sus estudiantes, incluyendo la capacidad percibida, parecen tener un efecto profundo en el interés académico de las niñas.
La Psicología explica por qué ocurre esto. Aprendemos por imitación y los modelos son muy importantes a la hora de copiar actitudes también. La eficacia de este modelado, que ocurre en todos ámbitos de la vida y en especial en la educación, depende de la semejanza e identificación con quien enseña. Características como el sexo, la edad y la raza son importantes. Cuando más parecido tengamos con el modelo, mejor asimilaremos sus enseñanzas y copiaremos sus actitudes.
Por eso las niñas se decantan más por las asignaturas de ciencias, matemáticas, tecnología e ingeniería si quien las imparte es una mujer. Y mayor es también la probabilidad asimilar lo que nos enseña. Una enseñanza que no que va más allá de la transmisión explícita de conocimiento, sino que se produce también, y esto es muy importante, un “modelado” en actitudes y competencias.
En este caso concreto, lo que se transmite a las niñas sin palabras es que, en contra de los sesgos negativos hacia las materias STEM, que ya tienen desde edades tan tempranas como los seis años, las chicas pueden ser tan competentes como los chicos. El modelo que tienen delante se lo está demostrando.
Sin embargo, a pesar de su influencia global positiva en materias STEM, pocos países tienen proporciones significativas de profesoras con especialización en ciencias y matemáticas. Y menos aún en la universidad.