Desde el 2009, Lynneth S. Lowe, investigadora del Centro de Estudios Mayas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha estudiado la ciudad prehispánica de Chiapa de Corzo, la capital más importante al occidente del área maya durante el periodo Preclásico. “Fue una de las ciudades más tempranas de todo el sur de Mesoamérica, estamos pensando que se inició hacia 1650 antes de Cristo, es decir, muy anterior a otras ciudades mayas de la zona oriental”, señala en una entrevista a la Agencia Informativa Conacyt. “Tras muchos cambios e influencias, logró permanecer por todo este tiempo, y mi intención era ver cómo ha ido cambiando, para lo que realizamos varias temporadas de excavaciones en el sitio”.
Entre sus hallazgos, hay que destacar una tumba del periodo Preclásico, hasta ahora, de las más antiguas que se han descubierto. “Otro logro importante ha sido saber cuál era la zona donde se fundó la antigua ciudad, que fue una zona que se conoce como el grupo E, un complejo astronómico que servía para marcar los equinoccios y solsticios –afirma–. Vimos que este sitio apenas era un pequeño cacicazgo por el año 900 a.C. y este era un lugar sagrado, se realizaba cierto tipo de ceremonias y, asociado a esto, encontramos una ofrenda masiva de más de 350 hachas de piedra depositadas bajo el piso de la plaza, lo que enfatiza el carácter sagrado que tenía este lugar para la deposición de ofrendas.
Según asegura Lowe, “fue muy importante ver dónde se había fundado la ciudad, ver que se desplazó la plaza hacia el lado norte y todos los cambios que suceden en una ciudad que llega a vivir más de 1.500 años, pero era importante saber cómo surgió y cómo se asociaba esto a las observaciones de los astros”. Y es que hay que tener en cuenta que “toda la conformación de la ciudad estaba alineada hacia ciertos eventos astronómicos”.
Ruta comercial
La investigadora mexicana también se ha centrado en los sistemas de intercambio, sobre todo teniendo en cuenta que Chiapa de Corzo está en la orilla del río Grijalva, “una de las principales rutas comerciales en la época prehispánica”. “Llegaban productos desde los altos de Guatemala, desde la Sierra de las Minas y también productos de la costa del golfo, por lo que vemos que en esta época es cuando se establecen estas rutas que van a ser importantes hasta la llegada de los españoles e incluso muchos años después”, añade.
En cuanto a objetos manufacturados, hay presencia de objetos de La Venta. “Los materiales en bruto los traían de las tierras altas, pero con las tierras bajas había intercambio de productos manufacturados, sobre todo los que tienen una iconografía y simbolismo importante”.
Su equipo ha estado trabajando de manera interdisciplinaria con otros especialistas. “Hicimos análisis de los materiales de concha de los moluscos con ayuda de los investigadores del Templo Mayor –apunta Lynneth S. Lowe-. Además, para ver de qué materiales hacían las joyas de estos personajes, hicimos el análisis de la lítica con el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con técnicas de las ciencias duras, como el acelerador de neutrones y la fluorescencia de rayos X”. También se ha realizado un estudio de las técnicas de manufactura por microscopía electrónica. “Estamos tratando de sacar el máximo de la información de los materiales que se recuperaron a través de la arqueología pero con apoyo de otras ciencias”.