Mamás en Acción. El esfuerzo de más de 3.000 voluntarios para que ningún niño esté solo en el hospital

Hablamos con Majo Gimeno, fundadora de Mamás en Acción, sobre el gran impacto de la fundación que creó hace más de una década, y de cómo se convirtió en una mujer emprendedora sin buscarlo
Mamás en Acción
Majo Gimeno, fundadora de Mamás en Acción.

“Nuestras experiencias en los hospitales nos permiten decir, es verdad, el amor tiene un impacto. No lo digo yo, lo dice la ciencia, y lo vemos cumplido en los patrones de conducta de los niños”, dice Majo Gimeno, fundadora y presidenta de Mamás en Acción, una comunidad de voluntarios que ofrece acompañamiento a niños que están solos en centros hospitalarios españoles, bien porque han sufrido maltrato en casa o porque sus familias no pueden cuidarlos. 

Ella creó la fundación en 2013 en Valencia, cuando acababa de ser madre y quiso ayudar a un niño que vio solo en un hospital. Más de una década después, Mamás en Acción ha acompañado a más de 1000 menores en 41 centros hospitalarios. Y el impacto de la “cariñoterapia” ha sido claro desde el primer caso. 

“Era un niño de siete años que había recibido un maltrato en su casa brutal. Había estado dos meses en UCI y lo pasaban a planta. Estuvimos cinco meses, veinticuatro horas al día, acompañándolo”, recuerda Gimeno en una entrevista con Innovaspain. El psiquiatra infantil les había advertido que era posible que manifestara agresividad, pero ocurrió todo lo contrario. “Mientras más tiempo pasábamos con él, más mejoraba su situación física, tenía menos dolor y creaba más vínculo con nosotras. En vez de evolucionar con agresividad, evolucionaba con amabilidad, con cariño, nos contaba cosas, empezaba a comer mejor”, cuenta. 

Gimeno es una de las mujeres líderes emprendedoras españolas que participó y fue reconocida en el último Female Founders Day de la comunidad Female Startup Leaders, y ha recibido múltiples distinciones por su labor. ¿Cuál es su motor? Las historias como la de aquel niño. Piensa en ello cada vez que quiere cerrar Mamás en Acción, dice, y eso ocurre muy seguido ante los grandes desafíos y problemas de emprender, de liderar una fundación que depende de donaciones y de su empuje y dedicación completa. Y esa es su recomendación para quienes quieran emprender: “buscar un propósito mayor que tú mismo”.

“Cada vez que quiero tirar la toalla, que es mucha veces, pienso que esto no es por mí, que esto es por los niños. Eso es mucho más grande que yo. Si yo cierro, los niños se quedan solos. Ese es el motor para que yo cada día lo vuelva a intentar”, señala. 

Con 40 euros y cuatro amigas

“Nunca había tenido la inquietud de emprender, y mucho menos de crear una ONG. Tenía un puesto de trabajo comodísimo, de 8 a 3, un puesto de responsabilidad, de dirección, y me acababa de convertir en madre. Pero veo un niño solo en un hospital, y esa situación me remueve tanto que empiezo a ver cómo puedo ayudar”, relata Gimeno. 

Sólo un miembro de un colectivo certificado puede acompañar a un menor, y así fue como lanzó Mamás en Acción en 2013, con 40 euros para cubrir cuestiones legales y el apoyo de cuatro amigas. “Empiezo como para acompañar a un niño, y cuando menos me doy cuenta, he creado una organización que no para de crecer porque no había un niño, sino que había muchos y yo no lo sabía”, dice. 

“Sí, Mamás en Acción es un sueño hecho realidad, porque si miro hacia atrás, mi camino estaba ahí, pero durante nueve años yo no lo supe ver”, señala. Ocurre que Gimeno lideró durante años la fundación mientras continuaba con sus otros trabajos en paralelo y luego, llegaba su segundo hijo. A finales de 2021, la fundación había crecido de forma extraordinaria, con un impulso inesperado en la pandemia, pero no tenía fondos ni para pagar los impuestos. 

Un grupo de empresarios le ofreció salvar e invertir en el proyecto, pero solo si ella lo lideraba a tiempo completo. Fue una decisión complicada. “Me agobié mucho”, recuerda. Pero al final, dio el salto. “Y ahí fue cuando, en abril de 2022, por fin, Majo Gimeno y Mamás en Acción se alían, ya juntas, para tener solo un camino”. A partir de allí, la expansión fue aún mayor en hospitales de Murcia, Barcelona, Zaragoza, Sevilla y Las Palmas. 

La “cariñoterapia” como derecho 

En 2018, personal del Hospital La Fe de Valencia tomó las notas de 10.000 horas de acompañamiento de las voluntarias de Mamá en Acción y en una comparativa con las historias clínicas, concluyó con evidencia, por primera vez, de lo que estaban logrando. Los niños que acompañamos se recuperaban mejor y aquellos víctimas de maltrato no desarrollan los patrones agresivos sufridos. Los resultados fueron uno de los grandes impulsos: pediatras de todo el país comenzaron a convocarlas. 

Mamás en Acción se compone ahora de más de 3000 voluntarios que acompañan a tres perfiles: niños y niñas judicializados debido a una situación de abandono, desamparo o que son víctimas de maltrato; hijos de familias en riesgo de exclusión, con enfermedades terminales o crónicas, y menores tutelados, que viven en residenciales infantiles. Y en todas las edades y grupos, ven resultados. Gimeno cuenta el caso de un bebé recién nacido con una patología grave, a quien los padres habían abandonado, y que no podía ser operado por su bajo peso. 

“El pediatra nos dice que el niño no come. Y entonces empezamos a acompañarle y cuando tú te tiras una hora con él y paseas por el pasillo y le hablas y lo tienes en brazos y lo duermes en brazos, al rato se toma el biberón. Y a los tres días coges otro turno y lo ves transformado: ese niño ha engordado, ha crecido. Es muy emocionante”, cuenta. “No come porque no tiene lo más básico. El niño no tenía apego, no se sentía querido, no se sentía protegido”. 

En 2023, Mamás en Acción creó un comité de expertos que establecieron con toda la evidencia y aprendizajes un ‘Decálogo de Humanización Pediátrica’. “Queremos integrarlo en todos los hospitales de España para hacer un cambio sistémico. Es decir, que entre los derechos del niño también se incluya el derecho a crecer en un entorno rodeado de amor. No solamente es alimentarle, proporcionarle educación y sanidad, sino tener una familia que le dé un apego, que le críe en valores, que le dé amor y cariño y le haga sentir seguro”, señala Gimeno.   

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