La primera mesa redonda de ‘Mañana’, el evento organizado en Madrid por Barrabés y Enisa, ha abordado con realismo y visión crítica el trecho recorrido para el cumplimiento de la Agenda 2030, entrelazada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Un compromiso que no es vinculante y que no penalizará a quienes no lo logren, pero en el que 193 países se han puesto de acuerdo en lo que es un hito y, en sí mismo, un objetivo cumplido.
Científico del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, redactor principal del blog ‘The oil crash’, Antonio Turiel ha querido imprimir de sentido de urgencia la situación. También ha inyectado realismo a la no siempre dulce transición energética. “El planeta tiene límites biofísicos, y la energía renovable tiene límites, no por la cantidad que recibimos, sino por la que somos capaces de aprovechar”.
En su grupo de investigación llegaron a conclusiones como que es posible llegar a un sistema 100 % renovable pero pagando un precio elevado en algunos parámetros: agotando el 70 % del cobre, invadiendo las zonas que más luz reciben para proveer al resto, con materiales que es complejo conseguir o aplicando una economía de guerra durante 30 años al tener que dedicar el 10% de la economía global a la transición.
En el Instituto de Ciencias del Mar están diseñando una herramienta que cree políticas apropiadas para afrontar la transición mitigando dificultades añadidas. “Hay un camino, pero cuanto más tardamos en transitarlo, se hace más estrecho”. Otra parte de la ecuación que a su juicio no se tiene en cuenta como se debiera es que estamos a las puertas de una intensa crisis petrolífera. “De nuevo el problema no es la cantidad, sino de cuanto petróleo puedo disponer cada año. El petróleo llegó a su máximo de producción en 2014, pero de aquí a 2025 podría faltarnos un tercio del petróleo demandado debido al declive natural y de los pozos. No porque no haya mucho ahí abajo, sino por la velocidad con la que lo sacamos. Algo parecido sucederá con el carbón o con el uranio”.
“En definitiva”, apuntaba Turiel, “necesitamos urgentemente utilizar de otra manera la energía, y aquí se abre un gran espacio para la creatividad y la tecnología”. El investigador ha señalado que la ciencia sabe cómo hacer “muchas de las cosas que hay que hacer” y que se aproxima “una nueva edad de oro de la ingeniería, basada en la ‘reingeniería’, que cuestione todos los procesos que han sido válidos por cuestiones de rendimiento económico o mano de obra barata”.
En esa toma de decisiones transformadora, Turiel afirma que “el gran elefante escondido” es el ODS número 8 (‘Trabajo decente y crecimiento económico’). “El planeta es finito y en algún momento tenemos que dejar de crecer; entendamos y aceptemos este punto. La civilización es un sistema vivo y llega el momento de alcanzar la madurez. Esta agenda nos dice que tenemos que madurar y vivir en equilibrio con los recursos que tenemos”.
Turiel ha lanzado un mensaje a las empresas. “Los sistemas productivos actuales están basados en crecer por crecer, y esa es la filosofía del cáncer. Ha llegado el tiempo de hablar de desarrollo económico, no de crecimiento. Se trata de que todos podamos ganarnos la vida decentemente. Necesitamos parar. Tenemos varias décadas para hacer la transición y tenemos que empezar ya. Cuanto más tardemos más difícil va a ser y más penalidades tendremos que padecer”.
Leire Pajín, presidenta de la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS) cree que en esta toma de decisiones “no podemos equivocarnos”. El cambio tiene una mirada intergeneracional en la que “nuestros hijos tienen derecho a exigirnos que cambiemos el rumbo, que no nos equivoquemos y que están aquí para ser presente”.
Pajín formó parte del proceso de decisión que acabó por definir los 17 ODS. “Podrían haber sido más”, ha dicho aludiendo a que se quedaron fuera de la selección final cuestiones de ámbito migratorio y cultural. “El número 17 –‘alianzas para lograr objetivos’- es la palanca de los 16 ODS restantes. La Agenda 2030 nos dice que ya no podemos trabajar en compartimentos estanco porque los problemas son de tal envergadura que es imposible abordarlos de modo sectorial”.
Una mirada hacia un mundo distinto que por primera vez atiende a la transversalidad con tanta relevancia. “Ya no sólo participan de la discusión los gobiernos; también los sociedad civil, las empresas, la universidad… Tenemos que cambiar los modelos, romper las costuras y crear espacios donde la administración, las empresas y los ciudadanos trabajen juntos. Es hora de tejer alianzas muy profundas y plurales”.
Pajín se ha referido a la complejidad de trasladar esa vocación de consenso a cada país y cada ciudad. “Madrid Central es un ejemplo de este tipo de decisiones; una política concreta y transformadora”. Medidas que urge poner en marcha “porque la Agenda tiene un tiempo de descuento que ya ha comenzado. Se han hecho muchas cosas pero hay que acelerar. El reloj corre no sólo para quienes toman las decisiones, sino para el planeta. Si no nos damos prisa, podremos paliar, pero no evitar el desastre”.
“Vamos hacia la catástrofe”
“Por la Tierra han pasado 50.000 generaciones, y sólo en una hemos sido capaces de duplicar la población del planeta. Cuando nací, el porcentaje de recursos no renovables que consumíamos en España era del 25 %, hoy es el 80 %”. Javier Benayas, catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que somos los primeros que vivimos mejor que nuestros padres y abuelos, pero que también lo haremos mejor que nuestros hijos y nietos. “Para ellos el futuro es inviable salvo que empecemos a cambiar las cosas. Vamos hacia la catástrofe”.
Benayas considera que la Agenda 2030 y los ODS son un avance importante para unir en una misma dirección a medioambiente, economía y sociedad. “La visión integradora es fundamental”, ha afirmado en la misma línea que Pajín. “Si no, es imposible resolver los problemas”. Dificultades ante las que la publicación de los ODS supone “un avance fundamental respecto a lo que teníamos hace cinco años”, un proceso que tendrá más garantías de completarse de forma satisfactoria “si educamos a las nuevas generaciones en esos valores, creamos alternativas sostenibles e implicamos a los que toman decisiones”.