Representantes de empresas líderes del sector y de la administración pública han analizado, en Biospain 2016, las últimas tendencias en el ámbito de la biotecnología de los alimentos. Daniel Ramón, director científico de Biópolis, ha sido el moderador de una sesión que también ha contado con representantes de Nestlé, Azti-Tecnalia y CSIC para presentar sus nuevos avances.
El director científico de Biópolis, Daniel Ramón, ha manifestado que está comenzando “una nueva era” en la que los probióticos “protagonizarán el futuro” de la salud. En este sentido, ha destacado que actualmente hay más de 13.000 especies de bacterias clasificadas, de tal forma que “en 5 o 10 años tendremos productos farmacéuticos con suplementos probióticos”. Y para Ramón, la clave está “en el microbioma humano, el conjunto de microorganismos que se localizan en distintos sitios del cuerpo humano” y en todos ellos hay bacterias.
Por su parte María Victoria Selma, investigadora del Grupo de Calidad, Seguridad y Bioactividad de Alimentos Vegetales Cebas-CSIC, ha relatado los últimos avances relacionados con el consumo de los polifenoles, “un grupo de sustancias químicas encontradas en productos como las uvas, cacao, frutas y vegetales”. Habitan en el sistema digestivo y, además de ser antioxidantes, “previenen tumores cancerígenos, son anti inflamatorios y reducen las posibilidades de desarrollo de enfermedades degenerativas como el alzheimer o el parkinson”. Pero la principal conclusión es que “algunas personas lo producen por sí solas a través de su flora intestinal mientras otras no pueden hacerlo”.
Se trata, según ha informado Selma, de un “compuesto es muy beneficioso para la salud” y por eso una de las claves que hay que descifrar es por qué a algunas personas “les falta en su flora intestinal”. No obstante, ha aclarado que actualmente su equipo trabaja “identificando distintas bacterias que se puedan usar en un futuro como probióticos”.
Finalmente Matxalen Uriarte, coordinadora de la División AZTIFood Research Azti-Tecnalia, ha adelantado que trabajan en un tipo de análisis de sangre capaz de definir el estado de salud de la persona. En concreto, “puede indicar exactamente qué tipo de ácidos grasos estamos incorporando a nuestra dieta” y, de esta forma, definir “incluso el estilo de vida, si estamos estresados”. En conclusión, este análisis permite “ver qué queda en nuestro cuerpo debido a nuestra dieta y a nuestra forma de vida y nos ayuda a formular qué tipos de alimentos con qué cantidades de grasas concretas, quitar las incorrectas e incluso qué tipos de azúcares, podemos formularlos o combinarlos”.
De esta forma, ha añadido Uriarte, el fin último pasa por innovar en productos alimenticios “o también combinarlos para una persona en concreto”. Es decir, un paso más hacia una dieta adaptada a cada persona donde se diga qué se debe consumir y cómo, también con una finalidad terapéutica. En este sentido, ha informado de que su equipo actualmente está “diseñando el perfil de algunos pacientes con cáncer de mama”, especialmente los que se están sometiendo a quimioterapia, ya que tienen alterado el metabolismo y “lo más importante es saber cómo lo tienen de alterado para diseñar una dieta”.