Doctora Cum Laude en Ingeniería Informática y directora de los postgrados Master de realidad virtual (RV) y simulación física en el Centro Universitario U-tad, Laura Raya ha buscado en cada uno de su proyectos -más de una quincena desde 2006- fusionar lo más ‘ingenieril’ con la parte creativa de la RV, su especialidad. La tesis doctoral de Raya ya fue toda una declaración de intenciones, al enfocarla hacia la aplicación de las tecnologías inmersivas en el ámbito social.
De este modo, su grupo de investigación en la U-tad trabaja en el desembarco de estas tecnologías en el terreno de la educación, la accesibilidad (junto a distintas asociaciones, ayudan a personas con autismo o asperger) o en el ámbito hospitalario, donde aplican terapias psicológicas basadas en RV a fin de mejorar el bienestar de los pacientes durante su ingreso o mitigar la sensación de dolor en intervenciones menores.
La investigadora ha sido testigo directo de la evolución de la RV. “He tenido la suerte de vivir desde fuera hitos como la llegada de las gafas de RV Oculus, que supusieron un antes y un después. Los propios dispositivos han ido mejorando su ergonomía y los costes se han reducido de manera notable”.
En paralelo, la RV ha desterrado prejuicios como ligarla, única y exclusivamente, al mundo gamer y al ocio. “Conviene recordar que los videojuegos han cumplido su rol para que la RV mejore”, apunta Raya, que considera no obstante que el gran valor diferencial que puede aportar la realidad virtual frente a otras tecnologías se notará más en el turismo, la industria 4.0, la sanidad, los negocios electrónicos o la educación.
El metaverso es un concepto en construcción
El sector bulle, y para carburar necesita profesionales bien formados. Las empresas llaman a las puertas de la U-tad buscando perfiles de estudiantes expertos en realidad virtual y computación gráfica. “Aún existe un desequilibrio entre oferta y demanda que hay que resolver. Desde 2005, egresamos 35 profesionales al año que salen al mercado. Obviamente, muchos puestos de trabajo se quedan sin cubrir, pero el interés entre los jóvenes por este tipo de formación es creciente”, detalla Raya.
En la U-tad, los sistemas inmersivos son protagonistas tanto en el grado de Ingeniería de Software como en el Máster en Computación Gráfica, Realidad Virtual y Simulación, dirigido por la propia Laura Raya. “Los alumnos están muy motivados. Más allá de que tengan un trabajo casi asegurado, se trata de áreas que no están cerradas y en las que necesitamos avanzar y descubrir cosas nuevas cada día”. Respecto a este último punto, Raya señala que es importante el trabajo “fuerte” de investigación –“investigamos lo que nadie investiga”- que tiene lugar en la U-tad alrededor de la RV.
¿Cómo encaja el metaverso en todo este entramado? “Hay que darle la importancia justa. Es un concepto en plena construcción y muchas cosas son mal llamadas metaverso cuando lo cierto es que se trata de realidad virtual. En los próximos años, investigadores, profesionales y estudiantes vamos a darle forma”. En paralelo, profundizarán en nuevas terapias para que la RV sea útil en la obtención de un mayor bienestar en salud o psicológico.
Dos proyectos
Fruto de esta fluida relación con la comunidad científica, Laura Raya se detiene en dos proyectos concretos, ambos ubicados en el Hospital La Paz de Madrid con el foco en pacientes pediátricos. ‘Virtual Transplant Reality (VTR)’ arrancó hace tres años. La RV distrae la atención de los niños cuando son sometidos a intervenciones pequeñas -quitar unos puntos, preparar un campo estéril- y facilita que sea posible sedar solo la zona tratar.
“Muchos se ponían nerviosos y acaban en la UCI sedados por completo”. Además, el proyecto permite que los niños y niñas ‘ensayen’ su paso por la UCI gracias los dispositivos de RV. “En lugar de enfrentarse por primera vez a esa experiencia, generamos una sensación de recuerdo desde la seguridad de su habitación”.
Por otro lado, el proyecto Reactive entra en la UCI donde hay niños ingresados en estancias prolongadas bien por enfermedad o traumatismo cerebral. “Cuando pasan mucho tiempo allí, dejan de responder a los estímulos. No responden. De algún modo, el cerebro se desconecta. La UCI afecta mucho a la capacidad atencional, la relajación y el bienestar. Para romper ese delirium existen métodos tradicionales -sacarlos al aire libre, distintos entrenamientos- pero ni siempre responden ni es fácil llevarlos a cabo a nivel logístico”, explica Laura Raya.
La iniciativa consigue que los pequeños pacientes estén más despiertos. “Hemos conseguido que nuestra herramienta terapéutica provoque que la capacidad atencional a ciertos estímulos externos se despierte más rápidamente. A través de las gafas, el paciente está en su mundo virtual, pero lo que ve y lo que siente lo controla el médico en todo momento. Vemos que responden, y eso ya es importantísimo. Ahora estudiamos cómo optimizar esa cadena de RV al completo”.
Tecnología bien recibida
Raya opina que, a medida que la investigación, la publicación de resultados y evidencias avanzan en las universidades -por encima de la mera salida al mercado de nuevos productos”- los profesionales de la salud incrementan el grado de confianza hacia estos desarrollos tecnológicos. “Hace 15 años era difícil pensar que tendríamos a médicos de distintas áreas colaborando con los padres de los pacientes en un hospital público en un proyecto de realidad virtual. Cada vez son más los que ven que la RV no daña, sino que ayuda si se hace bien. Es un círculo: a mayor aplicación de la RV, también se incrementa el feed back que recibimos nosotros. Así acometemos mejoras y la industria crece. En todo caso, las universidades debemos huir de los hype. Son una trampa”.
La investigadora adelanta que los próximos pasos de la U-tad seguirán orientados hacia la rehabilitación neurocognitiva y psicológica. En proyectos que aún no está en disposición de concretar, Laura Raya percibe que la fusión de realidad virtual e inteligencia artificial traerá el diseño de mundos virtuales más creíbles y adaptados al usuario.