Hay muchas formas de medir ciudades. CAF lo ha hecho con nocturnidad, basándose en la luminosidad como medida de actividad económica para identificar claramente los límites de la urbe. Aprovechando la existencia de imágenes satelitales de alta definición han comparado más de mil ciudades de todo el mundo, casi 300 de las cuales son de América Latina, un primer paso para confirmar la alta densidad de población que existe en los grandes núcleos de la región.
Y es que una vez estimada la extensión física de las ciudades a través de la luminosidad –unos límites que no tienen que coincidir con los marcados administrativamente-, es fácil definir la densidad poblacional. En America Latina el promedio es de 55 habitantes por hectárea, un 66 por ciento mayor que la europea (20) y un 80 por ciento superior a la de América del Norte (10).
“¿Es bueno o malo tener más densidad?”, se preguntaba ayer Pablo Sanguinetti, director Corporativo de la Dirección de Análisis Económico y Conocimiento para el Desarrollo de CAF, en la presentación del Reporte de Economía y Desarrollo (RED) 2017, en Casa América. Pues depende de muchos factores, pero todos convergen en uno: la accesibilidad.
Según Sanguinetti, “las economías de aglomeración tiene muchas ventajas”: mayor difusión de ideas, mayor diversidad, más facilidad para financiar infraestructuras, mayores posibilidades de encontrar trabajo y trabajadores cualificados, etc. Pero también generan los llamados “costos de congestión”: menor accesible, deterioro del medio ambiente, mayor índice criminal, etc.
En su opinión, “una ciudad exitosa es aquella que puede manejar ese balance de la mejor manera posible; y a eso es a lo que llamamos accesibilidad”. Tal y como se señala en el informe, tres son los determinantes a tener en cuenta: la regulación del uso del suelo (que determina dónde se localizan las firmas y las familias); la oferta e infraestructura de transporte (que determina cómo s mueven las personas y las mercancías), y el mercado de la vivienda (que determina la calidad, la disponibilidad y el precio de la misma).
Todos estos puntos no son independientes entre sí y unos influyen sobre los otros (por ejemplo, la apertura de una parada de metro en una determinada zona puede aumentar el valor de las viviendas). Además, se unen en la “gobernanza metropolitana”, es decir, la coordinación de políticas de desarrollo urbano cuyos retos, con frecuencia, superan lo límites administrativos de las ciudades.
Uso del suelo
El 78 por ciento de la población en America Latina vive en ciudades, un porcentaje solo superado por EE.UU. (81%) y por encima de Europa (73 %). Sin embargo, no es una tendencia que esté dando los rendimientos de bienestar bajo el principio de que el desarrollo y la urbanización siempre van de la mano. “En algún momento esa relación se debilitó en América Latina”, afirma el director Corporativo de la Dirección de Análisis Económico y Conocimiento para el Desarrollo de CAF.
En el informe se señala que “la escasa infraestructura, aunada con regulaciones restrictivas del uso del suelo, no ha permitido que las urbes de la región puedan absorber los flujos migratorios expandiendo su tamaño de forma ordenada”. Por este motivo han proliferado los asentamientos informales por América Latina.
“Es fundamental planificar el uso del suelo”, ha señalado Sanguinetti, quien cree que hay que ir más allá de regulaciones restrictivas que, en ocasiones, esconden intereses personales y tienden a encarecen la vivienda. Esto último es especialmente grave en una región con bajos sueldos y escaso crédito hipotecario. Ante esta situación, el dirigente del CAF apuesta por flexibilizar el uso de suelo, agilizar los permisos de construcción, e impulsar el alquiler como opción a la compra para algunas familias.
No es tan importante que las ciudades crezcan a lo alto (por compacidad, a través de edificios con muchas alturas) o a la ancho (por expansión, extendiendo sus bordes). El debate importante y real no es. Lo crucial es que, sea como sea, ese aumento esté acompañado de una adecuada infraestructura de transporte y servicios. De nuevo lo esencial es la accesibilidad.
Infraestructuras de nivel
Y en ello juega un papel clave la movilidad. El promedio de tiempo que tarda una persona de América Latina en llegar a su trabajo es de 42 minutos. El director de la Dirección de Análisis Económico y Conocimiento para el Desarrollo de CAF recuerda la necesidad de impulsar el tráfico público, sobre todo teniendo en cuenta el siguiente dato: mientras la población en la región ha aumentado un 10 por ciento desde finales de la década pasada, en el mismo periodo la flota de automóviles ha crecido más del 40 por ciento y la de motocicletas casi se tríplico.
La movilidad deficiente es una de las principales causas de los cotos de congestión, como el tráfico vehicular, la contaminación del medio ambiente, los accidentes viales y otros fenómenos que afectan negativamente al bienestar de la población. Vuelve a quedar claro que la infraestructura escasea y es inadecuada en comparación con lo observado en ciudades de países desarrollados.
“Nuestras ciudades son muy densas, tienen mucha población y, por lo tanto, podrían generar muchas ganancias, pero los costos de congestión están tapando ese desarrollo”, ha lamentado Pablo Sanguinett, quien ha advertido que necesitamos políticos locales innovadores para revertir la situación.
Tras su intervención ha tenido lugar un debate con representantes del INECO, la Universidad Autónoma de Barcelona y el CEMFI. Además, le ha precedido en el uso de la palabra el director corporativo para Europa de CAF – Banco de Desarrollo de América Latina, Guillermo Fernández, quien ha subrayado que más de la mita de la población mundial vive en zonas urbanas y la tendencia va en aumento.
De ahí la importancia de hacerlas accesibles, de “fomentar el desarrollo y la expansión de las ciudades de una forma ordenada”. En su opinión, en América Latina la institucionalidad “es precaria”, mientras que en España se ha avanzado “de una forma envidiable”. En cualquier caso, “el concepto de la ciudad iberomerica viene desde la época de las ordenanzas de Felipe II, quien fundó cerca de 300 ciudades”, ha añadido.