Lope de Vega, la primera ‘celebrity’ española a la que la piratería jugó una mala pasada

Juan F. Calero

Los investigadores Alejandro García Reidy, Germán Vega y Ramón Valdés descubren una edición ilegal con un texto temprano de ‘El castigo sin venganza’

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Impresores capaces de saltarse las leyes, actores traidores, escritores enfrentados públicamente… Cierra el círculo y justifica parte de estos comportamientos extremos un público sediento de nuevas obras. En el siglo XVI, el teatro lo empapa todo. Recuperado el pulso perdido en Europa, conservó el máximo protagonismo hasta el siglo XX, cuando la progresiva expansión del audiovisual obligó a repartir la tarta del entretenimiento de masas. Y entre sus indiscutibles nombres ilustres se sitúa Félix Lope de Vega (1562-1635), una de las primeras celebridades patrias en un sentido moderno.

“Movió al pueblo como nadie lo había hecho hasta entonces. La gente quería conocer los detalles de su vida privada. Su figura ya no dependía sólo de lo que escribía, sino de cómo vivía. Cuando murió, el féretro tardó horas en recorrer el camino que iba desde su casa hasta la iglesia. Madrid entero estaba en la calle”.

Esta escena, que recuerda a otras contemporáneas -Maradona, Michael Jackson- es detallada por Alejandro García Reidy, el investigador de la Universidad de Salamanca que junto a Germán Vega (Universidad de Valladolid) y Ramón Valdés (Universitat Autònoma de Barcelona), ha descubierto que la piratería y la picaresca influyeron en la publicación de ‘El castigo sin venganza’, una de las obras cumbre del ‘Fénix de los ingenios’. La historia detrás del hallazgo es todo un ejercicio detectivesco.

Esfuerzos y casualidades

Ramón Valdés preparaba los materiales de una edición crítica de ‘El castigo sin venganza’ como integrante de PROLOPE, el grupo de investigación del que también forma parte García Reidy y que edita el teatro completo del dramaturgo madrileño. “Teníamos noticias de un ejemplar perdido en Berlín después de la Segunda Guerra Mundial”. A la caza de nuevas pistas, contactan con Germán Vega, buen conocedor de los fondos de la Biblioteca Nacional. El investigador de la Universidad de Valladolid revisó sus estudios, y le llamó la atención tener anotada una edición suelta (normalmente las comedias eran publicadas en un 12) de ‘El castigo sin venganza’.

A partir de ese momento, los tres expertos unen fuerzas. “Al analizar el texto de la Biblioteca Nacional, descubrimos que era mucho más interesante que el ejemplar ‘berlinés’, bastante más tardío. Es una edición absolutamente desconocida que, por los indicios materiales y de contexto, sería una primera edición de esta obra emblemática”, señala Alejandro García Reidy.

‘El castigo sin venganza’ no era una obra más para Lope. Escrita cuando el autor rondaba los 70 años, en aquel verano de 1631 los nuevos poetas (a los que bautizó como ‘los pájaros nuevos’) le retaban. “El público estaba siempre pendiente de las novedades y los dramaturgos vivían en una competición constante, también para superar a los jóvenes talentos, como Calderón de la Barca, que empezaban a hacerles sombra”, apunta García Reidy.

El ejemplar estudiado es una primera versión final descartada por Lope en su manuscrito autógrafo, conservado en la Biblioteca Pública de Boston. El nuevo descubrimiento es, a todas luces, una primera impresión de la obra (llamadas ‘impresiones príncipe’). Su título es distinto –“Un castigo sin venganza”- y el argumento menos potente que en la versión definitiva. “No muestra en escena los cadáveres de los amantes protagonistas y las intervenciones son más breves. Es muy posible que este texto derive de lo que se conoce como manuscrito de compañía temprano, copiado para su puesta en escena”.

Piratería

Además, la impresión estudiada fue ilegal, pirata. Los investigadores han demostrado que la edición se estampó en Sevilla, entonces Reino de Castilla, donde desde 1625 no estaba permitida la impresión de comedias por su “cuestionable moralidad”.

“Las obras pirateadas tenían una tirada de 1000-1.500 ejemplares. Eran muy baratas, aprovechaban al máximo el espacio y estaban confeccionadas con materiales de mala calidad, por eso apenas se ha conservado ninguna”, explica García Reidy. “Los textos eran vendidos en determinadas librerías que mantenían relaciones ilícitas algún impresor. Las cosas en este sentido no han cambiado mucho: hecha la ley, hecha la trampa. Los aficionados sabían dónde dirigirse para conseguir las obras. Y aunque muchas fueron impresas en Sevilla, sabemos que circulaban por todo el país”.

En el caso que nos ocupa, el investigador opina que probablemente se produjo una filtración de esa primera versión de la obra desde la compañía que estaba ensayando el texto. “Es un ejemplo de la falta de control que imperaba en el teatro de la época”.

Los dramaturgos, Lope de Vega incluido, denunciaron en repetidas ocasiones estas prácticas. Los investigadores sospechan que el autor de ‘El castigo sin venganza’ supo que una copia ilegal había entrado en circulación. En el prólogo de la impresión definitiva, llevada a cabo en Barcelona, en 1634 (y por tanto esquivando la censura de Castilla), Lope de Vega alude a los impresores sevillanos que daban a luz obras suyas sin permiso. “Son demasiadas coincidencias. Buen conocedor de la importancia y la calidad de la obra, decidió publicarla bajo su control”, añade García Reidy.  

Pedro Gómez de Pastrana

Varios rasgos peculiares, como la tipografía, han llevado a señalar a Pedro Gómez de Pastrana como el impresor detrás de la peculiar versión de ‘El castigo sin venganza’, quien demostró ser además un gran publicista. “Añadió por su cuenta el subtítulo ‘Cuando Lope quiere…’ señalando el carácter especial de la obra y despertando aún más si cabe el interés de los lectores, expectantes ante la posibilidad de acceder a un texto así, más si cabe si el autor era Lope de Vega”, detalla García Reidy.

“El catálogo legal y conocido de Gómez de Pastrana es tan escaso que se diría que insuficiente para vivir de ello. Eso hace sospechar que imprimía más de lo que legalmente publicaba y reconocía con su pie de imprenta ‘con licencia en Sevilla, por Pedro Gómez de Pastrana. A la esquina de la Cárcel Real’”, explica Germán Vega.

“También sabemos que unos años más tarde un inspector requisó en su imprenta paquetes de comedias impresas ilegalmente y decretó su prisión. Como su negocio estaba al lado de la cárcel, no tendrían que caminar mucho los alguaciles para llevarlo a su destino”, añade con sorna el profesor vallisoletano

Un fondo por descubrir

Germán Vega forma parte de un equipo de investigación que prepara un catálogo digital de sueltas del Siglo de Oro. Uno de los objetivos del trabajo es subir a la red muchas de estas ediciones, preservadas en la Biblioteca Nacional. “Quedan muchas por trabajar, así que, ahora que la investigación se va a sistematizar, seguro que nos toparemos con más sorpresas”.

“El problema común dentro y fuera de España es que los fondos están bien preservados, pero hasta que los filólogos no disponemos de tiempo, proyecto y financiación para trabajar en cada caso es imposible saber el valor de estas obras”, concluye García Reidy.

Nota: El artículo de García Reidy, Valdés y Vega ha sido publicado en la revista de investigación Anuario Lope de Vega tras la evaluación anónima de prestigiosos expertos, según los procedimientos establecidos a nivel científico internacional, que han dictaminado su interés. 

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