“Diálogo y cooperación”. Estas son las dos palabras que, según la secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, resumen el 25 aniversario de las Cumbres Iberoamericanas que se conmemora este 2016. Y es que, tal y como añade esta costarricense, “existen pocos ejemplos de un diálogo ininterrumpido entre países” que dure un cuarto de siglo.
Y para celebrar este cumpleaños se han organizado una serie de actos que han comenzado esta semana, el lunes, con la jornada titulada ‘Una nueva Cooperación Iberoamericana' que ha tenido lugar en Madrid. El director de Casa de América, Santiago Miralles, ha sido el encargado de abrir la jornada, junto a Grysnpan y Jesús Gracia, secretario de Estado de Cooperación y para Iberoamérica. El evento ha contado con la asistencia de la reina Leticia.
En su intervención, Jesús Gracia ha insistido en la convicción de la necesidad de potenciar una comunidad de naciones, la iberoamericana, preexistente sobre la base de historia, cultura, lengua y tradiciones comunes. Uno de los elementos que ha permitido, según el secretario de Estado, que este proyecto tocase tierra, ha sido la cooperación. Incluso antes de la primera Cumbre Iberoamericana, ya se habían puesto en marcha dos programas de cooperación, como son el de restauración de patrimonio y el de ciencia y tecnología para el desarrollo.
También ha recordado, como hito esencial, el Convenio de Bariloche, aprobado en la V Cumbre, que sentó las bases para lo que hoy es el sistema de cooperación de la Comunidad Iberoamericana de Naciones. En este cuarto de siglo, la Comunidad Iberoamericana ha desarrollado un trabajo “muy satisfactorio” en iniciativas de cooperación sur-sur y de cooperación triangular, superando la dinámica de donante-receptor y haciendo una cooperación “de todos y para todos”.
Por su parte, Rebeca Grynspan ha enfatizado en la importancia que Iberoamérica se haya adelantado “a su época” y que se encuentre preparada para “asumir retos futuros de la cooperación” al ser la única región del mundo que ha podido construir una plataforma estable de cooperación horizontal y triangular donde no hay donante-receptor, sino socios que se unen para un objetivo común en cada uno de los programas, cambiando no sólo la “geometría” de la cooperación al pasar de ser triangular, a cuadrangular, por ejemplo, si no también la “geografía”, pasando de ser norte-sur a sur-sur, sur-este etc.