Hace unas semanas, Innovaspain publicaba un proyecto sobre el nuevo uso sostenible que se le puede dar a las algas invasoras del sur de España. Ahora, una nueva iniciativa pretende también darles una vida sostenible a las algas, aunque estas, directamente, se cultivan para este propósito. Se trata de Macroalgae, un grupo operativo para desarrollar bioinsumos agrícolas, aquellos compuestos naturales que mejoran la productividad.
El consorcio, formado por Cooperativas Agroalimentarias de Granada, Ctaqua, Químicas Masul, CIDAF y Tecnova, se ha unido para utilizar tecnologías de extracción con solventes GRAS -como puede ser el etanol o el agua- para erigirse como alternativa sostenible a los fertilizantes, así como aprovechar a un bajo coste estas macroalgas.
De este modo, Macroalgae se divide en dos líneas: por un lado, contribuir a la sostenibilidad ambiental; y por otro, abrir nuevas posibilidades a la agroindustria de Andalucía. Según el dossier informativo del grupo operativo, los bioinsumos resultantes de este proceso tienen el potencial de “mejorar la salud del suelo, aumentar la resistencia de los cultivos y, en última instancia, elevar la productividad agrícola”.
“La agricultura se enfrenta a múltiples desafíos, desde la necesidad de aumentar la productividad hasta la urgencia de adoptar prácticas más sostenibles (…) Estos avances son cruciales para fortalecer la competitividad del sector agroalimentario en un mercado cada vez más exigente y consciente del medioambiente”, declara el consorcio.
Las fases para obtener los bioinsumos
Como la idea de Macroalgae es explorar estos compuestos naturales que sirvan para mejorar la productividad agrícola sin comprometer el ecosistema, han diseñado cuatro fases para obtener los bioinsumos. El primero es obtener y caracterizar las macroalgas de las que extraerán los bioactivos.
Lo hacen seleccionando dos especies de macroalgas y recolectando, al menos, cinco kilogramos de cada una. Tras ello, las procesas y las secan para obtener un kilogramo de alga seca por especie. Posteriormente, las caracterizan mediante análisis nutricionales y cuantificando sus compuestos bioactivos.
En una segunda fase, los investigadores preparan seis extractos de dichas macroalgas utilizando distintos solventes. Lo hacen realizando pruebas de bioactividad en ensayos in vitro para evaluar el potencial bioestimulante o biocida de los extractos, seleccionando, finalmente, los dos que sean “más prometedores” para continuar con el proyecto.
La tercera fase entra de lleno en la formulación de bioinsumos, desarrollando y optimizando la formulación de los dos bioinsumos agrícolas con efecto bioestimulante a partir de los extractos seleccionados. Y, con ellos, llevan a cabo pruebas de estabilidad para evaluar su durabilidad en condiciones de almacenamiento.
Ya en el último paso, en Macroalgae realizan ensayos agronómicos en fincas de clientes con el objetivo de validar los bioinsumos desarrollados. Estudian así el crecimiento, rendimiento y calidad de los cultivos, cuantificando a su vez la estabilidad de los compuestos bioactivos en los bioinsumos durante el almacenamiento.