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Magoga Piñas, directora de efectos digitales

“Es imposible plasmar la realidad”
Magoga Piñas efectos digitales

Cuando era pequeña moldeaba figuras de barro; hoy es la directora de varios proyectos audiovisuales para museos, cine y televisión. Magoga Piñas se dedica a los efectos digitales, concretamente a los que implican escenarios y recreaciones históricas. Se encarga de aquello que nunca se podrá filmar: el pasado, algo que le apasiona. Desde Ágora, de Alejandro Amenábar (con la que ganó un Goya a Mejores Efectos Especiales), hasta la afamada Juego de Tronos, ha dirigido y trabajado en muchos y diversos proyectos, entre ellos, varios dedicados a grandes iniciativas museísticas.

“Siempre que hay algo de recreaciones arquitectónicas, con paisajes difíciles de recrear, cuentan conmigo. Y no es problema, ya que a mí me encanta la historia. Lo bueno que tiene esto de ser técnica digital es que nos sirve para crear lo que no existe en la realidad. Es mucho más barato, más fácil, y a veces queda mucho mejor que filmar”, explica. Experta en plasmar lo que no existe, para ella, la recreación histórica es uno de los campos más útiles que puede aportar los efectos digitales.

Esta “artesana”, como ella misma se denomina, trabaja junto a El Ranchito, un consorcio de empresas en la que también se encuentra su marido, supervisor de efectos. Estos profesionales son con los que ha trabajado, y trabaja, para Juego de Tronos, cuyos responsables han contado con ella para varias escenas de grandes batallas situadas en paisajes extremos, además de para recrear a los llamados Caminantes Blancos. “Se rueda en Belfast, pero luego tiene que parecer un páramo helado: para ello utilizamos técnicas mixtas digitales, tanto en 2D como en Photoshop, pero también en 3D, con fotonometrías, etc. Es un trabajo muy bonito el de los entornos digitales”, subraya.

Habla con pasión de su trabajo, aunque es realista. Asegura que los efectos digitales siempre cantan, ya que “la realidad es imposible de igualar, porque tiene tantos matices… El sentido de la vista que tenemos los humanos es tan impresionante que es imposible plasmar todo. Mi marido siempre dice que somos unos pintamonas, porque lo que hacemos realmente es trucar la realidad, engañar al ojo”. De hecho, casi todas las técnicas que usan, como el matte painting, son nombres heredados de trucos de magia del siglo XIX y XX, ya que es una cuestión más de ilusionismo que de otra cosa. Aún así, las innovaciones no paran. Tienen que seguir estudiando año a año, ya que este sector nunca para de evolucionar. Por ello, lo que parecía realista hace diez años, ahora no lo parece.

“Con la realidad virtual va a pasar sí o sí, se quedará obsoleta. Miras videojuegos y es impresionante, pero la realidad virtual me parece todavía un campo muy pobre”. Y es precisamente la realidad virtual con lo que ha trabajado para el Museo Arqueológico Nacional (MAN) y Samsung. Al principio no era muy partidaria de estas técnicas, ya que, según ella, la gente tiene que ir al museo “a ver las piezas, no los proyectos audiovisuales. Tiene que ser algo que potencie la experiencia, tiene que ser entretenido, pero también tiene que ser didáctico”. Aún así, la experiencia le ha gustado, sobre todo, porque ha conseguido lo que quería: que niños y mayores pregunten y se fijen en los detalles de las casas antiguas, de lo cotidiano. “El objetivo es crear entornos para cada época, que se puedan recorrer esos espacios y que se vean en su contexto. Así, una vez que se quiten las gafas virtuales, tengan una mejor idea sobre cómo era el pasado”.

Y eso que los museos no tienen mucho dinero, al contrario que las grandes producciones de cine. El dinero, la financiación: otro de los problemas de este sector. “En España somos muy buenos. En todo el mundo audiovisual. Tenemos muy bien nivel, se nos da muy bien y tenemos un cierto gusto artístico para todo, que en general se valora mucho. El único problema que hay es que somos de los pocos países de Europa que no tiene un buen sistema de desgravaciones fiscales, que no da subvenciones, para todo el capital norteamericano o internacional que quiere invertir aquí. Se hizo por fin una ley, pero es muy limitada. Podríamos dar mucho más trabajo del que ya damos”, se lamenta. Pero “no todo está tan mal”.

El Greco, Arte y Oficio; Alejandría, el sueño de Alejandro Magno; Leonardo Da Vinci, la mirada del genio; pero también Cosmos, a Spacetime Odissey, de National Geographic o los propios 19 proyectos audiovisuales del MAN, forman parte de una dilatada carrera de 20 años. Piñas comenta, entre risas, que sí: que se equivocó haciendo Derecho como primera carrera. Pero parece no arrepentirse de trabajar en un sector donde no solo conoció a su marido, sino donde encontró la forma de moldear aquellas figuras de barro que hacía de pequeña, convirtiéndolas ahora en antiguas ánforas de más de dos mil años.